Tallin (Estonia) acoge del 28 de diciembre al uno de enero el 47º Encuentro Europeo de Taizé en el que participan 3.300 jóvenes de más de 40 países. Una iniciativa organizada anualmente por la comunidad ecuménica en una ciudad europea diferente. En 2025 será en París. 

Se trata del encuentro más septentrional de la historia, entre paseos, oraciones, talleres o diálogos interculturales. En esta ocasión, los participantes están llamados a responder a una pregunta especial: "¿Estamos preparados para esperar más allá de toda esperanza?".

Reconciliar a los pueblos

Esta pregunta la plantea el Hermano Matthew, prior de la comunidad desde 2023, en la carta que ha escrito a los jóvenes. En esta carta, el responsable de Taizé reconoce que "la fe en la Resurrección de Jesús requiere gran valentía y audacia" e implica "esforzarse por no quedar paralizados ante la presencia de la muerte y la destrucción que nos rodean hoy".

"Hay muchas personas en Estonia que han participado en los encuentros de Taizé a lo largo de los años y se han inspirado en este movimiento", subraya el obispo Philippe Jourdan, de la diócesis de Tallin, y añade: "El objetivo de Taizé tras la Segunda Guerra Mundial era, y sigue siendo hoy, reconciliar a los pueblos y las naciones mediante el intercambio de pensamientos y el conocimiento mutuo, y la fe también desempeña un papel importante".

Durante estos días, miles de jóvenes cantan con los Salmos y rezan con la Biblia e iconos en Tallin, la capital de Estonia. Estonia es el más pequeño y el más descristianizado de los países bálticos. Su idioma sólo está emparentado con el finés. Tiene 1,2 millones de habitantes, de los que un 60% dice no tener religión; hay un 14% de ortodoxos ligados a Moscú, otro 2% son ortodoxos ligados a Constantinopla y un 8% son luteranos.

Los católicos son apenas 7.000, muchos de etnia lituana o polaca, con unos 30 sacerdotes y dos parroquias grecocatólicas ucranianas. El único obispo es Philippe Jourdan, francés del Opus Dei.