Cuatro misioneros claretianos en la parroquia española de París ayudaron a salvar al menos a 138 judíos de la persecución nazi entre 1940 y 1944, según una reciente investigación del joven historiador Santiago López Rodríguez, que detalla los hechos en su tesis doctoral El Servicio Exterior de España durante el Holocausto en la Francia ocupada (1940-1944).
Ni la congregación ni los descendientes de los rescatados sabían nada o casi nada de estos hechos hasta ahora. El periódico El País se ha hecho eco con un extenso reportaje ilustrado (fotos y vídeo) que se puede consultar aquí.
Firmando falsas partidas de bautismo de familias sefardíes
Durante la Segunda Guerra Mundial había 14 misioneros claretianos en la Misión Católica Española en París, en la calle de la Pompe, 51 bis. Hoy hay 3, que siguen acogiendo inmigrantes hispanos en apuros. Allí están los archivos que ha consultado Santiago López Rodríguez y lo dejan claro: 4 claretianos (Gilberto Valtierra, Joaquín Aller, Emilio Martín e Ignacio Turrillas) firmaron partidas de bautismo de familias enteras, especialmente de judíos sefardíes originarios de Salónica y Estambul que intentaban salir de la Francia ocupada por los nazis y llegar a España o Marruecos.
Aunque estos claretianos, como españoles, eran civiles de un país neutral, se ponían en peligro al falsificar esos documentos. Esta actividad, desde el punto de vista civil, era entonces un delito grave de falsificación de documentos relevantes. "Se enfrentaban al Estado francés. Si esto se hubiera destapado, podría haber supuesto, sin duda, su expulsión de Francia y un gran perjuicio para la diplomacia española”, comenta el historiador.
La parroquia española en París donde se daban (y se guardan) los certificados falsos (fotod e Juan Millás para El País)
Aunque alguna familia, como veremos, recibió realmente los sacramentos y perseveró en la fe católica, parece que en la gran mayoría de los casos se firmaban los documentos sólo para ayudarles a salvar la vida y huir del país.
Una red que implicaba al cónsul español
Alain de Toledo, que preside la asociación Muestros Dezaparecidos (Nuestros Desaparecidos, en castellano sefardí), la cual investiga la historia de los sefardíes españoles deportados en Francia, fue quien puso sobre la pista al historiador Santiago López. De Toledo le dijo que a sus padres, sefardíes, en "una iglesia española de París habían falsificado unas partidas de bautismo para ayudarlos a huir a España". De Toledo no lo sabía por sus padres, que nunca se lo dijeron. Lo supo por otra familia de origen sefardí.
“Un primo de mi madre, Enrique Saporta y Beja, conocía muy bien al cónsul [Bernardo Rolland, cónsul general de España en París]. Este le había prestado una oficina en el consulado para ayudar a los sefardíes. Él me contó que Rolland fue el que aconsejó a estos judíos que fueran a ver a los sacerdotes”, explica De Toledo por e-mail a El País.
Se sabía que el cónsul español Rolland ayudó a salvar a muchos judíos que huían. Ahora se constataría que su red de ayuda incluía al menos a los 4 claretianos y parece que a unos cuantos trabajadores españoles de la Cámara Oficial de Comercio en París, que firmaban como padrinos en bastantes de las partidas falsas de bautismo.
Alain de Toledo considera que el cónsul Rolland debería ser considerado un Justo entre las Naciones y así lo defiende desde su asociación. También la Fundación Raoul Wallenberg, especializada en temas ligados al Holocausto, lo propuso ya en 2008.
Los documentos salvaban vidas
¿Realmente estos bautismos ayudaron a salvar la vida de la mayoría de estas familias? El historiador Santiago López está convencido de que los documentos que daban los claretianos salvaron vidas.
“Estos documentos eran una herramienta perfecta para ocultar su fe [la de los judíos] y dar más credibilidad a los certificados de nacionalidad española u otros papeles expedidos por Rolland”, puntualiza el investigador. Con los certificados de bautismo, evitaban que las autoridades francesas colaboracionistas les incluyeran en los censos de judíos, los que luego serían deportados. Por otro, les ayudaban a conseguir un visado para salir de Francia.
Un caso similar se dio desde Estambul en la llamada Operación Bautismo, dirigida por el nuncio Roncalli (futuro San Juan XXIII), en la que se falsificaron hasta 24.000 partidas de bautismo de judíos.
