¿Se aprobará la beatificación de Lucía, la niña vidente de Fátima, en el centenario de las apariciones de la Virgen en Cova de Iria? Es la pregunta que se planteaba durante la celebración que tuvo lugar el 13 de febrero pasado en Coimbra, con el cierre de la fase diocesana de la Causa de canonización de sor Lucía de Jesús.
“Mucha gente no entiende por qué se tiene que hacer este proceso, porque, para el pueblo, Lucía ya es santa”, ha afirmado la vicepostuladora de la causa, la carmelita Ángela Coelho, en una extensa entrevista a la agencia de la Conferencia Episcopal Portuguesa Ecclesia.
Ana Sofia, otra carmelita del convento que ha colaborado en la Causa, explica que las religiosas que convivieron con ellas no tenían ninguna duda tampoco sobre su santidad, pero han tenido sumo cuidado en que las “cosas estuvieran bien atadas”. “Es una persona que vivió según la voluntad de Dios, con fidelidad, y eso que vi con mis ojos, que toqué con mis manos, me ayudó mucho, después, cuando me confiaron este trabajo”.
La ceremonia tuvo lugar en el carmelo de Santa Teresa de Coimbra, donde sor Lucía falleció en 2005. Tres años después, con permiso del Papa Benedicto XVI, se abrió la causa, sin esperar a los cinco años que prescribe el derecho canónico. Y ahora ya se ha sellado el resultado de la investigación llevada a cabo, un documento con más de 15.000 páginas que se enviará a la Congregación para las Causas de los Santos.
Durante las investigaciones, que se han prolongado durante nueve años, han surgido cinco hechos aparentemente inexplicables que podrían haberse obtenido gracias a la intercesión de sor Lucía. No ha sido esta su preocupación principal, pues “es la Santa Sede la que se preocupa” por los posibles milagros una vez confirmadas las virtudes heroicas de un siervo de Dios.
La fase diocesana se ha encargado, sobre todo, de investigar si “la vidente de Fátima practicó las virtudes heroicas que se esperan de un santo canonizado”.
Sor Ángela subraya que, a pesar de no ser esta la prioridad, se ha visto además que “se alcanzaron muchas gracias” por su intercesión.
En su investigación, las carmelitas de Coimbra, junto con las Religiosas de la Alianza de Santa María, han estudiado su diario espiritual, además de transcribir y archivar una a una miles de cartas guardadas en 70 bolsas. “Recibió más de 70.000 cartas, y respondió prácticamente a todas”, explica la hermana Ángela. Por eso, las religiosas intentaron contactar con los remitentes, para localizar las respuestas de sor Lucía.
A pesar del estricto régimen del Carmelo, sor Lucía “tenía autorización” para responder a las cartas, y “le indicaron que conservara las cartas que fuera recibiendo, lo que hizo desde los años 70”. También “recibía a muchas personas”. De hecho, recibió la visita de casi una cincuentena de cardenales. Otra de las visitas que recibió fue la de Mel Gibson. Ese día, recuerda la hermana Ana Sofía, muchas hermanas estaban emocionadas, pero no tanto la vidente, que “no tenía ninguna noción” de quién era el actor y director cinematográfico.
Cuando la Virgen se apareció a los pastorcillos en Cova de Iría, Lucía dos Santos, de 10 años, era la mayor. También fue la única que sobrevivió a esos años, pues Francisco murió en 1919 y Jacinta en 1920. En la aparición del 13 de junio de 1917, la Virgen se lo había anunciado a los niños. Al saber la noticia, Lucía preguntó, triste: “¿Me quedo aquí sola?”. La Virgen le respondió: “No, hija. ¿Y tú sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”.
En 1921, con 14 años de edad y cuatro años después de los hechos de Fátima, Lucía ingresó en el colegio de las Hermanas Doroteas en la localidad de Vilar, cerca de Oporto. En 1928 se trasladó al convento de esta orden en Tuy, Pontevedra y luego al convento que la orden tenía en la ciudad de Pontevedra. Allí, en 1925, se le volvió a aparecer la Virgen. En 1946 volvió a Portugal y en 1948 decide ingresar en el Carmelo de Santa Teresa de Coimbra en régimen de clausura, profesando votos al año siguiente. Allí permaneció hasta el 13 de febrero de 2005, cuando falleció con 97 años.
Fue en las apariciones posteriores a Fátima donde la Virgen reveló a Lucía las condiciones para ofrecer cinco primeros sábados, confesando, comulgando y rezando y meditando el rosario, en reparación por los pecados. También en estas apariciones le insistió en que el Papa debía consagrar Rusia a su Inmaculado Corazón.