Gracias a una dispensa del Papa Francisco, no ha habido que esperar cinco años para iniciar el proceso de beatificación del padre Hamel por lo que ya se encuentra en fase diocesana. En una entrevista en Famille Chretienne, el postulador de la causa, Paul Vigoroux, recordó que las últimas palabras que dijo antes de morir fueron: “¡Vete, Satanás!”. Se las dirigía al yihadista que acabó con su vida segundos después.
En este momento, está recabando el testimonio de decenas de personas que le conocían o que fueron testigos del suceso. Tiene ya 69: “la familia, los testigos de la tragedia, los sacerdotes de su diócesis, las autoridades musulmanas del barrio, con las que tenía buena relación…”.
Además, confirma la devoción que ya existe por el padre Hamel. “Hay grupos que vienen a Saint Étienne de Rouvray en peregrinación a la parroquia. El otro día llegaron dos adolescentes. Hicimos estampas con una foto del padre Hamel con una oración en la parte posterior. Las envíe a diferentes lugares y nos dicen que hay una sensibilidad real hacía él. La gente invoca su intercesión”.
Sobre la vida diaria del sacerdote asesinado, el postulador ha descubierto que era una persona tímida y reservada que no destacaba entre los sacerdotes de su diócesis. Se dedicó toda su vida a hacer su labor y a atender a los católicos que tenía encomendado.
“Se trata de un hombre que vivía de una manera muy sencilla, vivía en una especia de pobreza evangélica, incluso en su forma de vestir. Y a pesar de que era bastante tímido, se atrevió a hablar claro”, asegura el padre Vigoroux.
Por su parte, los obispos de Francia también han querido recordar al sacerdote asesinado y lo han puesto como ejemplo de sencillez y fidelidad. En un comunicado, el presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo de Marsella Georges Pontier, citó las palabras de la hermana del padre Hamel: “sobre todo era un hombre entre los hombres”.
"Fue este hombre entre los hombres quien fue asesinado. Fue este hombre entre los hombres, este sacerdote, el que se ha convertido en el símbolo de una vida vivida para los demás, una vida de fidelidad diaria, una vida arraigada en el amor de Aquel que nos ha llenado a cada uno de nosotros con su amor: Cristo. "
"Una vida así se convierte en un modelo y un estímulo para todos", dijo.