El Papa Francisco dedicó la homilía de la misa matinal de este viernes en la Casa Santa Marta a reflexionar sobre la dignidad de la mujer, que la cultura cristiana, a partir de la enseñanza de Cristo, siempre ha querido ensalzar y proteger, mientras que las culturas mundanas y consumistas a menudo prefieren tratar a la mujer como un objeto utilizable y desechable.
El Evangelio del día (Mateo 5, 27-32) recoge las enseñanzas de Jesús: “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”, y “todo el que repudia a su mujer la hace ser adúltera”. Jesús es exigente: es contrario al repudio (es decir, al divorcio) y es contrario incluso al cosificar a la mujer con el pensamiento.
El Papa dijo que con estas palabras “Jesús cambió la historia, porque hasta aquel momento, la mujer era de segunda clase, era como una esclava y no tenía plena libertad”.
“La doctrina de Jesús sobre la mujer cambia la historia”, aseguró. “Una cosa es la visión de la mujer antes de Jesús, y otra después de Jesús. Jesús dignifica a la mujer y la sitúa al mismo nivel que el hombre, porque toma aquella primera palabra del Creador cuando dice que los dos son ‘imagen y semejanza de Dios’, los dos; no primero el hombre y luego, un poco más abajo, la mujer. No: los dos. Y el hombre sin la mujer a su lado –ya sea como madre, como hermana, como esposa, como compañera de trabajo, como amiga–, ese hombre no está hecho a imagen y semejanza de Dios”.
La mujer, como objeto para usar
El Pontífice denunció la generalización de la mujer como objeto que se ha instalado en la sociedad y en la cultura actual: “En los programas televisivos, en las revistas, en los diarios se muestra a la mujer como objeto de deseo, de uso, como en un supermercado”. “Se presenta a la mujer como objeto de esa filosofía de usar y tirar, como material de descarte”.
En este sentido, advirtió que esa filosofía “es un pecado contra Dios Creador, porque al rechazar a la mujer, no podemos ser imagen y semejanza de Dios. Se está produciendo un ataque contra la mujer, un terrible ataque. ¿Cuántas veces las mujeres, para tener un puesto de trabajo, deben venderse como objetos de usar y tirar? ¿Cuántas veces? Aquí, en Roma. No hace falta irse muy lejos”.
Las mujeres explotadas en prostitución
El Papa se preguntó qué veríamos si hiciéramos una “peregrinación nocturna” por determinados lugares de la ciudad donde “tantas mujeres, tantas migrantes y no migrantes son explotadas como si fuera un mercado”. Y la gente “se limpia la conciencia llamándolas ‘prostitutas’. Frente a nuestra libertad, ellas son esclavas de este pensamiento del descarte”.
“Todo eso sucede aquí, en Roma, sucede en cada ciudad”, lamentó. “Mujeres anónimas, mujeres sin mirada porque la vergüenza cubre la mirada, mujeres que no saben reír y muchas de ellas no conocen la alegría de ser madres”.
“También en la vida cotidiana, sin necesidad de ir a esos lugares, encontramos este pensamiento maligno de rechazar a la mujer, de considerarla de segunda clase. Debemos reflexionar mejor. Y haciendo esto, o diciendo aquello, entrando en ese pensamiento, despreciamos la imagen de Dios que ha hecho al hombre y a la mujer juntos a su imagen y semejanza”.
Por último, el Papa pidió una oración “por las mujeres descartadas, por las mujeres usadas, por las jóvenes que tienen que vender su propia dignidad para tener un puesto de trabajo”.