Entre el 20 de julio y el 16 de agosto de 1974, la Turquía heredera del Imperio Otomano inició la operación Atila. Trescientos blindados turcos, entre 30 y 40.000 hombres y docenas de aviones arrasaron las defensas de la isla de Chipre. Tras la invasión, comenzó la islamización forzosa de la república insular de mayoría cristiana y ortodoxa por los colonos turcos, profanando gran parte de las iglesias y convirtiéndolas en mezquitas hasta nuestros días.
Una iglesia de cada pueblo es ahora una mezquita
Ioannis Eliades es el director del Museo Bizantino de la Fundación Arzobispo Makarios III, ubicado en Nicosia (Chipre). Con la experiencia que le acredita en el ámbito de la historia del arte y el patrimonio cristiano, ha explicado en Catholic World Repoter el proceso de descristianización forzosa de la isla por la población turca.
“A partir de 1974 al menos una iglesia de cada pueblo se ha convertido en mezquita, es decir la mayoría de las iglesias ortodoxas. Tapan el lado sur y añaden el Mikrab, el nicho orientado hacia La Meca”.
Los fieles no pueden volver a usarlas
Eliades admite que durante los últimos años, el Parlamento de la Unión Europea ha sido de los pocos que se han preocupado por paliar la destrucción del patrimonio cristiano, destinando inversiones a la restauración de algunas iglesias. “Unas pocas docenas”, explica: “De todos modos, incluso después de la restauración, los fieles no pueden usarlas para celebraciones, como si ya no fueran de su propiedad. Una vez que la iglesia se convierte en mezquita, ya no se devuelve a sus dueños”.
Esta creciente práctica en Chipre ha llevado a Eliades a concluir que “la política de los otomanos es la misma a lo largo de los siglos: convertir iglesias en mezquitas sin ningún respeto. Turquía no solo ha violado la independencia y la integridad de Chipre al ignorar las resoluciones de las Naciones Unidas y la Unión Europea, también ha iniciado la destrucción del patrimonio artístico y cultural cristiano del norte de Chipre, al forzar la expulsión de los ortodoxos de habla griega”.
Monasterios saqueados, iconos destruidos y evangelios desaparecidos
El experto anota que el objetivo es `turquificar´ lugares, pueblos y aldeas, cambiando sus nombres y borrando las huellas de la historia griega y cristiana, aunque los turcochipriotas nunca habían sido mayoría antes de 1974: “La situación política actual impide cualquier intento de encontrar una solución a la desaparición de un inmenso patrimonio cultural”.
Eliades recoge en uno de sus informes que más de 500 iglesias y monasterios han sido saqueados, destruidos, o convertidos para otros usos, junto con más de 15.000 iconos de santos, innumerables vasijas litúrgicas, evangelios y otros objetos de gran valor que han desaparecido literalmente. Un informe de la República de Chipre recoge decenas de ejemplos.
Engomi, uno de los yacimientos arqueológicos más antiguos de Chipre, antes de la invasión en 1974 y en el presente.
Las iglesias de ayer: establos, fotos para adultos y almacenes
En 2008, la iglesia de Santa Catalina en Gerani fue demolida para utilizar sus escombros como terraplenes en nuevos edificios de Famagusta. La misma suerte corrió en 2011 la de Santa Thekla en Vokolida.
Las celdas del Monasterio de la Virgen María Avgasida en Milia fueron empleadas como establos para animales. Otras iglesias se han convertido en almacenes de neumáticos, patatas, materiales o museos de propaganda turcos. La falta de escrúpulos llegó a convertir un cementerio ortodoxo de Keryneia en un plató para una sesión de fotos de modelos semidesnudas.
Además, tras la invasión, el norte de Chipre se convirtió en una de las zonas más militarizadas del mundo con hasta a 45.000 soldados turcos, que fueron albergados en iglesias y monasterios, reconvertidos en cuarteles, hoteles y propiedades de los propios refugiados.
Otras de ellas, después de haber sido saqueadas, fueron alquiladas, vendidas o convertidas en empresas, hoteles, baños otomanos e incluso discotecas o refugios para perros. Capítulo aparte merece para Eliades las numerosas iglesias convertidas en mezquitas.
Iglesia de Agia Irini, en el puerto de Ormos (Chipre) empleada como un almacén.
Tráfico ilegal de antigüedades
Además de la profanación o destrucción de edificios cristianos sagrados, la invasión turca fomentó el tráfico ilícito de antigüedades. “La mayor parte del patrimonio artístico cristiano fue robado del norte de Chipre, desde un tesoro incalculable de frescos, mosaicos, iconos, libros hasta obras de arte que pertenecen hoy a colecciones privadas en Turquía”.
Alfred zur Lippe o Aydin Dikmen son algunos de los escándalos más representativos de este contrabando con arte cristiano. Eliades lamenta que las iglesias que las autoridades han mantenido en buenas condiciones se deba a que “probablemente estén interesados en explotarlos como atractivos turísticos, al ser las más antiguas e importantes”.
Lamenta “que muchas otras iglesias igualmente hermosas e importantes del norte de Chipre hayan tenido una suerte mucho peor, mientras que en el `Chipre libre´ las mezquitas estén en buenas condiciones. Lo más triste es observar la maldad de quienes sin razón quitan las ventanas de las iglesias para que los pájaros las ensucien”.
Restauradores e historiadores en defensa del arte cristiano
El Museo Bizantino de la Fundación Arzobispo Makarios III, inaugurado en 1982 y ahora dirigido por Ioannis Eliades, es la sede del trabajo de la Iglesia Ortodoxa Chipriota para preservar y promover el patrimonio cristiano-ortodoxo de la isla. Una parte sustancial de este compromiso se centra en el norte de Chipre.
“Documentamos la desaparición de obras de arte”, dice su director: “Restauramos las recuperadas, organizamos conferencias para darlas a conocer. También visitamos las iglesias abandonadas, para evaluar su estado de conservación, aunque ahora no es fácil viajar al norte, porque debido a la pandemia".
Las dos zonas de Chipre, la greco-chipriota (con dos bases británicas) y la turco-chipriota, separadas por una zona bajo control de la ONU.
Los orígenes del conflicto: Occidente y la fe
Tras siglos de dominio turco y casi un siglo de dominio británico, los acuerdos firmados en 1960 reconociendo la independencia de Chipre respecto al Reino Unido autorizaban a Grecia, Turquía y Gran Bretaña a la intervención en caso de ver amenazada la autonomía de la nueva república.
La mayoría de la población, de ascendencia griega, era partidaria de la Enosis o reunificación con Grecia y había luchado secularmente sin éxito por la independencia del país heleno. En 1974, un golpe contra el arzobispo Makarios, presidente de Chipre, impulsado por el régimen militar griego proporcionó a Turquía la excusa perfecta para ocupar el norte del país y quedarse en él.
En su libro Chipre, una espina turca en el talón europeo, Jean-Claude Rolinat recuerda que antes de la invasión turca de 1974, el norte de la isla albergaba un 80% de griegos. Los turcos ocuparon un 33% del territorio, y constituyeron un estado no reconocido con colonos turcos continentales que conformaron el 20% de la población restante. Sesenta años después, la colonización turca continua eliminando todo rastro de la fe y monumentos cristianos en el norte del país.