En el acto participaron más de 400 personas. Obispos, representantes de las principales instituciones católicas del país, tanto académicas, sociales y evangelizadoras estuvieron presentes. Pero también asistieron empresarios y políticos. Entre ellos el presidente Emmanuel Macron, que pronunció un importante e inédito discurso dirigido a los católicos y que le ha granjeado enormes críticas de distintos partidos políticos, que censuran que valorase la aportación que la Iglesia ha hecho a Francia.
En su intervención, Macron destacó el ejemplo del gendarme Arnaud Beltrame, asesinado por yihadistas tras intercambiarse con una rehén. “Cuando llega la hora de mayor intensidad, la parte del ciudadano y la parte del católico arden en una misma llama”, dijo el presidente.
Igualmente, el mandatario francés aseguró que “los vínculos entre la Iglesia y el Estado están dañados y depende de ustedes y de mí arreglarlo” mientras reconocía que “Francia ha sido fortificada por el compromiso de los católicos”.
Macron saluda al arzobispo de París, Michel Aupetit, este lunes durante el acto organizado por la Conferencia Episcopal Francesa
“La savia católica debe contribuir, una y otra vez, al funcionamiento de nuestra nación”, insistió Macrón, que dijo que “la República espera tres dones” de los católicos: “el don de vuestra sabiduría, el de vuestro compromiso y el de vuestra libertad”.
Pero además, el presidente dijo algo que ha levantado ampollas al afirmar que “la laicidad no tiene la función de desarraigar de nuestras sociedades la espiritualidad que nutre a tantos de nuestros conciudadanos”.
Y por ello añadió que “en este momento de gran fragilidad social, considero que es mi responsabilidad no permitir que se vea erosionada la confianza de los católicos en política”.
“El compromiso de los católicos es vital y ejemplar para Francia. Pero he venido a pediros más. Pido a los católicos que se comprometan políticamente. Vuestra fe es una parte del compromiso que necesita nuestra política”, llegó a afirmar.
Su discurso ante los obispos franceses ha despertado grandes críticas entre parte de los dirigentes políticos. El más duro fue el líder de la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, que dijo que “no tiene que haber ningún vínculo entre la Iglesia y el Estado”.
"¿Ahora el canónico Macron tiene la intención de darse una vuelta por las sinagogas, las mezquitas y los templos? ¡Lamentable!", agregó el diputado de Francia Insumisa.
Por su parte, el excandidato socialista a la presidencia de Francia Benoît Hamon pidió a Macron que aclare qué quiso decir con el “vínculo dañado” entre iglesia y Estado y si se refería expresamente a la legalización en 2013 del matrimonio homosexual, al que la Conferencia Episcopal se opuso de forma muy firme.
El nuevo líder del Partido Socialista, Olivier Faure, también criticó a Macron y aseguró que “en una república laica ninguna fe puede imponerse a la ley”.
Un razonamiento similar al utilizado por el exprimer ministro socialista Manuel Valls, que ahora apoya en el Parlamento al presidente, pero que le recordó que “el laicismo es Francia”, argumento bastante pobre si tenemos en cuenta que el laicismo del que tanto presume se empezó a dar en Francia en 1905 mientras que las raíces cristianas de Francia son milenarias.
Ante el alud de críticas, el portavoz del Gobierno, Benjamin Grivaux, explicó hoy en la radio «Europe 1» que la intención del presidente era “pedagógica” y que”si bien el Estado es laico, la sociedad no lo es”.