En su homilía en la misa que celebró este viernes en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco comentó el pasaje de los Hechos de los Apóstoles en los que se ponía de manifiesto algunos de los problemas que padecía la comunidad cristiana de Antioquía, para así explicar la importancia del obispo.
“Los apóstoles, los obispos de hoy, confirman al pueblo en la fe”, afirmó el Papa, que añadió que “el obispo es el que supervisa, el que vigila. Es el centinela que hace guardia para defender al rebaño de los lobos que acechan”.
De este modo, explicó que “hacer guardia significa implicarse en la vida del rebaño. Jesús distingue bien al verdadero pastor del rutinario, de aquel que se mueve por el sueldo y que no le interesa si viene el lobo y se come a una. No le interesa”.
Pero “el verdadero pastor que vigila, que se implica en la vida del rebaño –agregó Francisco- no sólo defiende a todas las ovejas, sino que defiende a cada una, confirma a cada una, y si una se va, o se pierde, va a buscarla y la devuelve al redil. Está tan implicado que no permite que se pierda ninguna”.
El Santo Padre incidió en que Jesús concibió la figura del obispo como un pastor cercano que conoce el nombre de cada una de sus ovejas. “Cuántas veces hemos escuchado decir: ‘¡Este Obispo! Sí, es bueno, pero no se preocupa mucho por nosotros, siempre está ocupado’. O también: ‘Este Obispo se involucra en negocios, es un poco negociante, y eso no es bueno’. O ‘este Obispo siempre con la maleta en mano, siempre de viaje por todos lados’”.
La conclusión del Papa fue que “el Pueblo de Dios sabe cuándo el pastor es pastor, cuándo el pastor es cercano, cuando el pastor sabe hacer guardia y dar la vida por ellos. La cercanía”.
El Papa concluyó pidiendo al Señor “que nos conceda siempre buenos pastores, que no falte en la Iglesia la protección de los pastores: no podemos ir adelante sin ellos. Que sean hombres así, trabajadores, de oración, cercanos, cercanos al pueblo de Dios. Digámoslo en una palabra: hombres que sepan hacer guardia”.