Legión, según el DRAE es, en una de sus acepciones “Número indeterminado y copioso de personas, de espíritus, y aun de ciertos animales”. Y bulimia, tendencia a comer en exceso de modo compulsivo. De lo que resulta que una legión bulímica será un conjunto de personas, espíritus, o animales, que engulle de modo insólito. Y una legión bulímica en píe, la que, ya ahíta, a impulso de determinadas consignas, se alza contra algo.
Quienes instaban a la famélica legión a ponerse en píe para alcanzar las que otrora podían ser justas aspiraciones, eran los partidos y sindicatos marxistas de ultraizquierda, según los métodos radicales heredados de los jacobinos de la revolución francesa, que aun aplican con igual eficacia que sus viejos maestros, como dictan sus manuales de “agit prop”; la “agitación y propaganda” que constituye el pilar básico de las organizaciones políticas y sindicales de la izquierda extremista.
Con el paso del tiempo la famélica legión dejó de tener hambre; de modo que ya no necesitaba alzarse contra nada para comer. Pero los partidos y sindicatos de ultraizquierda, que nunca utilizaron los alzamientos en beneficio de los afectados, sino para sus propios fines partidistas, decidieron continuar promoviendo el alzamiento de los famélicos que ya dejaron de serlo, no para lograr el alimento del que ya gozaban, sino para otras cosas. Principalmente para incendiar el ambiente cuando el resultado de unas elecciones democráticas les resultaba adverso. Recuérdense, p.e. la huelga revolucionaria de 1917, o la revolución de 1934. Con lo que la justificación primitiva del alzamiento de la famélica legión quedó deslegitimada al convertirse en una maniobra de tipo político para lograr, no “pan para el obrero”, por decirlo en la manida expresión de burda demagogia propia de la izquierda, sino beneficios para el partido, el sindicato y sus jerifaltes; esa tropa hambrienta de prebendas, incapaz de controlar su deseo compulsivo de engullir sueldos, cargos, y todo tipo de beneficios personales. Esa tropa bulímica de nóminas y cargos, compuesta de ordinario por los “maltrabaja” y más vagos de cada casa, que dice trabajar en beneficio del trabajador, pero que no ha trabajado en su vida en nada. Con lo que, de la legión anoréxica por necesidad, se ha pasado a la bulímica por ambición. Si es legión de personas, de espíritus, o de animales, dígalo cada cual a la vista de cómo se comporta cuando actúa.
Pues esa es la legión que se está movilizando estos días. ¿Por qué? ¿Contra qué? ¿Contra quién? Parece claro. Desde luego, no contra quienes han arruinado España; fracturado la sociedad; originado cinco millones de parados; arruinado a la pobre clase media; realizado toda especie de despropósitos; robado lo que no está en los escritos, y provocado tal caos en todos los terrenos, que recuperarse de ellos llevará décadas.
Pese a ello, el agit prop no se detiene. Al contrario. Ahora es cuando está en su mejor momento ¡En píe bulímica legión! ¡A tomar cerveza! ¡A colocarse! que dijo otro santón de esta misma tropa. Y si al paso cae alguna iglesia, pues ya se sabe lo que dice el manual.