Hay que tener en cuenta que en 1991 ya había libertad para hablar de religión y estaba mal visto declararse directamente ateo, porque eso parecía expresar un apoyo incondicional al desprestigiado y tambaleante sistema comunista. Aún así, tras 70 años de régimen comunista, un 21% de ciudadanos rusos declaraba no creer en Dios. Hoy, en 2016, sólo un 14% declara eso.
(Por comparar: en España, según el CIS de febrero 2016, hay un 9,6% de ateos, aunque cabe tener en cuanta otra categoría adicional, la de "no creyente", que eligen un 15,6% de encuestados españoles).
Más expresivo en Rusia es el dato referente a los que "esperan en Dios cada día", es decir, los que tienen una fe viva, que les hace confiar en Dios de forma cotidiana, sentirlo cerca y notar que Él provée y acompaña. En 1991 sólo eran un 9% de los encuestados; en 2016 son un 30%, es decir, se han triplicado las personas que confían en Dios en su vida cotidiana.
Hay que tener en cuenta que estos datos incluyen a los cristianos de distintas iglesias (ortodoxos la mayoría) y a los musulmanes y judíos.
Esta pregunta sobre "esperar en Dios" es especialmente valiosa para medir la religiosidad y creencia porque en Rusia es muy infrecuente la asistencia estable a la iglesia o los servicios religiosos y no es un indicador muy significativo de la creencia real. Personas bastante religiosas pueden saltarse casi todos los cultos dominicales pero, por ejemplo, pasarse por la parroquia con cierta frecuencia a poner velas o a buscar agua bendita o a que le bendigan iconos.
Una cosa es creer que hay un Dios teórico, y otra cosa es confiar en que te acompañe en tu vida cotidiana. El 49% de los musulmanes rusos (mayoritarios en regiones de etnias tártaras y centro-asiáticas) creen que Dios les acompaña y "esperan/confían en Él". En cambio, entre los que se declaran cristianos ortodoxos sólo un 34% tienen esta confianza/esperanza en la cercanía cotidiana de Dios.
Curiosamente, en Rusia, Alá se percibiría (en proporción estadística) como un Dios más cercano que Jesucristo, Dios Padre y el Espíritu Santo.
Casi la mitad de los rusos (48%) tienen una visión fatalista (de fatum, hado, destino) de la vida, en el sentido de que creen que su camino vital viene determinado por fuerzas superiores, entre las que se pueden confundir Dios y el destino. Así lo sienten incluso un 10% de los ateos. Se creen más controlados por estas fuerzas superiores del destino (o de un Dios que "determina mi camino") un 61% de los rusos mayores de 60 años, casi siete de cada diez musulmanes y más de la mitad de los cristianos ortodoxos (54%).
Además, la creencia en milagros ha crecido 18 puntos (cree en ellos la mitad de la población rusa en el tecnológico siglo XXI), la creencia en la vida tras la muerte ha crecido 13 puntos y la creencia en el diablo y el infierno han crecido 15 puntos (lo creen el 40% de los habitantes de la Federación Rusa).
En 25 años sin gobiernos comunistas hay algo que no ha cambiado: la mayor parte de los rusos (58%) están a favor de limitar severamente (directamente censurar) los libros y películas que sean agresivos contra las religiones. Eso pensaban al caer la URSS y eso piensan 25 años después, en plena era de Internet y globalización comunicativa. En una sociedad multiétnica y que guarda el recuerdo de 7 décadas de persecución y ridiculización contra los creyentes no hay voluntad de volver a la propaganda antirreligiosa grosera, sea privada o pública. De hecho, entre las personas con estudios secundarios (acabados o no) hay más partidarios de la prohibición que la media de los encuestados (el 64 % contra el 59 % respectivamente).
La encuesta se realizó el 23-24 de abril de 2016, en 130 localidades de 46 regiones y repúblicas de Rusia y 9 territorios federados, con un margen de error 3,5 %, mediante entrevistas formalizadas presenciales en domicilio.
(Más información en: http://wciom.ru/index.php?id=236&uid=115677; traducción de los datos del ruso por Tatiana Fedótova)
Bajo estas líneas, un vídeo con la historia de un párroco argentino en Rusia, que nos muestra su parroquia