En la rue de la Pompe, los claretianos "certificaron" el bautismo de 155 personas de apellidos judíos durante esos 5 años. Unas sesenta de estas partidas correspondían a judíos inscritos como ciudadanos españoles y 19 a "protegidos", es decir, personas que contaban con el amparo del consulado. De estas 155 personas, 138 lograron salvar la vida. No lo lograron 17, incluyendo el niño de 8 años Rogelio Samuel Benarrosch, que morirían en los campos de exterminio. Más de 77.000 judíos asesinados en campos nazis habían llegado deportados desde Francia.
Al "bautizarse" (o fingir bautizarse) los documentos de bautismo les daban un nombre muy español, que les ayudara a ir a España: Levy se convirtió en Luis, Jacobo en Jaime y Moisés en Mauricio. A menudo, unos figuraban como padrinos de bautismo de otros, algunas semanas después de conseguir su partida bautismal.
Entre los claretianos no se sabía casi nada
De los cuatro claretianos implicados, el más conocido es el padre Joaquín Aller, que era el superior entonces. Nacido en 1897 en Campo de Villavidel (León), la prensa local asturiana de la época informó de que había colaborado con un comunista asturiano exiliado para devolver a Asturias la talla de la Virgen de Covadonga, que pasó parte de la Guerra Civil en la Embajada española de París. Murió en Bilbao en 1964.
El padre Tobes, de 81 años, el claretiano que dirige hoy la misión y guarda la documentación, conoció a Ignacio Turrillas. “Era el que quedaba vivo de los cuatro y murió en mis brazos en 1979. Jamás me contó nada de esto. Pero un día, años después de su muerte, allá por 2008, llegó una mujer a la puerta diciendo: ‘Vengo a daros las gracias. Salvasteis la vida de mis padres’. Nadie sabía a qué se refería y la llevamos ante el padre Miguel Ángel Chueca, nuestro superior por entonces”.
Cuando la mujer se marchó, dice Tobes, Chueca contó toda la historia al resto de los misioneros, sin muchos detalles, y les pidió que guardaran silencio. Creo que fue una historia que la orden vivió en su intimidad. Ahora, al saber más sobre lo que hicieron nuestros hermanos, nos llena de orgullo y felicidad”, comenta en El País.
Se sabe que el arzobispo de París durante la guerra, Emmanuel Suhard, en 1942 pedía datos sobre conversos judíos a los claretianos españoles, pero parece casi seguro que era para coordinarse mejor y ayudar a dar credibilidad a los casos. Ese mismo año, el arzobispo Suhard protestó ante Pétain por la deportación de judíos y fue encerrado en un arresto domiciliario con soldados alemanes vigilándole. No está claro cuánto sabía exactamente de la red española.
Los periodistas de El País y el historiador Santiago López se han esforzado mucho por contactar con descendientes de esas familias, pero sólo han encontrado 20 y casi ninguno sabía nada.
Raimundo Saporta, vicepresidente del Real Madrid, nació en Estambul en una familia sefardí y fue bautizado a los 16 años por los claretianos de París durante la Segunda Guerra Mundial; murió en 1997 a los 70 años, y recibió un funeral católico
Y así llegó Di Stéfano al Real Madrid
Alain de Toledo lo supo por Enrique Saporta, pero la mayoría de los Saporta desconocían el asunto. Por ejemplo, Karine Saporta ("hija, sobrina y nieta") de los salvados, lo ha sabido por los periodistas que le contactaron. Esta familia ha tenido dos miembros relevantes implicados:
- Raimundo Saporta, tío de Karine, que según las fichas de la Rue de la Pompe se bautizó allí con 16 años, se convertiría décadas después en el vicepresidente del Real Madrid, número 2 de Santiago Bernabéu y fue quien trajo a Alfredo Di Stéfano a jugar al equipo blanco.
- Marcelo Saporta, padre de Karine, se bautizó allí con 19 años; así pudo escapar a Madrid; luego volvió a París, usó el nombre de Marc Saporta, y fue el traductor, editor y amigo íntimo del muy anticatólico escritor Jean-Paul Sartre.
Ninguno de los dos dijo nada de su historia a sus familiares.
Con todo, parece que el bautismo de los Saporta fue real, porque en 1949, cuatro años después de la guerra, sin mayor necesidad, Marc Saporta se casó en la parroquia española de la rue de la Pompe por el rito católico y ofició la celebración el padre Valtierra, el mismo que había firmado su bautismo.
La web de El País ofrece la lista de las 155 personas que recibieron su partida bautismal allí, y anima a cualquier pariente interesado a contactar para explicar su historia.