La ley austriaca establecía que quien haga que otra persona se quite la vida "o le ayude a hacerlo" debe ser castigado con prisión de 6 meses a 5 años. Ahora, el Tribunal Constitucional de Austria ha dictaminado -en sentencia anunciada el viernes 11- que las palabras "o le ayude a hacerlo" son inconstitucionales y deben retirarse de la ley en el próximo año.
Según el máximo tribunal austriaco, estas palabras son contrarias a la "autodeterminación" de la persona porque prohíben toda forma de asistencia en todas las circunstancias, dijeron los jueces.
¿Turismo suicida hacia Austria?
No está muy claro como quedará la norma cuando se quiten estas palabras a finales de 2021 y como se reescribirá. No parece que nada pueda impedir que se organice un negocio para ayudar a suicidas a suicidarse, quizá llegados de muchos países.
El Tribunal pide que la nueva norma se asegure de que el suicida "no tome su decisión de quitarse la vida bajo la influencia de terceros". No está nada claro cómo una ley puede detectar o impedir eso. ¡Precisamente los presionados para suicidarse no podrían dar testimonio de las presiones al estar ya muertos y el retoque en la ley permite, precisamente, ayudar a que se maten! ¿Cómo detectar la fina línea entre "ayudar" e "influir"? ¿No es la ayuda -y la misma disposición a ayudar- una forma de influencia?
(Una enfermera de paliativos habla aquí de las mil formas sutiles de hacer coerción para el suicidio).
Esta decisión del Constitucional obligará al Parlamento -controlado por la coalición de conservadores y ecologistas en el poder- a legislar para regular la nueva exigencia.
Otra opción sería cambiar la Constitución, añadiéndole una enmienda, que no es tan difícil: bastan 2 tercios de la Cámara Baja (122 diputados de sus 183). El Gobierno actual nace de la alianza de conservadores (71) y Verdes (26). Si sumaran los 30 diputados del Partido de la Libertad podrían lograrlo, aunque un movimiento así parece improbable.
Libertad para buscar quien te ayude a matarte
«Este derecho a la libre autodeterminación incluye tanto el derecho a organizar la propia vida como también el derecho a una muerte digna», explicó el presidente del Constitucional, Christoph Grabenwarter, en la lectura del fallo.
Esa libertad personal incluye también la capacidad para buscar a alguien que, de forma libre y voluntaria, quiera ayudarle a poner fin a su vida.
«La prohibición del suicidio con asistencia de un tercero puede representar una injerencia particularmente importante en el derecho de la persona a la libre autodeterminación», agregó el magistrado. Por ello, «si la decisión de suicidarse se basa en la libre decisión de la persona interesada, esta debe ser respetada por el poder legislativo», proclamó el magistrado.
Cuatro demandantes -entre ellos dos enfermos graves y un médico- fueron los que plantearon la cuestión de inconstitucionalidad tanto de la prohibición de la eutanasia activa como de que fuera delito ayudar en un suicidio.
Para muchos defensores de la eutanasia, el suicidio asistido no es bastante, porque requiere un acto por parte del suicida, que a menudo le cuesta hacer, por mucho que se lo faciliten. Ellos -como mucha gente- prefieren delegar en "profesionales" para que lo hagan "bien", prefieren que lo haga "otro", lo que parece una aprobación y un descargo de responsabilidad.
La Iglesia protesta
Austria es un país de tradición católica y el arzobispo Franz Lackner de Salzburgo, el cardenal Christoph Schönborn de Viena y el presidente de Acción Católica, Leopold Wimmer, criticaron duramente el veredicto. «Hasta ahora, todos en Austria podían asumir que su vida sería considerada incondicionalmente valiosa, hasta su muerte natural», dijo Lackner, presidente de la Conferencia Episcopal de Austria.
El cardenal Schönborn y Leopold Wimmer describieron la sentencia como si fuera la «ruptura de una presa». El purpurado dijo que la presión sobre los ancianos y los enfermos aumentaría «para que se quiten de en medio mediante el suicidio».
El cardenal pidió al Parlamento "buenas soluciones con sabiduría" y que se amplíen las instalaciones de cuidados paliativos, para que «matar no se convierta en una rutina».