El Español Instituto Cervantes, en su sede central madrileña de la calle Alcalá 49, ha organizado una original exposición sobre Pablo Neruda que tiene como principal atractivo parte de la inmensa colección de caracolas recogidas la mayor parte de ellas directamente por el poeta en las mas diversas playas del mundo.
Junto a este muestrario de caracolas, mas de cuatrocientas de las miles que integran la colección hoy depositada en la Universidad de Chile, que en opinión del escritor chileno era lo mejor que había coleccionado en su vida, se presentan primeras ediciones de sus obras mas conocidas, entre ellas su memorial «Confieso que he vivido» (1974) y «Primera Residencia» (1933), publicada cuando ejercía de Cónsul de Chile en Madrid con su nombre de pila, es decir Ricardo Eliécer Neptalí Reyes puesto que Pablo Neruda fue seudónimo literario hasta 1946, en que se transforma en su nombre civil. También «Veinte poemas de amor y una canción desesperada» (1924), auténtico descubrimiento y espaldarazo ante la crítica universal.
Algunas de las caracolas de Neruda. Isla Negra. Foto: Manuel Toledo 2004 - Fundación Pablo Neruda.
|
|||
20 de 25
Salón de La Chascona. El nombre de la casa se refiere al cabello de Matilde Urrutia. Foto: Manuel Toledo 2004. Cortesía: Fundación Pablo Neruda. |
|
|||
21 de 25
El mar de Valparaíso visto desde La Sebastiana. Foto: Manuel Toledo 2004. Cortesía: Fundación Pablo Neruda. |
|
|||
23 de 25
Otra vista de Valparaíso. La ventana da la sensación de estar en un barco. Foto: Manuel Toledo 2004. Cortesía: Fundación Pablo Neruda. |
|
|||
24 de 25
Neruda era un gran conocedor de las aves de América Latina. Éste es un corocoro venezolano, en La Sebastina, Valparaíso. Foto: Manuel Toledo 2004. Cortesía: Fundación Pablo Neruda. |
|
|||
25 de 25
Escritorio de Pablo Neruda en La Sebastiana. Foto: Manuel Toledo 2004. Cortesía: Fundación Pablo Neruda. |
En distintos paneles, una descripción de su vida como poeta y como político. Comprometido desde el primer momento con la Republica Española, su piso madrileño de la Casa de las Flores en el barrio de Argüelles fue centro de reunión de la lírica española, especialmente de los hombres del 27 y de los políticos que acabaron con la monarquía alfonsina. En Madrid fundó la revista poética «Caballo verde para la poesía» y una obra clave para entender su poética: «La furia y las penas» (1936). Después, viajero impenitente por el ancho mundo, con parada en Isla Negra, militante comunista oficialmente desde el año 1938, poeta de la España en guerra que canta de forma desgarrada en «España en el corazón» (1937), diplomático en países de América y Asia y Premio Nobel de Literatura en 1971, el mismo año en el que Allende le nombra Embajador en Paris, renunciando al cargo por enfermedad el año 1973, en que regresa a su amado Chile para morir poco antes del golpe de estado de Pinochet.
De todo ello hay una secuencia completa en esta exposición que los españoles podemos contemplar en la sede del Cervantes viendo y viviendo el mundo poético nerudiano, una de las glorias de la lengua española. En el frontispicio de «Confieso que he vivido», Neruda, tras afirmar que «se lo llevaron todo» (se refiere a los descubridores), añade «lo dejaron todo» (porque dejaron el tesoro inigualable de su lengua -la española-, que siglos más tarde encontraría en este lírico chileno una de sus mas altas cimas.