Ivana Gajic nos pone al día en La Nef sobre una situación que solo ve dos rayos de luz: las ayudas que canaliza desde 2004 la organización francesa Solidarité Kosovo, y las denuncias que han conseguido llevar hasta el Tribunal de la Haya a los dirigentes kosovares:
Tener 20 años en 2018 en Kosovo significa no tener futuro. Las perspectivas son muy negras en este territorio, el más pobre de Europa, en el que la corrupción, la división étnica, los diversos tráficos y el islamismo radical son una gangrena. El gobierno no está a la altura, y varios de sus dirigentes están vinculados a crímenes cometidos durante la guerra con Serbia. Diez años después de la independencia, autoproclamada, las cuentas no cuadran y el balance es un fracaso. En este ambiente hostil, los cristianos de Kosovo viven excluidos y discriminados en un universo paralelo.
"A partir de hoy, ¡Kosovo se siente orgulloso, es independiente, soberano y libre!", declaró el 17 de febrero de 2008 Hashim Thaçi, primer ministro en esa época y antiguo jefe del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK). Diez años después, el fracaso es humillante. Peor: el Kosovo de 2018 es todo lo contrario de las promesas del principio, según el senador suizo Dick Marty. "La economía de Kosovo es inexistente. El país se ha convertido en un centro de criminalidad organizada, de tráfico de drogas, armas y seres humanos. Ni siquiera tiene una verdadera sociedad civil que pueda hacer funcionar una verdadera institución democrática. Hay diversas minorías que viven protegidas por soldados internacionales. Durante los años que Kosovo estuvo bajo protectorado internacional, monasterios e iglesias ortodoxas fueron quemados ante la indiferencia total de los medios de comunicación internacionales. Desde 1999, 250.000 serbios han abandonado el país".
Dick Marty, miembro de la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa y antiguo fiscal en el cantón suizo de Ticino.
Los cristianos de Kosovo, constituidos en su mayor parte por serbios ortodoxos, representan actualmente menos del 7% de la población total del país, estimada en 1,8 millones de habitantes. Una minoría discriminada en este territorio de los Balcanes, en el que el 90% son albaneses musulmanes. Un giro demográfico vertiginoso que ha tenido lugar en el último siglo, ya que antes los cristianos eran la mayoría. Recordemos que, históricamente, Kosovo era la cuna de la nación serbia y de su fe. Es aquí dónde están sus monasterios más antiguos. Es aquí, también, donde hay la más alta densidad de edificios religiosos cristianos en Europa.
El empobrecimiento de los cristianos de Kosovo se explica mediante una confluencia de diversos fenómenos. El principal de ellos es el desplazamiento masivo de las comunidades. Durante la ocupación otomana, que duró hasta 1912, la inmigración intensiva de musulmanes originarios de la vecina Albania conllevó el exilio de la población cristiana. La política demográfica de los otomanos tenía como objetivo valorizar el territorio ocupado, haciendo que la balanza de la relación demográfica entre musulmanes y cristianos se inclinara hacia los primeros.
Los serbios raramente se desarraigan por propia elección. Son contrarios a abandonar su tierra natal y la de sus antepasados, y hacerlo les lacera. A partir de la guerra de Kosovo, en 1999, las persecuciones anticristianas se han convertido en algo cotidiano, multiforme y quedan impunes. Los ataques asesinos del 17 y 18 de marzo de 2004 representan el punto culminante de esta violencia, que sigue aún en marcha. En esos dos días, 19 personas fueron asesinadas, 5.000 hogares cristianos desalojados y 34 iglesias destruidas, ante los ojos asombrados de las fuerzas internacionales presentes desde 1999.
120.000 cristianos decidieron quedarse en Kosovo, a pesar de la más dolorosa de las injusticias que se les ha infligido, la de ser extranjeros y para nada bienvenidos en su propia tierra. Para este puñado de serbios, la existencia es un verdadero infierno. Sufren la suerte de los ciudadanos de segunda clase: sin empleo, sin acceso al servicio sanitario, el transporte público y la vida social. Encerrados en enclaves, en aldeas rodeadas de hilo espinado, viven angustiados, traumatizados por las agresiones permanentes que sufren desde la guerra.
Una situación dramática que ha sido denunciada por Human Rights Watch en su informe sobre los grupos minoritarios en Kosovo, y que según la ONG sufren "la peor discriminación" y "una indigencia extrema". Una constatación alarmante que hace de Kosovo el único territorio de Europa incluido en el atlas de la intolerancia respecto a la persecución contra los cristianos. Una situación deletérea confirmada por el archimandrita Sava Janjic, abad del monasterio de Visoki Decani. «Nosotros, cristianos, nos sentimos vulnerables... Kosovo es el único territorio de Europa donde los santuarios, los monjes y los peregrinos cristianos siguen siendo amenazados".
El padre Sava Janjic, abad del monasterio ortodoxo de Visoki Decani.
