La presión internacional puede haber empezado a cambiar el destino de Asia Bibi, la cristiana paquistaní condenada a la horca por una supuesta blasfemia contra Mahoma. La buena noticia la dio ayer el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Franco Frattini, quien se ha sumado a la campaña para salvar la vida y conseguir la liberación de esta madre de cuatro hijos
«Tal vez la hemos salvado. No quiero ser demasiado optimista, pero hemos conseguido que el Gobierno de Pakistán se comprometa a reabrir el caso. Las autoridades han confirmado que probablemente había errores en la primera investigación».
El jefe de la diplomacia italiana aventuró cuál puede ser ahora el destino de Asia Bibi: «Habrá un nuevo proceso con un primer grado, luego una eventual apelación y finalmente la Corte Suprema».
Frattini confirmó además que ha pedido al Gobierno paquistaní que cambie la ley sobre la blasfemia, bajo la cual ha sido condenada Bibi, y al menos otras quince cristianas de aquella nación. «El compromiso para cambiar esa normativa viene del primer ministro de Pakistán, que ha entendido que es del interés de su país garantizar la libertad a todas las religiones».
Los primeros frutos logrados por Frattini son una muestra de cómo la movilización de la opinión pública puede cambiar el destino de Bibi. En Italia la cadena de televisión TV2000, impulsada por la Conferencia Episcopal, ha lanzado una campaña para conseguir salvar la vida de Asia Bibi y que recupere su libertad.
Además, el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, ha colgado del Capitolio, la sede consistorial, una imagen de Bibi pidiendo su liberación. También ha indicado que estudia ordenar un encendido extraordinario de la luces del Coliseo para recordar a la cristiana.
Resulta admirable la movilización social que el caso de Bibi está provocando en su propio país, Pakistán. Según informa la agencia Fides, promovida por la Congregación Vaticana para la Evangelización de los Pueblos, las autoridades de aquella nación habrían recibido ya más de 40.000 peticiones pidiendo su libertad.
Pero no es la primera vez que la Iglesia paquistaní tiene que organizar campañas públicas para lograr su supervivencia: desde el año pasado hay en marcha una recogida de firmas para conseguir la abrogación de la ley según la cual quien blasfema puede ser condenado a prisión e incluso a morir. Ya han conseguido más de 75.000 firmas.
También se ha sumado a esta empresa el gobernador de Punjab, la provincia de Bibi. Salmaan Taseer ha dicho que la condena a muerte supone un episodio «vergonzoso» para Pakistán. La agencia católica AsiaNews también ha organizado una campaña a petición de sus lectores y ha logrado que personas de toda Asia inunden el correo del presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, exigiendo que no se permita este «crimen de Estado».
Iniciativas similares están multiplicándose en naciones occidentales como Francia o EE UU. La asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada ha entregado al Gobierno francés cerca de 11.000 firmas solicitándole su intervención en el caso de Bibi.
En España, la plataforma Hazteoir.org ha lanzado una campaña de recogida de firmas en la web: www.porasiabibi.org