El Papa Francisco ha advertido en su homilía de la misa matinal de este martes en la residencia Santa Marta contra los riesgos de una iglesia que se acomoda y vive demasiado "tranquila". También ha criticado que en una Iglesia así se persiga a las voces proféticas que incomodan.
"En la Iglesia, cuando alguno denuncia tantos modos de mundanidad es mirado con malos ojos y esto no va, mejor que se alejen", ha explicado.
El Pontífice ha puesto ejemplos sacados de su experiencia concreta en Argentina (que quizá en otros países se expresen de otra manera). También comentó el caso del beato obispo Óscar Arnulfo Romero, asesinado por sus denuncias de abusos económicos y explotaciones en El Salvador.
"Recuerdo que en mi tierra muchos, muchos hombres y mujeres, consagrados y buenos, no ideológicos, decían: ‘No, la Iglesia de Jesús es así…’. ¡Estos comunistas fuera!’, y los echaban. Los perseguían. Pensemos en el beato Romero. Lo que le ocurrió por decir la verdad. Y a muchos, muchos en la historia de la Iglesia, también aquí en Europa. Porque el espíritu malvado prefiere una Iglesia tranquila sin riesgos, una Iglesia de los negocios, una Iglesia cómoda en la comodidad del calor, tibia”.
“Cuando la Iglesia es tibia, está tranquila, toda organizada, no hay problemas, mirad donde están los negocios”, recomendó el Pontífice.
Pero además del “dinero” el Papa habló de la “alegría”. “Este es el camino de nuestra conversión diaria: pasar de un estado de vida mundano, tranquilo sin riesgos, católico, sí, pero así, tibio, a un estado de vida del verdadero anuncio de Jesucristo, a la alegría del anuncio de Cristo”.
“Pasar de una religiosidad que mira demasiado a las ganancias a otra que mire a la fe y proclame que Jesús es el Señor”, pidió.
El Pontífice también aseguró que “una Iglesia sin mártires no da confianza”. “Una Iglesia que no se arriesga da desconfianza; una Iglesia que tiene miedo de anunciar a Jesucristo y echar a los demonios, a los ídolos, a los otros señores que son el dinero y que no es la Iglesia de Jesús”.
“En la oración hemos pedido la gracia y también hemos dado gracias al Señor por la renovada juventud que nos da con Jesús y hemos pedido la gracia de que Él conserve esta renovada juventud. Esta Iglesia de los Filipenses fue renovada y se convirtió en una Iglesia joven. Que todos nosotros tengamos esto: una juventud renovada, una conversión de un modo de vivir tibio al anuncio gozoso de que Jesús es el Señor”, concluyó.