El diario The Daily Telegraph denunció el caso de Asia Bibi, una madre de familia de 45 años de edad que profesa la fe cristiana y que este lunes fue condenada a morir en la horca en Pakistán bajo la polémica Ley de Blasfemia, usada para perseguir a las minorías religiosas.
En junio de 2009, Asia cumplía labores de obrera en Sheikhupura, cerca de Lahore, Pakistán. En una ocasión le pidieron que buscara agua potable para sus compañeras. Algunas de las trabajadoras –todas musulmanas– se negaron a beber el agua por considerarla "impura" debido a que fue provista por una cristiana.
Un día más tarde Bibi fue atacada por una turba, denunció el caso a la policía y fue llevada a una comisaría por su seguridad. Una fuente citada por el diario inglés explicó que la policía recibió presiones "de la mafia musulmana, incluidos los clérigos, que pidieron para Asia la muerte porque (supuestamente) había hablado mal del profeta Mahoma".
Fue así que la policía registró un caso de blasfemia en su contra y aún la mantiene en prisión. Desde su encierro dijo a los investigadores que es perseguida por ser cristiana y negó haber insultado a Mahoma.
Su esposo Ashiq Masih ha pedido ayuda para Asia y sus cinco hijos. "No he informado a dos de mis hijas más jóvenes sobre la decisión del tribunal. Me han preguntado muchas veces sobre su madre, pero no tengo el valor de decirles que el juez la ha condenado a la pena capital por un crimen que nunca cometió", explicó.
La Ley de Blasfemia agrupa varias normas contenidas en el Código Penal de Pakistán para sancionar cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán, que sea denunciada por un musulmán sin necesidad de testigos o pruebas adicionales. Su aplicación puede suponer el juicio inmediato y la posterior condena a prisión de cualquier persona.
Según la asociación católica Ayuda a la Iglesia que Sufre, cada año la ley se aplica en más de 80 casos, "la mayor parte de los cuales sin fundamento jurídico, provoca graves injusticias, coarta la libertad de ciudadanos inocentes e incluso genera apedreamientos, incendios de casas y asesinatos de cristianos, cuyo único delito es querer vivir su fe en libertad".
Los católicos en Pakistán apenas representan el 0,7 por ciento del total de la población, estimada en 160 millones de habitantes. Los cristianos y católicos constituyen la clase social más baja en un país con el 98% de población islámica.
Los cristianos deben ganarse la vida con los trabajos más penosos, mayoritariamente en el entorno rural, sufren explotación laboral y se les discrimina incluso en el acceso a la educación superior.