La Carcel de Almendralejo después de los sucesos descritos en este artículo
Estoy leyendo con asombro, gratitud y admiración el libro que Francisco Pilo, Moisés Domínguez y Fernando de la Iglesia han publicado en la editorial Libros Libres titulado La Matanza de Badajoz.
Estoy leyendo con asombro, gratitud y admiración el libro que Francisco Pilo, Moisés Domínguez y Fernando de la Iglesia han publicado en la editorial Libros Libres titulado La Matanza de Badajoz.
Mi gratitud por la cantidad de datos que aportan, mi asombro por la ecuanimidad con que está escrito y mi admiración por la valentía en publicarlo en tiempos poco favorables a demostrar objetividad en sucesos planteados por las izquierdas como masacres bárbaras realizadas por las tropas del general Franco a las órdenes del teniente coronel Yagüe, ocultando las que previamente habían cometido ellos mismos.
Repito, asombro, gratitud y admiración, pero también horror. Horror como el experimentado por los periodistas extranjeros que acompañaban a las tropas nacionales cuando entraron en Almendralejo, ciudad, como todas las de Badajoz, de la que era diputada Margarita Nelken Mansberger.
Fue una escritora y política nacida en 1896 en Madrid, fallecida en México en 1968.
Hija de una francesa y de un joyero español, ambos descendientes de judíos alemanes, su abuelo materno había llegado a la capital en 1889 como relojero de Palacio y poseía una relojería y joyería en Puerta del Sol. Margarita recibió una educación esmerada que se tradujo en tempranas inclinaciones hacia la pintura, las letras y la música. Hablaba francés y alemán y se le debe la primera traducción de Kafka al español.
Todo lo abandonó en plena juventud para dedicarse al activismo político y social.
En los primeros meses de 1931, ingresó en el PSOE y participó, como candidata de la Agrupación Socialista de Badajoz, en las elecciones parciales de octubre de 1931. Resultó elegida entonces y también en noviembre de 1933, —primeras en las que al votar las mujeres, dieron el triunfo a las derechas— y febrero de 1936.
En los primeros momentos de la guerra proliferaron en los frentes milicianas como Mika Etchevere (en la foto, pistola al cinto). Mientras, la Nelken prefería ocuparse de "otras tareas" en la retaguardia
Tenida por feminista, sin embargo fue contraria a otorgar derecho de voto a la mujer. Sostenía que, la falta de madurez y de responsabilidad social de la mujer española, podía poner en peligro la estabilidad de la República, ya que un porcentaje muy elevado, antes de votar, lo consultaría con su confesor. Distinguía, además, entre dos tipos de mujer, las que compartían sus ideas, y "las hembras de los señoritos", a las que había que "exterminar".
Así definía su pensamiento sobre “las hembras de los señoritos”:
“Allí las tenéis, en los atardeceres sevillanos, paseando con algazara por calle de Tetuán con sus estampitas del Sagrado Corazón y sus lacitos bicolores al pecho.
Se dicen católicas y monárquicas. Vitorean a España y a Cristo Rey, y en su representación máxima, al ex general Queipo de Llano. Porque la máxima representación de su España y de su religión es un oficial traidor, sádico y
borracho. [...] Allí las tenéis. Sin equivocarnos podríamos citarlas una por una como las enumera el pueblo sevillano, el verdadero pueblo de Sevilla, en esa lista grabada en su memoria y cuya cuenta habrá de saldarse inexorablemente.
Ya falta menos. Cuando llegue el momento no faltarán, de seguro, gentes sencillas, gentes todavía liberales, para implorar piedad para las mujeres. Ese día habrá que establecer la diferencia —rotunda, infranqueable— entre las mujeres y las hembras; entre las compañeras y madres de los hombres y las jaleadoras de los señoritos. Y para que nadie se llame a engaño, para que nadie pueda entonces hablar de crueldades inútiles, bueno será frente a esa lista de hembras de señoritos —las dignas hembras de los cazadores de obreros y campesinos—, estampar en letras imborrables el nombre de mártir de la esposa del doctor Ari[¿aga?] a quien los señoritos sevillanos fusilaron, con su hijito dentro de las entrañas, en pleno puente de los Remedios, por el hecho de ser la compañera de un comunista.
¿Venganza? ¿Represalias? No digas cosas absurdas, camarada [qué] todavía eres liberal A las alimañas se las aplasta por eso: porque son alimañas. Y a las fieras dañinas para el hombre, el hombre consciente debe suprimirlas para salvaguardia de la humanidad. Allí las tenéis, camaradas. Allí habréis de encontrarlas” (Claridad, 28-agosto-36, págs. 4 y 5).