Devastado por la corrupción y el paro, que en los menores de 25 años alcanza el 57,7%, Kosovo se vacía también de población albanesa. La euforia newborn [recién nacido] del principio ha quedado reducida a la nada desde hace mucho tiempo. En los últimos diez años, 200.000 albaneses han salido del país para instalarse en países occidentales, en los que el reconocimiento de Kosovo sigue causando división.
Tras una activa maniobra de presión albanesa, "reputada ser particularmente eficaz", Kosovo ha sido reconocido por 110 países de los 193 estados miembros de las Naciones Unidas, y por 23 de los 28 países miembros de la Unión Europea. Son 82 los países miembros de la ONU, entre ellos, Serbia, China, India, Rusia, España, Grecia y Rumania, los que siguen negándose a reconocer la independencia de Kosovo.
Kosovo ha proporcionado más de 300 yihadistas al grupo del Estado islámico, es decir, la cifra más grande de combatientes por habitante de Europa. Un récord alarmante que le vale el apelativo de "ciudadela del yihadismo en Europa".
Una investigación del Courrier International ha revelado que el aumento del extremismo islámico en Kosovo se ha llevado a cabo mediante imanes instruidos en Oriente Próximo, que propagan las normas del wahabismo, es decir, del salafismo originario de Arabia Saudita. En estos últimos dos años, 14 imanes, entre ellos el de Pristina, han sido arrestados por actividades contrarias a la Constitución, por incitación al odio y reclutamiento de terroristas.
Los dirigentes de Kosovo, inquietos ante el nuevo tribunal especial de La Haya
Kosovo espera actualmente las acusaciones del nuevo Tribunal especial por los crímenes cometidos entre 1998 y 2000, que podrían implicar a los más altos responsables políticos de Pristina. Esta nueva "Cámara especializada", éste es su nombre oficial, ha sido creada sobre la base del rotundo informe presentado en 2011 por Dick Marty ante la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, en el que denunciaba la actuación criminal de los miembros del UÇK. Situada bajo la autoridad del sistema judicial de Kosovo, pero descentralizada en La Haya, la nueva jurisdicción representa una temible espada de Damocles sobre los actuales dirigentes del país.
Según el informe de Dick Marty, una parte de los serbios secuestrados no habrían sido asesinados en Kosovo, sino trasladados a Albania. Algunos incluso han alimentado el tráfico de órganos que se lleva a cabo no lejos de Tirana.
Iniciado en la primavera de 2011 bajo la égida de la Unión Europea, el "diálogo" entre Belgrado y Pristina está en punto muerto. Algunos denuncian un diálogo de fachada, destinado sólo a hacer avanzar la integración europea de los dos países vecinos, sin arreglar las diferencias en el terreno.
El martes 16 de enero de 2018, la reunión del diálogo Belgrado-Pristina prevista entre Aleksandar Vucic [presidente de Serbia desde 2017] y Hashim Thaçi [presidente de Kosovo desde 2016] en Bruselas fue anulada. El político serbio Oliver Ivanovic acababa de ser asesinado con cinco disparos en la espalda en Kosovska Mitrovica. Desolación, tristeza, miedo y revuelta son, entre otras, las palabras que traducen el sentimiento de los serbios, sobre todo los de Kosovo, tras este asesinato.
Oliver Ivanovic (1953-2018), uno de los líderes históricos de los serbios de Kosovo, asesinado el pasado 16 de enero en un crimen aún no aclarado.
Originario de Decani, Oliver Ivanovic creció cerca del famoso monasterio de Visoki Decani antes de ser expulsado brutalmente. La familia Ivanovic se refugió en Kosovska Mitrovica, donde Oliver terminó sus estudios de ingeniería y enseñaba karate. Entró con fuerza en la política para defender la causa serbia y llevó a cabo una acción moderada en favor de un diálogo con los albaneses, cuya lengua él hablaba sin problema. Antiguo secretario de Estado, era un ejemplo de profesionalidad, integridad, honestidad y valentía. La investigación sobre su asesinato está en punto muerto. No se han identificado el autor ni la persona que dio la orden. Sin esperanza y abandonados, los serbios ya no esperan nada. La impunidad es una de las características de los delitos y los crímenes cometidos contra la comunidad cristiana en Kosovo.
A pesar de la ambición de Bulgaria, país presidente del Consejo europeo desde el 1 de enero, de volver a incluir el futuro de los Balcanes occidentales en la agenda europea, Serbia no se desvía ni un milímetro de su reto principal, a saber: proteger a su pueblo y su soberanía en Kosovo. Un reto aún más difícil en vista de las nuevas amenazas islamistas que flotan sobre la minoría cristiana. Resistentes, los serbios se acercan a la luz esperanzadora que representa el nuevo Tribunal especial. Veinte años después de la guerra, los crímenes que quedaron impunes piden justicia, y la memoria colectiva, reparación.
¿Se podrá llevar a cabo un paso decisivo para que la minoría cristiana de Kosovo tenga un futuro mejor? Sí, si la nueva jurisdicción, en comparación con el fracaso que supuso el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y otras instancias internacionales, se muestra "eficaz".
Traducción de Helena Faccia Serrano.