Cien años después de los "procesos de Moscú" con los que los soviets iniciaron oficialmente su persecución contra los católicos, Rusia vuelve a estar en guerra, con libertades muy restringidas y una población que busca aturdir sus preguntas, o intenta encontrar sentido vital en la ideología nacionalista. También los hay con preguntas espirituales fuertes: el poder político no lo es todo, piensan, y de hecho constatan que ni siquiera parece ser algo eficaz para el día a día.
En este contexto, llega Jesús. En concreto, el Jesús de Benedicto XVI, que es a la vez un Jesús sobrenatural y un Jesús muy razonable y razonado y basado en argumentos. Es la trilogía sobre Jesús del Papa Benedicto, que se publicó en tres volúmenes en todo el mundo (en 2007, en 2011 y en 2012), y que distribuyó 7 millones de ejemplares en 160 países y 54 idiomas, según la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. El primer tomo se publicó en ruso en 2009, pero ahora aparece una nueva traducción y edición con las 3 partes en un solo volumen.
Un libro católico con la bendición de Moscú
Se ha presentado el 17 de enero en Moscú en el centro cultural Biblioteca del Espíritu. Es el fruto del trabajo de una entidad católica (la Academia Internacional Sapientia et Scientia de Roma) con una entidad ortodoxa, el Departamento para las Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado de Moscú. Así que llega, se podría decir, con la bendición de la Iglesia Ortodoxa Rusa, que a raíz de la guerra de Ucrania y de su pelea contra Constantinopla y Alejandría se encuentra internacionalmente arrinconada por muchas otras iglesias ortodoxas.
El hombre que durante años trató con Benedicto XVI como responsable de "asuntos exteriores" del Patriarcado de Moscú y potencial sucesor patriarcal es el metropolita Hilarión Alféyev. Pero ya no está en Rusia. En junio de 2022, cuatro meses después de la invasión rusa de Ucrania, en pleno rearme nacionalista del Patriarcado, alguien en Moscú lo vio poco entusiasmado con la guerra, y se le envió lejos, a pastorear a los ortodoxos rusos en Hungría (que casi no hay). Es una especie de destierro donde no se mancha mucho las manos, trata con el cardenal Peter Erdö (papable) y puede hacer alguna función diplomática con el Gobierno húngaro, el único en la Unión Europea al que Putin logra colocar algunos mensajes.
Con Hilarión en esa especie de destierro, el nuevo responsable de Relaciones Eclesiásticas Exteriores es desde verano de 2022 el metropolita Antonio de Volokolamsk, que acudió al acto de presentación del libro de Benedicto XVI, a alabar el texto.
Hay fotos del evento en la web del Patriarcado de Moscú (aquí).
"Una auténtica ética universal", dice el metropolita Antonio
"Este volumen sitúa al Dios hecho hombre en el centro del debate contemporáneo sobre la cultura, la política, las relaciones sociales, la comprensión de la justicia y la posibilidad de una auténtica ética universal", enumeró el metropolita Antonio en su primer gran acto cultural con católicos.
Quizá para reivindicarse, el metropolita Antonio dijo que él conoció personalmente a Benedicto XVI y se comunicó con él varias veces y constató "la importancia que concedía al desarrollo de la interacción entre la Iglesia católica y el Oriente cristiano en general y con la Iglesia Ortodoxa Rusa en particular".
Antonio declaró, sobre el libro, que "es imposible no sorprenderse ante la colosal erudición de Joseph Ratzinger, que muestra en pleno sentido un ejemplo “universal” de dominio de todas las riquezas de la exégesis cristiana tradicional y al mismo tiempo de una excelente orientación en la problemas de la hermenéutica filosófica moderna, la crítica textual y los estudios bíblicos en general”.
Añadió que el libro es "una brillante comprensión de un material colosal", "subordinada al objetivo pastoral: presentar al hombre del siglo XXI una imagen completa, pura e inagotablemente profunda de Cristo".
El metropolita Antonio, de hecho, ha escrito uno de los prólogos del libro, donde asegura que estas obras de Ratzinger confirman la posibilidad del diálogo entre la razón y la fe, y permiten una comprensión "más profunda" de "la tradición de la Iglesia, que es el requisito previo para proclamar su relevancia eterna en una situación de cambio constante".