Fotograma del estado en que quedó la prisión de Almendralejo
La sublevación militar del 18 de julio contra la República la lleva a luchar en los frentes de Extremadura junto a sus electores. Su actuación fue tan terrible que Leopoldo Nunes, periodista portugués que entró con las primeras columnas nacionales, escribió:
“Almendralejo, lo supimos después, era un feudo político de Margarita Nelken, que fue diputada en España. Al regresar de su último viaje a Moscú, estuvo aquí largo tiempo. Sembró el odio y la gran sementera fue ésa, que dio largas mieses. En ese monstruo de perversidad no cabe la clasificación de mujer” (O Século, 17-agosto-36.Transcrito en La Matanza de Badajoz, pg. 69)
¿Qué hechos causaron ese comentario? Lo cuenta José Augusto en su crónica de 17 de agosto de 1936 al periódico “Diario de Noticias”:
“Acompañados por el teniente coronel del Tercio, Tella, visitamos, dos compañeros portugueses y un periodista francés, la cárcel de Almendralejo.
…Acaban de echar agua con creolina y otros desinfectantes sobre el empedrado, negro y aceitoso. Un olor pestilente me dio náuseas hasta vomitar. Me cuentan que habían matado a los presos de derechas antes de la llegada del ejército.
-¡Estaban muertos, y que muerte….!
Apiñados, casi sin poder moverse, los detenidos sufrieron insultos, humillaciones y malos tratos. En cierto momento. Algunos verdugos entraron en el patio y escogieron entre los detenidos a aquellos a quien, por su amor a la causa del orden y por su condición, querían distinguir especialmente. Entonces los arrimaron a la pared y los levantaron un poco, algunos pies, por encima de ellos. Los abrieron de brazos y piernas y los crucificaron. A uno o dos los pusieron cabeza abajo. Después mojaron a todos con gasolina. Y, para acabar, les dieron fuego. No escapó ni uno.
En los muros puede verse, aún, para vergüenza de la especie humana, la silueta de los cuerpos crucificados. La sangre y el fuego hicieron una mezcla con las paredes y quedaron marcadas. Se reconocen los brazos y, en otro, la cabeza, que debía haber estado pegada a la pared…" (Diario de Noticias”, 17-agosto-36, transcrito en La Matanza de Badajoz, pg. 68)
Félix Correia, otro de los periodistas portugueses, describía los mismos hechos antes descritos y mencionaba, sobrecogido por tan dantesca escena, a testigos por si fuese necesario corroborar los hechos:
“Estábamos asombrados e indignados….Asistían a esto, tan horrorizados como nosotros, nuestros compañeros Leopoldo Nunes, José Augusto y el periodista francés que escribe para “Le Matin”, Guillaume de Brassy".
Y añadía: “Pero lo que parece imposible, es que haya naciones que, por acción u omisión, estén ayudando a estos bárbaros que avergüenzan a la especie humana, y a sus cómplices de Madrid” (Diario de Lisboa, 18 de agosto de 1936, recogido en La Matanza de Badajoz, pg.69)
Y añadía: “Pero lo que parece imposible, es que haya naciones que, por acción u omisión, estén ayudando a estos bárbaros que avergüenzan a la especie humana, y a sus cómplices de Madrid” (Diario de Lisboa, 18 de agosto de 1936, recogido en La Matanza de Badajoz, pg.69)
Deben tener en cuenta estos hechos aquellos que claman por la Ley de Memoria Histórica y no exigir “homenajes institucionales de reconocimiento público de personas asesinadas por defender la democracia y la libertad”, porque no parece que defendieran lo uno ni lo otro, ni que sean merecedoras de tales homenajes.
Hace poco leí en un diario la noticia de que el Ayuntamiento de Badajoz había decidido quitar a Margarita Nelken la calle a la que daba nombre en la ciudad. Debo decir que, conocidos sus actos, lo que no se entiende es que en algún momento se la dedicaran.
Cristo de la Paz de Juan de Ávalos (Parroquia de Almendralejo)
Cristo de la Paz de Juan de Ávalos (Parroquia de Almendralejo)
Más ejemplar y digna de respeto que la actitud de Margarita Nelken es la de un ilustre emeritense, gran artista. Me refiero al escultor Juan de Ávalos, considerado franquista y denostado por ello, cuando, en realidad, tenía el carnet nº 7 del PSOE, y fue depurado por ello al terminar la contienda. Por sus muchos méritos como escultor y su honestidad personal, supo ganarse el respeto y admiración de la gente de bien ante sus obras. Una de ellas, el Cristo Crucificado situado en la cabecera de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Purificación en Almendralejo, manifestó haberla hecho en recuerdo de "Todos los que perdieron su vida en las guerras de España".
¡Magnífico ejemplo del espíritu de reconciliación que debería existir en la sociedad española!.