Genoveva y Anna Amelia son monjas y viven desde hace diez años en un parque de atracciones, en Lido di Ostia, a las afueras de Roma (Italia). Las religiosas son amigas del Papa Francisco y, además de administrar dos atracciones infantiles, atienden las necesidades de los pobres de la zona.
Las hermanas pertenecen a la orden de las Hermanitas de Jesús (inspirada en San Charles de Foucauld), que tiene como carisma vivir en medio del mundo, en ambientes no religiosos, y cuyos miembros se ganan la vida en fábricas, en circos, en empresas de servicios o como trabajadores de la limpieza.
Dos puestos de juegos
Sor Genoveva y el Papa Francisco se conocieron en Argentina, cuando este era arzobispo de Buenos Aires. Tras su elección como Papa en 2013, los dos se encontraron en Roma y, desde entonces, están siempre en contacto.
Debido a los estragos que ocasionó la pandemia del coronavirus, que afectó no sólo a las personas que viven del parque de atracciones, sino a muchos vecinos del barrio, la monja de origen francés se puso en contacto con el Vaticano para pedir ayuda.
Gracias a esas gestiones, la Santa Sede les ayudó durante algún tiempo, y a raíz de aquello, algunas de las personas que se vieron beneficiadas se han reunido de forma privada con el Santo Padre en el Vaticano.
Las religiosas viven en dos viejos camiones que miden alrededor de 8 metros de largo y 2,5 metros de ancho. El espacio es más limitado aún, porque las hermanas han reducido las dimensiones aproximadamente un tercio para colocar una pequeña capilla.
El día a día de las monjas incluye realizar las tareas diarias, rezar, ir a Misa, hacer recados y limpiar sus remolques. Además de atender pastoralmente a las doce familias que trabajan en el pequeño parque de atracciones, las monjas administran sus dos puestos de juegos.
Uno de ellos consiste en introducir una pelota por la nariz y la boca de dos personajes que hay pintados en una tabla. Los participantes tienen derecho a ocho lanzamientos por 2 euros. Todos los que concursan ganan un premio. Las monjas también venden figuras de yeso a precios económicos.
El 3 de mayo de 2015, dos años después de su elección, el Papa Francisco hizo una visita sorpresa al parque de atracciones para saludar a las dos religiosas. Al llegar al hogar de la francesa Genoveva y la italiana Anna Amelia, y después de saludarlas y convivir con ellas, el Pontífice rezó en la capilla que tienen instalada.
En distintas partes de sus aposentos se pueden encontrar fotos de la visita que les hizo el Papa. La amistad entre el Santo Padre y las hermanas es tal, que cuando sor Genoveva cumplió 80 años, Francisco le regaló una serenata y comieron una tarta en el Vaticano.
Puedes ver aquí la historia del santo francés en quien se inspira esta orden.
Lo más importante en la vida de Genoveva es tener alegría y compartirla. La religiosa, después de muchos años de vivir en recintos feriales, todavía ama su trabajo y la vida. "Esta es mi casa, me gustaría morir aquí. Pero el de allá todavía tiene algo que decir", dice sonriendo y señalando al cielo con el dedo.