Con el micrófono, Aleksandr Alekseyevich Avdiyev, que fue embajador ruso ante la Santa Sede desde 2013 a 2023, cuando en tiempo de guerra Moscú decide cambiar de embajador. A su lado, la directora de la Fundación Rusia Cristiana, Giovanna Parravicini.
Parolin escribe de las "víctimas de la violencia"
Otro prólogo del libro en esta edición rusa lo ha escrito el cardenal Pietro Parolin. Habla del "aparente fracaso" de la tumba de Cristo, y de nuestro mundo que se aleja de Cristo y su Resurrección. Luego, Parolin asegura que para Ratzinger a menudo son precisamente "las víctimas de la violencia, aquellos sumidos en atrocidades, quienes elevan oraciones y resaltan la contraposición entre Dios y su voluntad frente a los intereses mundanos y los poderes terrenales". No deja de ser una alusión valiente teniendo en cuenta que desde 2022 en Rusia encarcelan o multan a quien llamen "guerra" lo que pasa en Ucrania y cualquier que critique la guerra puede ser acusado de traición.
Luego Parolin escribe de una tentación que denuncia Benedicto XVI: seleccionar de las palabras de Jesús aquello que resulta agradable, pero no aceptarle a Él y su testimonio completo. Y recuerda que el Papa Benedicto dijo que con su libro buscaba fomentar el amor hacia Jesús.
El encuentro sirvió para iniciar la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y también para recordar al Papa Benedicto XVI, fallecido hace un año.
Damir-Hasrat Muhetdinov, Primer Vicepresidente de la "Administración Espiritual de Musulmanes de la Federación Rusa", también dirigió unas palabras sobre Benedicto XVI al público.
A la cita acudieron: el arzobispo católico de Moscú, el italiano Paolo Pezzi; Aleksandr Alekseyevich Avdiyev, que fue embajador ruso ante la Santa Sede de 2013 a 2023 (otro "cambio" durante la guerra, probablemente por ser poco belicista); Igors Lapshin, coordinador del proyecto de publicación del volumen; y Damir-Hasrat Muhetdinov, representante de los musulmanes en la Federación Rusa. Por videoconferencia participó el académico Pietro Luca Azzaro, editor de la Opera Omnia de Joseph Ratzinger y miembro de la Academia Sapientia et Scientia.
Los ponentes coincidieron en señalar que el libro de Benedicto acercará a los lectores al misterio de Cristo, basándose en importantes estudios históricos y exegéticos.
Los rusos saben poco o casi nada de Jesús
Lo cierto es que la inmensa mayoría de los rusos no sabe casi nada de Jesús, aunque desde hace unos cuantos años se ofrece a los niños la posibilidad de elegir entre la asignatura de "religión ortodoxo" o "valores patrióticos" en la escuela. Los católicos son menos del 1%. Los que se declaran ortodoxos son más del 60%, pero de esos un tercio (según una encuesta del Centro Levada de 2012) también declara no creer en Dios: lo que quiere decir al declararse ortodoxo es que no es musulmán o budista, que no es tártaro, uzbeco, buriato o bashkirio. Los rusos que van a los servicios religiosos en Navidad o Pascua son quizá un 2 o 3%.
El último gran libro ruso que tuvo difusión y éxito divulgando la figura de Jesús, con argumentos históricos, antropológicos y de la tradición hebrea fue Jesús, el maestro de Nazaret, que en los años 80 y 90 vendió varios millones de ejemplares, obra del sacerdote ortodoxo -y muy abierto al ecumenismo- Alexander Men. Pero Men era molesto para alguien en la KGB o por encima de la KGB y el 9 de septiembre de 1990, fue asesinado con un hacha en un camino en el bosque, mientras se dirigía a celebrar misa. Boris Yeltsin, que entonces era presidente del Soviet Supremo de lo que todavía era la Unión Soviética, pidió un minuto de silencio en la cámara.
Hasta ahora, una persona que le gustara leer y quisiera saber de Jesús "casi desde cero", acudía al libro de Men (en Occidente lo difundieron los focolares, en España su editorial Ciudad Nueva). Ahora, en Rusia, muchos pueden acercarse a Jesús a través de Benedicto XVI. ¿Quién sabe lo que puede llegar a pasar?
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