Los salesianos del Instituto Pío XI de Roma escondieron 70 muchachos judíos entre 1943 y 1944, salvándolos de la persecución nazi. Ahora, en 2020, los estudiantes de ese mismo centro recuerdan esos hechos filmando una película documental con el título “El escudo del otro”.
Los hechos los describió en su libro del año 2000 el sacerdote salesiano Francesco Motto en No hemos hecho nada más que nuestro deber (Non abbiamo fato che el nostro dovere).
Los hechos los describió en su libro del año 2000 el sacerdote salesiano Francesco Motto en No hemos hecho nada más que nuestro deber (Non abbiamo fato che el nostro dovere).
"Durante los nueve meses de ocupación alemana en Roma, explicó a Vatican News, setenta muchachos encontraron refugio en nuestro instituto en la Piazza Maria Ausiliatrice. Hace unos veinte años conseguimos localizar a muchos de ellos, que desgraciadamente hoy todos están muertos. Las entrevistas que recogimos en 1994 constituyen la base para la realización de esta producción. Es un producto escolar, no profesional, pero de excelente nivel. Los chicos se han identificado con sus compañeros de 75 años atrás".
"Después de 60 años aún se sabían los cantos salesianos"
En plena Segunda Guerra Mundial, "el padre Francesco Antonioli, anunció a los alumnos la llegada de nuevos muchachos, pidiéndoles que no hicieran preguntas, sino que los acogieran como a todos los demás. Para permanecer ocultos tuvieron que identificarse en la vida de un colegio católico, participando en todas las actividades del instituto, incluyendo las religiosas. Iban a la iglesia, participaban en la misa, aprendieron las oraciones. Obviamente no recibieron los sacramentos. Después de sesenta años - continúa el padre Francesco Motto - todavía recordaban los cantos salesianos".Escudar a los chicos judíos para los salesianos fue un gran riesgo. "En la película -explica Motto- hay una escena ficticia en la que un fascista parece sospechar la presencia de chicos judíos dentro del instituto, pero en realidad nunca hubo ningún control. Por supuesto que había mucho miedo: en más de una ocasión los más grandes se escondieron dentro de la cavidad de la cúpula de la iglesia por miedo a los controles alemanes, lo que en realidad nunca ocurrió. El verdadero problema era alimentar a todos. Sólo los católicos tenían las tarjetas, no los judíos".
Además, no todos los padres salesianos sabían de la presencia de los muchachos judíos: "La hospitalidad fue decidida por el padre Antonioli y el ecónomo, el padre Armando Alessandrini", ambos reconocidos por el Yad Vashem como "Justos entre las Naciones". Los demás no fueron informados oficialmente. Nadie hizo preguntas, pero años más tarde algunos salesianos admitieron haber intuido la filiación religiosa de esos muchachos".
"No hicimos nada más que nuestro deber", dijo el padre Armando al rabino André Zaoui, capitán del contingente francés que seguía a los aliados. El mismo Zaoui lo informó en una carta escrita a Pío XII para agradecerle lo que había hecho en favor de los judíos, en particular por la hospitalidad “ofrecida a setenta muchachos judíos por un colegio religioso".
"Encontramos esa carta", añade el padre Francesco Motto, señalando el ejemplo de acogida que en nuestros días ofrece este asunto: los chicos judíos necesitaban ser defendidos y los salesianos los acogieron. A costa de sus vidas. A los delatores les ofrecían recompensas en dinero, pero nadie traicionó o denunció a esos muchachos. El documental, realizado por Senape Production, estará pronto disponible en Internet.
El libro del año 2000 con todos los datos y documentos de los hechos se puede ver en PDF aquí