A principios de año, los obispos católicos rusos (hay cuatro diócesis, con 4 obispos y un obispo auxiliar) se reunieron y establecieron dos objetivos especiales para este año marcado por la guerra: recordar en noviembre los cien años de los procesos de Moscú de 1923 (cuando los bolcheviques encarcelaron y 'juzgaron' a unos 15 clérigos católicos, con terribles condenas y gulag) y conseguir enviar en agosto a la JMJ, al menos, a un pequeño grupo de peregrinos.
Lo segundo ya lo consiguieron. Dieciocho jóvenes de Moscú, San Petersburgo y Samara acudieron a Fátima y a Lisboa para la JMJ, y ReligionEnLibertad ha hablado con algunos de ellos, que vuelven emocionados, alegres y con ganas de hablar de la experiencia a más jóvenes católicos del país.
A finales de agosto se reunirán jóvenes de 16 a 30 años de toda Rusia en San Petersburgo para comentar lo vivido y hacer amistades cristianas. Los 18 que han ido a Portugal superan los 22 años: han seleccionados jóvenes sensatos y de cierta madurez, que no se metan en líos, y les acompañaba el padre Markus Novotni, un formador del seminario de San Petersburgo (el único seminario en Rusia).
Minoría pequeña, libertad de expresión limitada
Hay que entender el contexto de los católicos en Rusia: son una minoría muy pequeña, apenas 800.000, el 0,5% de los 143 millones de habitantes del país, a veces separados por distancias enormes. No sufren limitaciones al culto (aunque el Gobierno sigue sin devolver muchos templos confiscados en época soviética) pero sufren limitaciones a la libertad de expresión... como el resto de los rusos.
En Rusia nadie puede llamar "guerra" a lo que sucede en Ucrania. Oficialmente sólo pueden decir que es una "operación militar especial"; quien le llama "guerra" es multado. Sí se puede hablar de orar "por la paz y el fin de las guerras" (así, en general). Muchos católicos en Rusia son descendientes de polacos, lituanos o alemanes. Otros, directamente, son inmigrantes. Los otros rusos -vagamente ortodoxos y, simplemente, postsoviéticos sin fe- les miran como una curiosidad.
A la JMJ acudieron también unos 300 jóvenes ucranianos, con ayuda económica del Vaticano. Rusos y ucranianos pasaron por Fátima en los mismos días, pero no se organizó ningún encuentro entre ellos, ni formal, ni informal.
En una semana 150.000 peregrinos pasaron por Fátima, más los 200.000 que acudieron el sábado a recibir al Papa. Por lo general, los ucranianos tenían sus propios encuentros, mientras que los rusos compartían algunos con bielorrusos, kazajos, georgianos, etc... Pero a las catequesis en Santa Catarina, en Lisboa, acudieron algunos ucranianos (no la mayoría) y no hubo problemas.
Durante la JMJ, en Nunciatura el Papa Francisco recibió a un grupo de ucranianas que le entregaron símbolos del sufrimiento de su país: el agua de las presas destruidas, grano de las cosechas bloqueadas, restos de bombas caídas en una iglesia de Jersón... Pero el Papa no recibió peregrinos rusos, ni se organizó en la JMJ ningún gesto conjunto de rusos con ucranianos.
Atmósfera internacional desde Fátima
Anna, una de las peregrinas rusas, explica a ReL que en Fátima no pudieron visitar las casas de los santos pastorcitos ni participar en la procesión con velas, pero sí estuvieron en la misa internacional, con la que enseguida entraron, dice, "en la atmósfera de las jornadas mundiales de la juventud y sentir el alcance universal de la Iglesia Católica". Esa universalidad es algo que los católicos de iglesias pequeñas aprecian mucho.
Otro peregrino, llamado Pavel, explica a ReL que la Virgen de Fátima "es muy venerada en Rusia, entre los creyentes cristianos y no sólo los católicos". Le ha gustado estar en los lugares especiales, como el lugar de las apariciones y el de la visión del ángel. "Estoy seguro de que esta peregrinación dejará algo importante para todos de por vida".
Los católicos rusos se alojaron en Porto de Mós, población de 6.000 habitantes cerca de Fátima. Fueron caminando desde allí al santuario, en un camino de peregrinación. "Fue un momento importante para todos nosotros de unidad y oración conjunta", explica Anna.
Los peregrinos rusos en la JMJ 2023 se fotografían con peregrinos bielorrusos.
"Rusia se convertirá"
Mucha gente conoce la promesa de la Virgen de Fátima de que "Rusia se convertirá". Anna piensa que es así, pero poco a poco. "Creo que nuestro país va por el camino de la conversión. Veo que muchas personas jóvenes, y no sólo jóvenes, buscan en Rusia respuestas a preguntas espirituales. Sienten la necesidad de comunicarse con Dios y encuentran en la Iglesia lo que están buscando o, más precisamente, a Quién están buscando". Pavel dice que está seguro que "la realización de la profecía está por delante".
