El centro neurálgico y espiritual de los grecocatólicos ucranianos en la ciudad de Roma es la basílica grecocatólica de Santa Sofía, fundada en los años 60 por el arzobispo mayor ucraniano Josyf Slipyj, quien llegó a Roma tras pasar 18 años de prisión y trabajos forzados en campos comunistas en Siberia.
Allí acudió este 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, el responsable de la caridad pontificia, el cardenal polaco Konrad Krajewski, con un cargamento de suministros médicos de emergencia para apoyar la recogida de ayuda que organiza la comunidad ucraniana.
Desde la basílica grecocatólica salen camiones cargados de alimentos y productos de primera necesidad destinados a las familias que huyen de la guerra o que se encuentran en Ucrania bajo sus rigores.
El material recogido en Santa Sofía se intenta hacer llegar a Leópolis (Lvov), ciudad ucraniana cercana a la frontera con Polonia de cultura mayoritariamente católica. Precisamente en la catedral de San Jorge de Leópolis descansan los restos de Slipyj.
El cardenal Krajewski, como limosnero papal, ha declarado que “el Vaticano está dispuesto a ayudar a los necesitados”, sin fijarse en la nacionalidad, sino buscando ayudar a los más necesitados.
Afirma además que desde la Limosnería se coordinan ayudas económicas a través de los nuncios de los distintos países implicados en la ayuda a refugiados y desplazados y otras víctimas.
La importancia de la ayuda sanitaria
A medida que se alarga la guerra, los recursos sanitarios en Ucrania empeoran y afectan a los enfermos y los más débiles.
El 2 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó un nuevo ataque a un hospital de Ucrania en el que murieron 4 personas y otras 10 fueron heridas.
"La inviolabilidad y neutralidad de la atención sanitaria, incluyendo trabajadores de la salud, pacientes, suministros, transporte e instalaciones, deben respetarse y protegerse", declaró el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, subrayando que los ataques a hospitales son una violación del derecho internacional humanitario.
Niños y madres en el sótano del hospital pediátrico de Kiev: son unos 200 niños cuyas enfermedades graves no les permiten huir de la ciudad sin médicos ni tratamiento.
Asimismo, la OMS denunció que el suministro seguro y confiable de recursos médicos esenciales como el oxígeno, está llegando a su límite: una situación dramática que amenaza la vida de pacientes con diversos tipos de afecciones, entre ellas, el Covid-19.
En el hospital infantil Okhmatdyt de Kiev, la estructura más grande del país especializada en el tratamiento de niños con cáncer, que normalmente atiende a unos 600 pacientes aunque actualmente acoge a unos 200, según informa la agencia Reuteurs.
"Estos son pacientes que no pueden recibir tratamiento médico en el hogar, no pueden sobrevivir sin medicamentos, sin tratamiento médico y trabajadores médicos. Salir del país no es una opción para sus familias", explica a los periodistas el cirujano jefe del hospital, Volodymyr Zhovnir, indicando que para protegerse, los pequeños se refugian en el sótano de las instalaciones acompañados por sus padres que intentan consolarlos en medio del miedo sembrado por las armas.
"Un cohete ha impactado en el hospital de maternidad", recuerda Shevchuk
En un videomensaje del 1 de marzo, el arzobispo mayor de los ucranianos de rito grecocatólico, Sviateslav Shevchuk, denunciaba el efecto de los bombardeos en hospitales y guarderías.
"Hemos sido testigos de los nuevos horrores de la guerra. Hemos visto escuelas, guarderías, cines, museos destruidos y, por la mañana, un cohete ha impactado en el hospital de maternidad. ¿Por qué las mujeres y los recién nacidos se han convertido en víctimas de esta guerra?", protestaba.
Siendo víspera del Miércoles de Ceniza, Shevchuk animaba en ese mensaje a "aprender a amar en estos trágicos momentos". "No nos dejemos vencer por el odio, no utilicemos su lenguaje y sus palabras", exhortaba.
Para ayudar a las víctimas de la guerra en Ucrania, Cáritas Española ha abierto esta web y la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218