En Rusia las autoridades castigan a cualquiera que use las palabras "guerra", "invasión" o "ataque" para describir lo que pasa en Ucrania, y las autoridades ortodoxas en Rusia usan palabras muy suaves para referirse a la "situación" en el país vecino, mientras caen las bombas y cientos de miles de ucranianos han huido ya del país.

Pero un número de sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa -muchos de ellos fuera de Rusia, en países occidentales u orientales- han firmado un manifiesto contra la "guerra fratricida" de Ucrania y lo difunden pidiendo más adhesiones de clérigos.

Muchos de estos sacerdotes, aunque pertenecen a la Iglesia Ortodoxa Rusa, sirven en parroquias de emigrantes donde rusos, ucranianos, georgianos, moldavos y otras nacionalidades acuden juntos al culto y a las actividades sociales y fraternas.

"El pueblo de Ucrania debe hacer su elección libremente y no bajo la amenaza de los fusiles automáticos", proclama el manifiesto.

Entre los firmantes y difusores está el arcipreste de la parroquia ortodoxa rusa de Madrid, Andrey Kordochkin, que ha difundido el manifiesto en sus redes sociales.

Todos los sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa que quieran adherirse pueden hacerlo escribiendo al e-mail russianpriestsforpeace@gmail.com .

Traducimos el manifiesto completo desde el ruso.

***

LLAMAMIENTO DE LOS PRESBÍTEROS DE LA IGLESIA ORTODOXA RUSA POR LA PAZ Y EL FINAL DE LA GUERRA

Nosotros, sacerdotes y diáconos de la Iglesia Ortodoxa Rusa, cada uno en su propio nombre, nos dirigimos a todos aquellos de los que depende el cese de la guerra fratricida en Ucrania, con el llamamiento a la paz y el inmediato cese del fuego.

Dirigimos este llamamiento después de la Semana del Juicio Final [la penúltima semana antes de la Cuaresma ortodoxa, en la que se predica sobre el Juicio Final y el arrepentimiento] y en vísperas del Domingo del Perdón [el que inicia la Cuaresma].

El Juicio Final le espera a cada persona. Ningún poder terrenal, ningún médico, ningún guardaespaldas protege de ese juicio.

Preocupados por la salvación de cada persona que se considere hijo de la Iglesia Ortodoxa Rusa, no deseamos que nadie llegue ante ese juicio soportando la pesada carga de las maldiciones de madres.

Recordamos que la Sangre de Cristo vertida por el Salvador por la vida del mundo, acogida en el sacramento de la Comunión, a aquellas personas que dan órdenes asesinas no les traerá vida, sino el sufrimiento eterno.

Sufrimos con la prueba que injustamente están soportando nuestros hermanos y hermanas en Ucrania. Recordamos que la vida de cada persona es un don incalculable e irrepetible de Dios, y por eso deseamos el regreso de todos los combatientes, tanto rusos como ucranianos, a sus casas natales y a sus familias, sanos y salvos.

Con amargura pensamos en el abismo que tendrán que salvar nuestros hijos y nietos en Rusia y Ucrania, para volver a ser amigos, respetarse y amar unos a otros.

Respetamos la libertad dada por Dios a los hombres y consideramos que el pueblo de Ucrania debe hacer su elección libremente y no bajo la amenaza de los fusiles automáticos, sin presión de Occidente ni de Oriente.

En la espera del Domingo del Perdón recordamos que las puertas del paraíso se abren para cualquiera, incluso para la persona que haya pecado gravemente, si pide perdón a aquellos a quién haya humillado, ofendido, despreciado o a aquellos que haya asesinado, con sus manos o mediante sus órdenes. No hay otro camino más allá del perdón y la paz mutua.

¡La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra! Y ahora, ¡maldito seas tú desde esa tierra, la cual ensanchó su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano!”, le dijo Dios a Caín, envidioso de su hermano menor. ¡Ay de quien sea consciente de que esas palabras le están dirigidas en persona, a él!

Ningún llamamiento pacífico a la paz y el cese de la guerra debe bloquearse mediante la violencia ni interpretarse como violación de la ley, porque así es el mandato divino: “Bienaventurados los que trabajan por la paz”.

Llamamos a todas las partes contrincantes al diálogo, porque no existe otra alternativa a la violencia. Sólo la capacidad de oír al otro puede dar la esperanza de la salida del abismo, en el que nuestros países han sido arrojados en cuestión de pocos días.

Dejad cada uno, dejemos todos, que la Cuaresma nos lleve al espíritu de la fe, esperanza y caridad. Parad la guerra.

(Traducción de Tatiana Fedótova para ReL)