La llamada ley de memoria histórica ha puesto de actualidad los crímenes cometidos durante la guerra civil española y el franquismo. Este libro, recientemente publicado por Barbarroja, nos ofrece un aspecto muy poco conocido —cuando no aviesamente ocultado— que tiene como tema central la represión criminal sufrida por los falangistas antes del 18 de julio de 1936.
La Falange, organización política fundada poco más de tres años antes, sufrió una persecución despiadada desde su origen y este trabajo ayuda a mostrar no sólo el salvajismo político contra una pequeña organización, sino también el heroísmo del que tuvieron que hacer gala los primeros camaradas.
La «dialéctica de los puños y las pistolas» no fue una realidad hasta que la Falange perdió más una docena de militantes y simpatizantes y no hubo más remedio que hacer frente al matonismo marxista. «De cada cuatro cayeron tres» hace literalmente añicos la teoría de que la Falange nació como brazo armado de la derecha monarquía y reaccionaria. Los falangistas durante la República no fueron pistoleros a sueldo de los intereses de la burguesía industrial ni del caciquismo rural, como la historiografía al servicio del sistema señala. Los caídos del nacional-sindicalismo en su mayoría fueron jóvenes patriotas, trabajadores y estudiantes, cuya media de edad no superaba los veinticinco años.
Decir que los falangistas de la etapa fundacional tuvieron que realizar el apostolado de su ideario político en unas condiciones políticas extremadamente difíciles, no es decir mucho desde los parámetros de la actual confrontación política. Declararse falangista en los años treinta del pasado siglo XX suponía afrontar las máximas penalidades, la posibilidad de ser baleado en la puerta de casa y, de remate, la presencia de un sistema judicial fuertemente penetrado por la masonería que suponía la amenaza de la detención y el encarcelamiento arbitrarios.
Conviene advertir también que, si bien es cierta la hostilidad de la bibliografía de matriz marxista —o progresista, como ahora se dice— en los últimos años venimos detectando por parte a historiadores y divulgadores de corte conservador o neoliberal, de culpabilizar a la Falange y a los falangistas de cualquier brutalidad cometida en España los años de la República y la guerra civil, tratando, así, la actual derecha de recomponer su propio pasado a base de relatos poco menos que arcangélicos.
Así, el año pasado, por ejemplo, el escritor Alfonso Ussía tuvo la desvergüenza e atribuir la responsabilidad de la muerte de Federico García Lorca a los falangistas, ocultando que fueron éstos los que le protegieron, siendo acogido en la casa de los hermanos Rosales, dirigentes de la Falange granadina, y que su asesinato, como todo el mundo conoce —excepción hecha de Ussía y sus fans—, fue responsabilidad directa de Ramón Ruiz Alonso, que puso en presencia de la autoridad militar de la provincia la vida del insigne poeta y dramaturgo.
Así, el año pasado, por ejemplo, el escritor Alfonso Ussía tuvo la desvergüenza e atribuir la responsabilidad de la muerte de Federico García Lorca a los falangistas, ocultando que fueron éstos los que le protegieron, siendo acogido en la casa de los hermanos Rosales, dirigentes de la Falange granadina, y que su asesinato, como todo el mundo conoce —excepción hecha de Ussía y sus fans—, fue responsabilidad directa de Ramón Ruiz Alonso, que puso en presencia de la autoridad militar de la provincia la vida del insigne poeta y dramaturgo.
La historia heroica de la Falange esta siendo rescrita —retorcida, sería el térmico correcto— en los últimos años. La realidad, empero, es que los falangistas podemos presumir de una historia limpia y heroica. La Falange vio como sus mejores hombres caían, primero durante la República, después en la guerra civil y, finalmente, al integrase en la llamada División Azul, reclamando, como pedía José Antonio: "los puestos de mayor peligro" y no en la retaguardia, desde cobarde de la represión. ¿Dónde, si no, murieron sus mandos y sus mejores militantes de primera hora? En sus puestos, disciplinadamente. Los héroes que Cristóbal Córdoba retrata en este libro merecerían ser recordados por todos los españoles por su sacrificio generoso y entrega desinteresada en pro de la nación.
Iniciativa seria y rigurosa la que ha plasmado Cristóbal Córdoba en De cada cuatro cayeron tres que, según nuestras noticias, tendrá continuidad en Ediciones Barbarroja con próximas entregas. A la espera estamos.
Con De cada cuatro cayeron tres estamos, en definitiva, hablando de una obra de referencia e, insistimos, es la mejor manera de que nadie hable —o escriba por nosotros— sin contar con que los falangistas, como cada quisque, tenemos memoria. Imprescindible.
FICHA TÉCNICA | COMPRA ONLINE | |||
Título: | De cada cuatro cayeron tres | Ediciones Barbarroja | ||
Autor: | Cristóbal Córdoba | |||
Editorial: | Barbarroja | |||
Páginas: | 424 | |||
Precio | 19 euros | |||