Grecia vivió la noche del martes al miércoles el peor accidente ferroviario de su historia. La colisión entre un tren de mercancías y otro de pasajeros se produjo entre las ciudades de Atenas y Salónica, cerca de la población de Larissa. El balance es de al menos 38 muertos y 85 heridos.
El Papa Francisco, que se encuentra de ejercicios espirituales, ha enviado un telegrama a través del secretario de Estado. El Pontífice ofrece sus oraciones "a todos los afectados por la tragedia" y a las familias de las víctimas, "confiando las almas de los difuntos a la amorosa misericordia de Dios Todopoderoso".
A continuación, Francisco ha bendecido a los rescatistas y a quienes están prestando asistencia, agradeciéndoles su compromiso y solidaridad.
Rescate muy complicado
Según las reconstrucciones, tres vagones descarrilaron pocos minutos antes de medianoche en el centro del país, tras la colisión entre un tren de mercancías y un convoy que transportaba 350 pasajeros. Según los medios de comunicación griegos, se trata del "peor accidente ferroviario jamás visto en Grecia".
Bomberos y ambulancias acudieron al lugar de los hechos. También se desplegaron grúas para intentar retirar los escombros y levantar los vagones volcados. La operación para liberar a las personas atrapadas sigue su curso y se está llevando a cabo en condiciones difíciles. Uno de los vagones se incendió y varias personas quedaron atrapadas en su interior.
Los responsables del hospital de la ciudad de Larissa informaron de que al menos 60 personas habían resultado heridas, muchas de gravedad. El gobernador regional habló de una colisión muy fuerte. "El tren llevaba retraso y se había detenido unos minutos cuando oímos un ruido ensordecedor", declararon algunos pasajeros a bordo del convoy.
El presidente de los obispos griegos, Pétros Stefánou, mostró el "dolor muy grande, que no se va a quitar". El prelado lamentó que "era un tren lleno de jóvenes".
"Habrá que cerciorarse de cualquier responsabilidad", añadió Stefánou. "Lo que pasó era impensable. Estamos rodeados por una serie de hechos trágicos, como el naufragio en Calabria. En estos casos es difícil encontrar las palabras y se debe confiar en el silencio y la oración. Oración por estos jóvenes y sus familias, devastados por esta tragedia", subrayó el presidente de la Conferencia Episcopal helena.