Tras varios meses de tácticas dilatorias, el gobierno de Jartum ha fijado para el 9 de enero la fecha del referéndum sobre la independencia del sur, según lo establecido por los acuerdos de paz de 2005. Si no surgen sorpresas, en esa fecha nacerá un nuevo Estado en Africa, el primero en veinte años. Todos los pronósticos indican que la práctica totalidad de los ocho millones de sudaneses del sur –cristianos y animistas- desean la independencia tras cincuenta años de lucha contra el norte, controlado por los árabes y otras etnias musulmanas.
Según lo anunciado por la Comisión del Referéndum, el registro de votantes deberá abrirse a mediados de noviembre, y la lista final de electores tiene que estar publicada el 31 de diciembre. A la premura de los plazos se suma la advertencia del gobierno central de que las fechas pueden cambiar “si surgen imprevistos”. El presidente de la región sureña, Salva Kiir, advirtió el pasado viernes que cualquier obstáculo al camino trazado en los acuerdos de 2005 puede provocar “un retorno a la violencia a gran escala”.
La guerra civil sudanesa entre el norte musulmán y el sur cristiano provocó en el pasado 2,5 millones de muertos y el desplazamiento de millones de sudaneses. Como consecuencia del conflicto, provocado en gran medida por la sistemática opresión del régimen árabe sobre el sur, cristiano y animista, la región se encuentra devastada.
El nuevo país, que se denominará “Sudán del Sur”, nace con una de las mayores tasas de mortalidad infantil y analfabetismo del continente, aunque con varias palancas formidables para su recuperación: el entusiasmo de la población por la “liberación” respecto a Jartum, la riqueza petrolífera de la región y el apoyo de varios países occidentales.