En una de las primeras sesiones del encuentro "Sed de Paz" en Asís, que reúne a unos 500 líderes religiosos y personalidades del mundo de la cultura y el diálogo interreligioso, se ha recordado al padre Jacques Hamel, degollado en su parroquia en Francia este verano por dos jóvenes que habían proclamado su militancia en el Estado Islámico.
Mohammad Sammak, consejero político del Gran Muftí del Líbano, el país con mayor porcentaje de cristianos en Oriente Medio, señaló que “el padre Jacques Hamel es una víctima no solamente para vuestra Iglesia, sino también para nuestra religión”.
Recordó además a otros clérigos cristianos secuestrados o desaparecidos. Por un lado, al sacerdote jesuita italiano Paolo Dall’Oglio, secuestrado en Raqqa, Siria, el 29 de julio de 2013 por yihadistas ligados entonces a Al-Qaeda, cuando intentaba negociar la liberación de unos rehenes. “Ha dedicado su vida a servir a los musulmanes y cristianos en Siria”, dijo Sammak.
También habló del obispo siro-ortodoxo de Alepo (Siria), Gregorios Yohanna Ibrahim, secuestrado también en 2013, cerca de la frontera con Turquía, a quien conoció en encuentros de oración y de paz organizados por San Egidio en pasadas ocasiones. Fue secuestrado con el metropolita Boulos Yazigi de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía, y los secuestradores asesinaron al chófer que los llevaba. Tres años después, no se sabe con certeza si ninguno de estos clérigos sigue vivo.
Sammak considera que “el Papa Francisco se ha propuesto como un líder espiritual para toda la humanidad cuando dijo que que no hay ninguna religión criminal, aunque sí hay criminales en todas las religiones”.
Este asesor del Gran Muftí de Líbano describió a ISIS, como un “grupo vengativo, de desesperados y extremistas que han desviado el islam y lo usan solamente con finalidad de venganza, cuando para el islam –refiriéndose a la destrucción de iglesias y monasterios ocurridos en Siria e Irak– por ejemplo, a nadie le es permitido usar las piedras de un templo para construir su casa”.
En Líbano cuatro de cada diez habitantes son cristianos, otros 3 son musulmanes chiítas y otros tres son sunitas. Esta dispersión hace que las distintas comunidades se esfuercen por respetarse y conocerse para mantener la paz. Sammak afirma que en su país “las relaciones entre gente de diversas religiones no pueden basarse en la eliminación del otro como querría el ISIS, ni tampoco en la tolerancia, sino que tienen que basarse en la fe en el pluralismo y en la diversidad y en el respeto de los fundamentos ideológicos e intelectuales que están en la base de la diversidad”. Concluyó: “la ciudadanía no se puede basar sobre la tolerancia, sino sobre los derechos”.
El arzobispo de Ruán (Francia), Dominique Lebrun, también habló en este encuentro acerca de su sacerdote asesinado. “La Providencia me trae a aquí semanas después del asesinato del padre Jacques Hamel, asesinado después de decir misa a manos de dos jóvenes que afirmaban ser de fe islámica”, proclamó.
Expresó un deseo: “que el reconocimiento del martirio no sea una bandera enarbolada para luchar y condenar, sino la alegría de dar gracias por el don de un sacerdote que ha dado su vida como Cristo”. Y pidió “la gracia de continuar el camino de diálogo, un diálogo que sea más fuerte y más verdadero, más interior”.
A los que se preguntan si la convivencia es una ilusión, él responde que “en la vida social y familiar, todo es compatible entre nuestras religiones”.
El arzobispo Lebrún habló de un gesto que le animó: la visita de muchos musulmanes a “nuestras asambleas dominicales el 31 de julio”, que fueron la expresión de “una familia que va a visitar a otra familia de luto. Y es un bien, porque nosotros pertenecemos a la misma familia humana”.
Organiza esta cita la Comunidad de San Egidio (www.santegidio.org) en colaboración con la diócesis de Asís y las Familias Franciscanas. En la web SantEgidio.org es posible seguir en directo muchas de las ponencias.