A cada persona Dios le ha dado la “compañía” de un ángel para que la aconseje y proteja, un ángel al que hay que escuchar con docilidad. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta precisamente en el día de la fiesta de los Ángeles Custodios.
La prueba de una paternidad que todo ama y abarca se la encuentra en las primeras páginas de la Biblia. Cuando Dios echa a Adán del Paraíso no lo deja solo, no le dice – destacó el Papa – “arréglatelas como puedas”.
Francisco citó oraciones y salmos que recuerdan cómo la figura del Ángel Custodio desde siempre está presente en toda vicisitud de la relación entre el hombre y el cielo.
“He aquí que he enviado a un ángel ante ti para que te custodie en el camino y para hacerte entrar en el lugar que he preparado”, se lee en el pasaje del Libro del Éxodo propuesto por la liturgia. Liturgia dedicada a esas divinas presencias especiales que – subrayó el Papa – “el Señor ha dado a todos”.
“Cada uno de nosotros – dijo – tiene uno” que “nos acompaña”: “¡Está siempre con nosotros! Y ésta es una realidad. Es como un embajador de Dios con nosotros. Y el Señor nos aconseja: ‘¡Ten respeto de su presencia!’. Y cuando nosotros – por ejemplo – hacemos una maldad y pensamos que estamos solos: no, está él. Tener respeto de su presencia. Escuchar su voz, porque él nos aconseja. Cuando sentimos esa inspiración: ‘Pero has esto… esto es mejor… esto no se debe hacer…”. ¡Escucha! No te rebeles a él”.
El Ángel Custodio nos defiende siempre y, sobre todo, del mal, aseguró Francisco. Y observó que a veces “nosotros pensamos que podemos esconder tantas cosas”, “cosas feas” que, al final, saldrán a la luz.
Y el Ángel – dijo el Papa – está allí “para aconsejarnos”, para “cubrirnos”, exactamente como haría “un amigo”. “Un amigo que nosotros no vemos, pero que sentimos”. Un amigo que un día “estará con nosotros en el Cielo, en la alegría eterna”:
“Sólo pide que lo escuchemos y lo respetemos. Sólo esto: respeto y escucha. Y este respeto y escucha a este compañero de camino se llama docilidad. El cristiano debe ser dócil al Espíritu Santo. La docilidad al Espíritu Santo comienza con esta docilidad a los consejos de este compañero de camino”.
Y para ser dóciles – señaló el Papa Francisco – es necesario ser pequeños, como niños, o sea como aquellos de quienes Jesús ha dicho que son los más grandes en el Reino de su Padre.
Por tanto, concluyó el Papa Bergoglio, el Ángel Custodio es “un compañero de camino” que nos enseña la humildad y a quien, como niños, debemos escuchar:
“Pidamos hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en su nombre, y que estamos sostenidos por su ayuda. Siempre en camino… Y también en esta Misa, con la que alabamos al Señor, recordemos cuán bueno es el Señor que precisamente después de haber perdido su amistad, no nos ha dejado solos, no nos ha abandonado”.