La Iglesia en Polonia parece ir razonablemente bien después de la dictadura comunista que la oprimió desde 1945 a 1989. De los 38 millones de habitantes, un 88% se declaran católicos. El clero es numeroso: 30.000 sacerdotes, 20.000 religiosas... Y la gente acude a los sacramentos: un 70% de los polacos católicos dice que intenta confesarse al menos en Cuaresma y un 72% va a misa al menos una vez al mes o con más frecuencia (en España es un 22%, en Francia en torno al 5%).
Entonces, ¿de qué habló el Papa Francisco en su encuentro privado, sin guión y sin papeles, con los obispos polacos este pasado miércoles en la catedral de Cracovia?
Según el padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, que estuvo allí y lo explicó en rueda de prensa, “no hay ningún secreto ni cosas dramáticas”.
El arzobispo Stanislaw Gądecki, presidente de los obispos polacos, aseguró en esa rueda de prensa que el Papa no regañó a los obispos (como alguna prensa vaticinó que haría). "El Papa fue muy empático y caluroso con los pastores que lo escuchaban, trató de responder a todas las preguntas de los obispos”.
Gądecki explicó que el Papa “no respondió con un discurso preparado” sino que respondió “de forma sencilla, con ejemplos de la vida en Buenos Aires o de encuentros en su pontificado”.
Habló, por ejemplo, de la “idolatría del dinero” y las propiedades materiales de la Iglesia; la solidaridad y el compromiso concreto, y por tanto la actuación en el mundo de hoy de la misericordia como “arquitrabe” y “prioridad” de la Iglesia, siguiendo las indicaciones de la Dives in misericordia de Juan Pablo II.
En cuanto a la evangelización, el Pontífice citó su exhortación apostólica Evangelii Gaudium para hablar de las parroquias que “no son estructuras obsoletas sino el centro de la vida cristiana”, para renovar de “una forma adecuada” y convertirlas en un “centro en salida que tenga un aspecto misionero”.
Respecto a la delicada situación de los refugiados, el papa Francisco exhortó a resolver el problema “allí de donde vienen los migrantes”, dicen los obispos.
Y sobre la secularización o “descristianización” de una Europa en la que “Jesús es eliminado de la vida humana”, el Pontífice exhortó a ofrecer como respuesta la “cercanía a la vida del hombre” a través de obras de misericordia. “El hombre excluye a Cristo y el Evangelio pero continúa buscando algo”, dijo el Papa según indicó monseñor Polak.
El Pontífice animó, por otra parte, a "crear una relación, un puente, entre el mundo de los jóvenes y el mundo de los ancianos”.