La Iglesia Católica en Ucrania sigue desviviéndose por ayudar a todos mientras las tropas rusas siguen avanzando y los bombardeos siguen arrasando ciudades enteras. Incluso los seminaristas están en estos momentos volcados ayudando física y espiritualmente a todo el que lo necesita.
Uno de ellos es el venezolano Jesús Pacheco Ordaz, seminarista venezolano de 31 años del Seminario Redemptoris Mater de Kiev, vinculado al Camino Neocatecumenal, y que desde hace diez años se forma para ser sacerdote en Ucrania.
En este momento se encuentra realizando una experiencia misionera en la ciudad de Leópolis (Lviv), concretamente en la parroquia de San Juan Pablo II. En una entrevista con Vatican News, este seminarista afirma estar allí "por petición del padre Gregorio Draus, párroco de la Iglesia San Juan Pablo II, quien ha abierto las puertas de nuestra casa parroquial y templo para que sea refugio de todos aquellos que huyen de las ciudades más afectadas".
Desde el inicio de los ataques han acogido en sus instalaciones a más de 2.000 personas, mayormente mujeres y niños. "Actualmente tenemos alojados aquí a unos 163 refugiados. La ayuda que prestamos a estos hermanos necesitados es una gracia que no depende de nosotros sino que es un humilde y pobre servicio que va acompañado de más de 30 voluntarios de nuestra parroquia, que día a día dan la vida para servir a estas personas que lo han perdido todo", cuenta el joven seminarista.
De este modo, recalca que a todos los refugiados que llegan les dan “un techo, alimentos y les hacemos llegar toda la ayuda que recibimos, tanto de la vecina Polonia, como de Hungría, Italia, España; y los hermanos de Latinoamérica, Costa Rica, Venezuela, Argentina…”.
Pero la ayuda no es únicamente material sino que la espiritual es incluso más importante, pues son muchas las heridas que arrastran estas personas.
"A parte de llevarles material humanitario, tenemos la misión de hacerles saber a estas personas que Dios no quiere la muerte de sus hijos y por ello les anunciamos sin cesar, la Buena Nueva de su amor inmenso, incluso en medio del dolor, el sufrimiento y la desesperación. Por eso para nosotros es tan importante estar en comunión en este servicio que prestamos y nos es indispensable iniciar cada día orando, viviendo cada Eucaristía como si fuera la última", explica Jesús Pacheco.
Según recalca, la oración es el “combustible” para hacer todo lo necesario cada día. “Sin oración –afirma- sería imposible sobrellevar esto, ya que es fácil escandalizarse del sufrimiento humano y de tanta tragedia”.
Preguntado sobre cómo ve el pueblo ucraniano el futuro de su país, este seminarista responde: “es difícil saber qué le espera a este pueblo. Cuando hacemos esta pregunta a nuestros hermanos, ellos responden 'esta es y seguirá siendo Ucrania, esta es y seguirá siendo nuestra casa'. A pesar de que han tenido que abandonar sus hogares, muchos tienen la convicción de que esto acabará y regresarán para reconstruir su país. Lo tienen claro. Se sienten a gusto en nuestra casa parroquial pero nos expresan que toda esta situación los hace sentirse extranjeros en su propia tierra. Sufren porque les han arrebatado su patria. Igualmente, en las conversaciones que tenemos con ellos tratamos de cultivar la posibilidad del perdón porque vemos que en sus corazones crece el odio hacia la nación de la que reciben estos ataques y sienten que les ha robado la paz”.