Olivier de Germay, obispo de Ajaccio (Córcega, Francia), no considera que el celibato sacerdotal sea la causa de la escasez de vocaciones: “Creo que la crisis de vocaciones es ante todo una crisis del compromiso duradero –que se constata también en el matrimonio o en el mundo asociativo- y, sobre todo, una crisis de fe. Cuando la práctica desciende, las vocaciones descienden. La crisis de las vocaciones es primeramente una crisis de la transmisión de la fe”.
Monseñor Germay hizo estas declaraciones a France Catholique, en una entrevista en la que considera “legítimo” plantearse la cuestión de si la ordenación de hombres casados es una solución, pero no cree que lo sea, porque “también en las Iglesias orientales e incluso en las iglesias surgidas de la Reforma hay pocas vocaciones”.
“Algunos piensan que la crisis de los abusos sexuales obliga a cuestionar el celibato de los sacerdotes. Pero no hay que mezclarlo todo”, añade: “La crisis de los abusos sexuales es sobre todo un fenómeno social que afecta mayoritariamente a hombres que no han hecho la opción de la castidad”.
Perfil más usual del pedófilo. Como segunda característica: casado. Fuente: Perfil psicosocial del pedófilo (2012), de Eduardo Bieber Viola, máster en Psicopatología Forense.
También se opone a la pretensión de “desacralizar al sacerdote y convertirle en un hombre como los demás para evitar el clericalismo. Creo que la verdad es justo la contraria”: “Más que querer convertir al sacerdote en un hombre común, hay que ayudarle a reencontrar el gusto por la oración, la ascética y el ayuno, a la manera de los primeros apóstoles. Así podrá recibir la gracia de entregarse totalmente a la misión de amar con un amor casto a aquellos a quienes ha sido enviado”.
Según el prelado corso, “que el celibato sacerdotal sea tan atacado es la prueba de que desempeña un papel profético. En un mundo hiper-erotizado, el celibato molesta. Resulta incomprensible para los defensores de la ‘liberación sexual’. Muestra a quienes viven un celibato no elegido que se pueden hacer grandes cosas en la vida viviendo solo. Es, en fin, la señal de que Dios puede colmar nuestras expectativas más profundas. Es cierto que el celibato es una opción radical, pero cuando el Señor llama, nos quiere totalmente y nos da la gracia de seguirle con alegría”.