En el capítulo 5 del Evangelio de Mateo, Jesús es muy duro con los que insultan al prójimo, y compara esa práctica con matar. "«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego".
El Papa Francisco, comentando estas palabras de Jesucristo en la homilía matinal de este jueves en la Casa Santra Marta, invitó a reflexionar sobre la gravedad del insultar.
“Los insultos citados por Jesús son insultos anticuados. Hoy tenemos un elenco de insultos más fuertes, más folclóricos, más coloridos”, comentó.
¿Por qué esas palabras tan fuertes de Jesús contra quien insulta? “Llamar al hermano ‘estúpido’ o ‘loco’ comporta una condena”, dijo el Pontífice, porque el insulto “es el comienzo del asesinato, y al descalificar a otro, le quitas el derecho a ser respetable, lo echas a un lado y lo matas para la sociedad”.
En este sentido, Francisco lamentó que “estamos habituados a respirar el aire de los insultos. Basta con ir en coche en hora punta. Ahí encontramos un carnaval de insultos. La gente es creativa al insultar”.
La relación entre insulto y envidia
Además, señaló que el peligro del insulto también se encuentra en que “en muchas ocasiones el insulto nace de la envidia”.
“Cuando una persona tiene una minusvalía, mental o física, no supone una amenaza, y por lo tanto no hay necesidad de insultarla. Pero cuando una persona hace algo que no gusta, lo insultamos y le hago pasar por ‘minusválido’: minusválido mental, minusválido social, minusválido familiar, sin capacidad de integración”.
“Por ese motivo, el insulto mata: mata el futuro de una persona, mata el camino de una persona. Es la envidia la que abre la puerta, porque cuando una persona tiene algo que me amenaza, la envidia me lleva a insultarla. Casi siempre encontramos envidia ahí”.
El Pontífice añadió que el Libro de la Sabiduría “nos dice que por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo. Es la envidia la que te lleva a la muerte”.
Reconciliarse: no son modales, es una actitud
Frente a la envidia, Jesús ofrece el remedio de la reconciliación. “La reconciliación no es una actitud de buenas maneras, no. Es una actitud radical, una actitud que trata de respetar la dignidad del otro y también la mía. Del insulto a la reconciliación, de la envidia a la amistad. Este es el camino que Jesús nos ofrece hoy”, finalizó el Papa.