En la debilidad de las tentaciones que todos tenemos, la gracia de Jesús nos ayuda a no escondernos del Señor, sino a pedir perdón, a levantarnos e ir hacia adelante. Lo indicó el papa Francisco en la misa matutina que ha celebrado este viernes en la Casa Santa Marta en el Vaticano, al reflexionar sobre el diablo que tentó ha Adán y Eva, y también a Jesús.
“Con Satanás –aseguró Francisco– no se dialoga, porque se acaba en el pecado y en la corrupción”. El Pontífice parte de la primera lectura del Génesis y explica que el diablo “se hace ver con la forma de una serpiente”: con su astucia trata de engañar y es especialista en ésto porque “es el padre de la mentira”. Sabe por lo tanto “como estafar a la gente”.
Lo hace con Eva: la hace sentir bien y ‘dialogando’ paso a paso Satanás la lleva donde él quiere. Con Jesús en cambio el diablo “termina mal”, ya que Jesús responde con la Palabra de Dios, “porque con el diablo no se puede dialogar”, sino se acaba como Adán y Eva: desnudos.
“El diablo paga mal” porque “promete todo y nos deja desnudos”, porque son “tentaciones de vanidad, soberbia, avidez, avaricia…, tantas…”.
Y abordando el tema de la corrupción el Pontífice añade: en esto hay que pedir ayuda al Señor: “Muchos ‘peces gordos’ corruptos que hay en el mundo y de los cuales conocemos su vida a través de los diarios, quizás comenzaron con una pequeña cosa, como no ajustar bien la balanza: son 900 gramos pero parecen un kilo…”.
Por ello la Iglesia nos enseña a “no ser ingenuos”, a tener los “ojos abiertos”, a pedir ayuda al Señor, “porque por nosotros mismos no podemos”. Adan y Eva cuando caen se “esconden” del Señor, en cambio es necesaria la gracia de Jesús para “volver y pedir perdón”.
“En la tentación no se dialoga, se reza: ‘Ayúdame Señor, porque soy débil. No quiero esconderme de Ti’. Esto es coraje, esto es vencer”. Y Francisco concluye: “Si somos engañados por nuestra debilidad en la tentación que nos dé el coraje de levantarnos e ir adelante. Para esto ha venido Jesús”.