El arzobispo de Lyon, el cardenal Philippe Barbarin, ha anunciado que presentará su dimisión al Papa Francisco tras haber conocido este jueves la sentencia del Tribunal Correccional de Lyon que le condena a seis meses de cárcel, que no tendrá que cumplir, por haber ocultado según la juez Brigitte Vernay los abusos sexuales a un menor que había cometido el sacerdote Bernard Preynat hace más de 25 años.
“He decidido ir a ver al Santo Padre para entregarle mi dimisión, me recibirá en unos días”, ha anunciado el purpurado en una comparecencia ante los medios de comunicación. Aún así, sus abogados también han informado que recurrirán esta decisión.
La Fiscalía no pedía condena para el cardenal
De hecho, la sentencia ha sorprendido a todos puesto que en 2016 ya se archivo el caso por estas mismas acusaciones contra el arzobispo de Lyon. Además, la Fiscalía en este proceso no había pedido ningún tipo de condena contra Barbarin al considerar que no había ningún elemento nuevo.
Una de las claves que llevaron al archivo y a la Fiscalía a no actuar es que la acusación de encubrimiento contra el cardenal trataba de unos actos cometidos hace décadas y ya prescritos para la justicia. Además, el Ministerio Fiscal consideraba que no estaba demostrado que hubiera intención de ocultamiento.
Sin embargo, la juez le ha condenado por no denunciar a la Justicia la comisión de estos abusos, aunque la Justicia no hubiese podido juzgarlos debido a que se produjeron entre la década de los 70 y principios de los 90.
Condenado por no denunciar hechos ya prescritos
Para sorpresa incluso de las víctimas de este sacerdote, este tribunal ha asegurado ahora que no había prescripción por su inacción entre julio de 2014 y junio de 2015 y lo ha declarado “culpable por no haber denunciado malos tratos” contra un menor durante aquellos meses en los que tuvo conocimiento de los hechos, pese a que se habían producido décadas atrás y no eran juzgables.
Los abogados del cardenal anunciaron que recurrirán la sentencia. Durante la vista, Barbarin aseguró que nunca había tratado de esconder unos hechos que calificó de "horribles" y aseguró que aunque había oído “rumores”, se enteró de los abusos cometidos por el párroco de su diócesis en el 2014 cuando una de las víctimas le contó directamente lo que había sufrido. En enero del 2015 pidió consejo al Vaticano, que le recomendó alejar al cura de la parroquia y evitar el escándalo, algo que hizo meses después.