El pasado 5 de diciembre se cumplieron dos años del fallecimiento del legendario cantante francés, Johnny Hallyday, que murió a los 74 años debido a un cáncer. Considerado uno de los grandes músicos de la historia de su país siempre fue caracterizado como el “Elvis Presley francés” por ser pionero del rock galo, por la riqueza de su producción musical y por haber sido un fenómeno de masas durante más de medio siglo. Nunca ocultó sus convicciones cristianas y habló públicamente de una fe de la que en numerosas ocasiones no fue coherente con su vida. Sin embargo, este artista que vivió en un mundo secularizado como el de Francia fue a contracorriente definiéndose como cristiano, algo que muchos otros no quisieron o atrevieron a hacer.

Ahora que han pasado dos años de su muerte, curiosamente Hallyday está acercando a la Iglesia Católica a cientos de personas, todas ellas fans del cantante, que llegan con una fe lejana y que abandonaron en su infancia y juventud. Muchos de ellos reconocen que echan de menos esa fe de sus padres y la paz que concede la oración.

Un fenómeno curioso en la iglesia de la Madeleine

Este fenómeno se está produciendo en la majestuosa iglesia de la Madeleine de París, donde cada día 9 de mes se celebra una Eucaristía en sufragio de Hallyday. Dos años después, el enorme templo se sigue llenando para esa misa, ya sea entre semana o en fin de semana. Casi todos son católicos de nacimiento, pero no practicantes. Este encuentro en la iglesia está, sin embargo, despertando sus conciencias y cuestionándolos sobre aquellas prácticas religiosas que una vez tuvieron y luego abandonaron.

Famille Chretienne se ha hecho eco de cómo Hallyday se ha convertido una vez muerto en un elemento de atracción para la Iglesia en el templo en el que se celebró su funeral el 9 de diciembre de 2017. Una hora antes de esta misa mensual ya hay más de doscientas personas en los bancos, encendiendo alguna vela en los altares laterales o simplemente meditando y buscando la paz que no encuentran de muros para afuera. Cuando da inicio la celebración eucarística son más de 500 personas las que están habitualmente presentes. Como la que se celebró este último 9 de diciembre.

Además de la Eucaristía, un sacerdote, también fan del cantante, canta con una guitarra alguna de las canciones de Johnny cuya letra ha sido previamente “catolicizada”. Así, letras como “vivir para los mejores” se han transformado en “vivir para Jesús” o canciones que ahora son dedicadas a la Virgen y que hablan de “Oh María, Madre mía, yo con tu Hijo en la Sagrada Eucaristía”.

Las iglesias, "un lugar de refugio"

En las primeras filas se encontraba sentado el matrimonio conformado por Ghislaine y Maríe, que acudieron a esta misa junto a otros amigos.  Ellos mismos reconocen que “solíamos ir a la Iglesia de jóvenes” pero que el devenir de sus vidas y de la sociedad les han ido alejando. Estos fans de Hallyday se lamentan que ahora sea cada vez más complicado encontrar iglesias abiertas, y que siempre que viajan intentan entrar en alguna. “Aquí encendemos una vela. Es un lugar de refugio, y es una pena si se roban objetos, pero las iglesias deben permanecer abiertas".

Otros de los participantes en esta misa son David e Isabel, que acudieron con sus dos hijos. Atraídos también por el cariño a este cantante francés decidieron ir a misa en familia, y aunque son católicos también reconocen que no van a misa todos los domingos. Eso sí, aclaran que sus hijos van a catequesis. “El estilo de vida hace que sea complicado ir a misa, no tanto los horarios”, afirman. Pero con respecto a la catequesis de sus hijos lo tienen más claro: “es importante” que vayan.

"Echo de menos todo esto"

En otro banco se encontraba Cathie, que participaba por quinta vez en esta misa mensual en sufragio por Johnny Hallyday. “A veces vengo a meditar aquí, incluso cuando no hay misa”, afirma ella. Como muchos de los participantes evoca esa fe en la que fue criada. “Mi padre tenía tíos sacerdotes y tías monjas. Yo no soy practicante, pero echo de menos todo esto. Me siento tranquila cuando vengo aquí. Descanso”.

Enzo y Joëlle es otro matrimonio de sesenta años que antes de misa fue hasta una imagen de la Virgen María para colocar una vela a la Madre de Dios. Él no se ha perdido ni una sola de estas misas en los dos años. “Mi padre y mi madre murieron poco después de la muerte de Johnny, así que cuando vengo aquí rezo por los tres”, afirma convencido.

La pareja no va a misa todos los domingos, pero conocen bien al párroco de Bezons: "vamos allí para el Domingo de Ramos, Navidad y Pascua”. En el pasado, sin embargo, iban allí todos los domingos con sus padres. Ahora van varias veces a la iglesia a poner “una vela para que Dios y Nuestra Señora” protejan a los que se han ido.  “Y luego, en las iglesias podemos ver y hablar con personas que tienen fe...”, añaden.

Una petición a la Iglesia: los templos, siempre abiertos

Denis, un funcionario que está cerca de la jubilación, reconoce que los teléfonos móviles “evitan ser atraídos por lo espiritual. Y además como las tiendas abren los domingos… ¡la misa ya no es una institución!”. Pero por otro lado, cree que “la gente siempre necesitará la Iglesia. Es el único lugar donde no hay policías en la entrada, donde no es necesario llevar un perfume de Dios para ser bienvenido…”.

Este hombre tiene claro, al igual que muchos de los allí presentes es que “lo que se necesita es que las iglesias permanezcan abiertas. Una persona que sufre y encuentra una puerta cerrada es alguien que nunca regresa. Dejemos que los cristianos se movilicen para mantener las iglesias abiertas y acogedoras".