Una de las claves menos estudiadas del inicio del 18 de julio ha sido el apoyo social recibido por los militares alzados. La vía conspiratoria había ido cobrando fuerza con la victoria del Frente Popular. La CEDA y el Bloque Nacional agrupaban al sector social derechista, a partir de finales de 1935, aunque la Falange y la Comunión Tradicionalista formaban los nuevos ejes de la juventud derechista, debido a un proceso de rápida radicalización. Los grupos conspiradores habían sido monárquicos en su génesis reagrupando a los elementos dispersos de la Sanjurjada. Pero estos grupos entraron en relación con la Unión Militar Española y con militares republicanos derechistas. Con la dirección del movimiento conspiratorio en manos del general Emilio Mola se fue vertebrando una acción puramente militar en la que los elementos civiles serían auxiliares del ejército.