El Papa Francisco presidió la Eucaristía este lunes en la Casa Santa Marta habló del juicio divino y de lo enormemente diferente al humano. De este modo, recordó que Dios “es el único juez” por lo que es el único al que le corresponde juzgar a las personas.

“No juzguéis y no seréis juzgados”, citó el Santo Padre, por lo que consideró que “juzgar a los demás es una cosa fea, porque el único juez es el Señor”.


Y puso un ejemplo concreto: “En las reuniones que tengamos, en una comida, o donde sea, que dure, por ejemplo, dos horas…, de esas dos horas, ¿cuántos minutos hemos estado juzgando a los demás?”.

Ante estas situaciones, el Papa pidió ser misericordiosos: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. Todavía más: sed generosos. Dad y se os dará. ¿Y qué es lo que se me dará? Una buena medida, desbordante y llena. La abundancia de la generosidad del Señor, al no juzgar se nos llenará con la abundancia de la misericordia”.


En este sentido, Francisco destacó que la justicia de Dios no es como la justicia humana: “Sabemos que la justicia de Dios es misericordia. Pero hace falta decirlo: ‘A Ti te corresponde la justicia, a nosotros la vergüenza’. Y cuando se encuentran la justicia de Dios con nuestra vergüenza, ahí se produce el perdón”.

 “¿Creo que he pecado contra el Señor? ¿Creo que el Señor es justo? ¿Creo que sea misericordioso? ¿Me avergüenzo delante de Dios por ser pecador?”, invitó a preguntarse durante su homilía.

“La vergüenza es una gran gracia”, explicó. Mediante ella, “recordamos la actitud que debemos tener con el prójimo”. Ayuda a “recordar que con la medida con que juzgue, yo seré juzgado. No debo juzgar. Y si digo cualquier cosa sobre otro, que sea con generosidad, con misericordia. La actitud ante Dios, este diálogo es esencial: ‘A ti la justicia, a mí la vergüenza’”, concluyó.