En las tres catequesis en Lisboa, en la Iglesia de Santa Catarina, los rusos se reunieron con grupos de Kazajstán, Tayikistán, Turkmenistán, Bielorrusia y Moldavia, con el ruso como lengua común. "Nuestra comunión fue fraternal, ya que todos somos hermanos en Cristo y en una sola fe. Por supuesto, cada uno de nosotros ora por la paz, sin guerra", comenta Pavel. Anna comenta que de cada país se contaron testimonios de conversos: varios peregrinos eran novatos en la fe, o conversos de hace unos años.
Con las banderas de Rusia
En la JMJ todo el mundo lleva banderas de su país, su región y movimiento. Rusia no es el país más popular en Europa ahora mismo, pero los peregrinos rusos no escondieron su bandera y no tuvieron ningún problema, dicen.
Los peregrinos católicos rusos se fotografían con norteamericanos y mexicanos en la JMJ de Lisboa 2023.
"Nuestro grupo tenía varias banderas, y cuando asistíamos a eventos masivos con todo el grupo, como la Misa de apertura de la JMJ o una reunión con el Papa, llevábamos las banderas con nosotros", explica Anna. "Los representantes de muchos países nos dieron la bienvenida con alegría, expresaron su alegría por el hecho de que el grupo ruso logró llegar y pidieron tomar una foto como recuerdo".
Pavel añade que "la bandera rusa estuvo presente en la ceremonia de salida de las banderas de los países participantes y la llevó un miembro de nuestra expedición. La gente se alegraba de ver que conseguimos llegar desde Rusia. No hubo otra reacción".
Pavel añade que hubo ucranianos en las catequesis en Santa Caterina, con los rusos y otros rusohablantes, sin problema ni incidente alguno.
Unidad y oración por la paz
Como tantos peregrinos, los rusos, en misas y adoraciones, vieron que "a pesar de las diferentes nacionalidades, idiomas y características culturales, compartimos la misma fe con los católicos de todo el mundo", dice Anna.
Sobre los peregrinos españoles e hispanoamericanos, Anna dice que "eran especialmente enérgicos, cantaban y bailaban mucho y daban fuerza con su energía. Al pasar junto a ellos, siempre quería unirme a sus bailes y canciones".
Peregrinos rusos en la iglesia de Santa Caterina en la JMJ de Lisboa 2023.
¿Qué pueden hacer 18 jóvenes rusos por la paz, en la JMJ, y después de ella? "Podemos estar abiertos al diálogo, a la comunicación amistosa, listos para escuchar diferentes opiniones y con aceptación y comprensión tratar a cada persona, independientemente de las opiniones que exprese. Y, por supuesto, orar por la paz", explica Anna.
De vuelta a Rusia
Los peregrinos rusos hablarán a sus compatriotas de todo el país en un encuentro en San Petersburgo a final de mes. Parece que en las catequesis se les habló mucho de "ecología integral" y quieren hablar de eso. También quieren animar a los jóvenes católicos (siempre en minoría diminuta) a ser valientes y mostrar su fe.
"Quiero compartir la conciencia de que nosotros, los jóvenes católicos creyentes, somos muchos en todo el mundo, y animar a aquellos que se sienten como una minoría o tienen dificultades para practicar su fe, por ejemplo, en la familia o en el trabajo", dice Anna.
"Que sepan que en la Iglesia pueden encontrar el apoyo e incluso la familia espiritual que les falta. También hablaré de la cálida acogida de los lugareños de Porto de Mós, y la calidez de los peregrinos de todo el mundo en Lisboa. En estos viajes te sientes parte de una gran familia que te apoya y ayuda en todas las circunstancias. Aconsejaré a todos los que tengan la oportunidad de visitar una JMJ en el futuro".
También Pavel dice que hablarán de la hospitalidad de los portugueses y que "el mundo está abierto a la comunicación, el diálogo y las oraciones comunes con Rusia y que la construcción de un mundo ecológico basado en valores cristianos está en manos de la nueva generación".
La nueva JMJ es el 2027 en Seúl. La diócesis católica más cercana, además de las coreanas y japonesas, es la de San José en Irkutsk, en Siberia Oriental: ocupa el 7% de la superficie emergida de la tierra y tiene sólo unos 55.000 católicos, ¡incluyendo un par de parroquias que hacen misa en coreano! Les pilla "cerca".
Sobre la situación en Ucrania lea nuestra sección Iglesia en Ucrania.