"Todos observan cómo los cristianos son asesinados y nadie trata de ponerle fin a estos ataques" denunció el P. Firas Benoka, sacerdote diocesano que sirve en la ciudad de Mosul, al norte de Bagdad. "Estamos equivocados si pensamos que los ataques recientes serán los últimos", afirmó.
En declaraciones a ACI Prensa, el padre Benoka alabó el heroísmo de aquellos que fueron asesinados mientras celebraban la Misa el pasado sábado por la noche cuando un grupo de extremistas musulmanes acabó con la vida de 58 personas. La sangre de los "mártires" ha sido derramada sobre esta tierra por "miles de años", expresó, "esta sangre permanece como la más grande prueba de que los cristianos de Irak son verdaderamente cristianos. Eso también demuestra el amor de los católicos iraquíes por su país".
Mosul es "la última zona que es tradicionalmente nuestra", dijo el P. Benoka, y señaló que las comunidades próximas se están preparando para la llegada de cristianos de Bagdad. Estos escapan de la escalada de violencia que, tras la masacre en la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación, continuó con once coches bomba en días recientes.
En años recientes, muchos de los pueblos que habitan los llanos de Nínive, donde se encuentra Mosul, han luchado por mantener su identidad frente a la creciente presión del gobierno por cambiar la demografía del área.
Hay "humildes proyectos" iniciados por algunas comunidades, aseveró el P. Benoka, "para mantener el mal a distancia tanto como sea posible". Pero considera que estas medidas internas "no pueden resistir ataques fuertes". El sacerdote señala que para asegurar la paz y la supervivencia de la comunidad cristiana, los cristianos iraquíes deben ser reconocidos en la Constitución del país con igualdad de derechos que los musulmanes.
El "núcleo de la incomprensión" y "discriminación" está contenido en muchos artículos de la Constitución, señaló el P. Benoka a ACI Prensa. Esta instaura al Islam como la religión oficial del estado y la fuente fundamental de la legislación que restringe la capacidad de los cristianos para compartir su fe e impone límites sobre la conversión de musulmanes al cristianismo.
El P. Benoka explicó que "los cristianos son forzados a seguir la ley islámica en la administración de justicia" y esto muchas veces "entra en conflicto con la enseñanza cristiana, con matrimonios cristiano-musulmanes, derechos de la mujer y libertad de expresión".
La violencia se ha incrementado desde que Estados Unidos dirigió la guerra contra el régimen de Saddam Hussein en 2003. Se estima que, desde entonces, el número de cristianos en la zona se ha reducido de entre 800 mil y un millón a casi la mitad, es decir entre 400 y 500 mil, aproximadamente el uno por ciento de la población total. De estos y tras los ataques, distintos grupos consideran la opción de emigrar.