Ha concluido con la muerte de al menos siete secuestrados (diez, según otras fuentes), la liberación de la catedral siro-católica de Bagdad, que había sido tomada este domingo por un comando terrorista.
En el asalto de rescate, en el que participaron fuerzas de seguridad estadounidenses e iraquíes, han muerto también los secuestradores (entre cuatro y siete, según diferentes fuentes), así como varios iraquíes que participaron en la liberación. Al cierre de esta edición, las cifras no eran todavía oficiales, informó Zenit.
Entre los fallecidos, además de una niña, se encuentran dos sacerdotes, los padres Thair Sad-alla Abd-al y Waseem Sabeeh Al-Kas Butrous, según ha confirmado el servicio de información católico iraquí Baghdadhope.
Las primeras informaciones hablan de unos 30 heridos. Se ha confirmado que entre los fallecidos en la catedral de Nuestra Señora del Perpetuo socorro hay una niña.
El arzobispo siro-católico de Mosul, monseñor Georges Casmoussa, ha revelado que los terroristas formaban parte de la organización Estado Islámico de Irak, quienes habían pedido la liberación de algunos de sus compañeros detenidos en prisiones de Irak y Egipto.
La catedral siro-católica de Bagdad, junto a otros cinco lugares de culto cristianos, había sufrido un atentado terrorista el 1 de agosto de 2004, en el que habían muerto al menos doce personas.
Monseñor Shlemon Warduni, obispo auxiliar del patriarcado caldeo de Bagdad, ha reconocido que "se trata de una gran catástrofe, algo injusto e inconsciente. Rezamos para que Dios ilumine las mentes y los corazones de los terroristas, que deberían pensar en el bien de la gente y de sus propias familias, en vez de seguir estos caminos que no son de Dios, sino del demonio".
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, había declarado durante el secuestro que desde el Vaticano se estaba siguiendo muy de cerca la evolución de la situación.
Por su parte, el Papa Benedicto XVI condenó este lunes el ataque terrorista calificándolo de "violencia que no tiene sentido" y valorando la acción como "más despiadada que nunca".
Dirigiéndose a los peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro con motivo de la solemnidad de Todos los Santos, el Papa aprovechó para hacer un llamamiento a la paz en la zona.
"Rezo por las víctimas de esta violencia que no tiene sentido y más despiadada que nunca al golpear a gente indefensa que se encontraba en la Casa de Dios, que es una casa para el amor y la reconciliación", apuntó Su Santidad.