Durante su homilía en la misa que cada mañana celebra en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco ha hablado del demonio y de cómo intenta llevar al hombre al pecado. Por ello, pidió estar muy atentos puesto que los demonios hacen “dirigirnos lentamente hacia la mundanidad”. Y el que lo evita es precisamente Cristo, que salva al hombre de “la seducción”.

Reflexionando sobre el Evangelio de San Lucas, el Santo Padre afirmó que si “expulso a los demonios con el dedo de Dios, entonces el Reino de Dios ha llegado a vosotros”. Para evitar caer en la tentación, recomendó hacer obras de caridad que “cuestan mucho” pero “nos llevarán a estar más atentos”.

Según recoge Aciprensa, Francisco añadió que el cristiano “está siempre en vela, siempre atento” como un “centinela”. Los demonios pueden comenzar “a ser parte de la vida”.


“También con sus ideas y sus inspiraciones parecen que ayudan al hombre a vivir mejor y entran en su vida, en su corazón y desde dentro comienzan a cambiar al hombre, pero tranquilamente, sin hacer ruido”.

Continuando con su homilía, el Papa agregó que “es un poco distinta a una posesión diabólica fuerte, esta es un poco ‘de salón’, digamos. Y esto es lo que el demonio hace lentamente, en nuestra vida, para cambiar criterios, para llevarnos a la mundanidad. Se mimetiza en nuestro modo de actuar, y nosotros difícilmente nos damos cuenta”, dijo el Papa.

Lo que el diablo quiere es la “mundanidad” que es “un paso adelante en la ‘posesión’ del demonio”. “Es un encantamiento, la seducción” y por eso se le llama “padre de la seducción”. Y cuando entra “así suavemente, educadamente y toma posesión de nuestras actitudes” de Dios pasamos “a la mundanidad”. Y uno se convierte en un “cristiano tibio, mundano”, con una “mezcla” entre “el espíritu del mundo y el espíritu de Dios”.


Todo eso “aleja del Señor". "¿Qué hacer para no caer?: “estar “vigilantes” sin “asustarse”. “Vigilar significa entender qué pasa en mi corazón, pararme un poco y examinar mi vida. ¿Soy cristiano? ¿Educo más o menos bien a mis hijos? ¿Mi vida es cristiana o mundana? ¿Cómo puedo entenderlo?”.

“Mirar a Cristo crucificado”, respondió. “La mundanidad solo se entiende dónde está y se destruye en la cruz del Señor. Y esta es la misión del Crucificado delante de nosotros: no es un ornamento, es lo que nos salva de estos encantamientos, de estas seducciones que te llevan a la mundanidad”.

Por último, invitó otra vez a hacer “examen de conciencia” para saber “qué ocurre”. “Pero siempre ante Cristo crucificado. La oración. Y después hará bien hacerse una fractura, pero no en los huesos: romper con las actitudes cómodas” y hacer “obras de caridad”. “‘Yo estoy cómodo, pero haré esto, que me cuesta. Visitaré un enfermo, ayudaré a algún necesitado… Y esto rompe la armonía que buscan los demonios” que llevan “a la mundanidad espiritual”.