En la pendiente que hay junto al lienzo norte de la muralla de Ávila, en el mismo lugar en donde el Papa San Juan Pablo II presidió una Eucaristía el día 1 de noviembre de 1982, se ha celebrado la Misa de Envío del Encuentro Europeo de Jóvenes presidida por el Cardenal Arzobispo de Valladolid y Presidente de la Conferencia Episcopal, don Ricardo Blázquez. Un escenario único, con el monasterio de la Encarnación en frente, lugar en el que vivió muchos años santa Teresa, y con la espadaña de la iglesia del Carmen en el que vivió San Juan de la Cruz.
En este marco incomparable, el también Presidente de la Conferencia Episcopal dirigió su homilía especialmente a los jóvenes para explicarles lo fundamental que es la Eucaristía en la vida de los cristianos, en la vida de los jóvenes, en la vida de los “amigos fuertes de Dios”, “en tiempos recios”: “La Eucaristía es el Pan de los caminantes, el pan para la vida del mundo, medicina de inmortalidad. No digas, no puedo más. Acércate a la mesa del Señor, con tus agobios y desánimos, y el Cuerpo del Señor, recibido con fe, se convierte en tu interior en fuente de vida”, señalaba don Ricardo a los jóvenes.
Todos tenemos experiencia de lo que verdadera alimenta y lo que no: “De lo que saca del egoísmo y conduce a la fraternidad; también sabemos lo que no resiste la prueba del tiempo, lo que después de un momento de exultación paga con resaca, vacío y tristeza”. Unas realidades que también experimentó santa Teresa, explicó el arzobispo de Valladolid. Pero también señaló que ella “una vez convertida al Señor brilló la luz en medio de su cruz. Lo insoportable se le volvió ligero y gozoso”. Es más y son conocidas las palabras de la santa cuando se ella misma se preguntaba: “¿Por qué ha de ir la devoción de la mano con la tristeza?” Para responderse a ella y a todos desde entonces: “Un santo triste, es un triste santo”.
“Queridos jóvenes, caminad con decisión, esfuerzo, esperanza y paciencia –pidió don Ricardo. Abrázate a Jesucristo que es Luz, Fuente, Camino, Pan, Amigo que nunca falla. Los amigos fuertes de Dios son oyentes asiduos de su Palabra, en silencio oran, trabajan, cargan con la cruz siguiendo los pasos de Jesús, abren su vida a los indigentes, acompañan a los desamparados. En la oscuridad no pierden la esperanza”.
El cardenal, consciente de la realidad en la que viven los jóvenes de hoy, les dijo: “Sabemos, queridos amigos, que los tiempos actuales tiene para vosotros la reciedumbre particular del desempleo, amplio y duradero. Os debe la sociedad mayor solidaridad; no os quedéis en el desánimo ni en la indignación”.
“Si una persona está interiormente en tinieblas –explica Blázquez-, verá todo el mundo oscuro; si la amargura envenena su espíritu, nada posee para él el gusto de la vida. Santa Teresa es maestra del espíritu evangélico y por ello es maestra en la difícil asignatura de aprender a vivir. Una monja contemplativa del siglo XVI merece ser escuchada, también por jóvenes, al comienzo del siglo XXI. ¡Qué el cultivo de la amistad con Dios derrame en nosotros serenidad, amor y alegría!”
Siguiendo con sus palabras sobre la Eucaristía, don Ricardo explicó que “por ser encuentro con Jesús crucificado y vencedor del pecado y de la muerte, es manantial de amor fraterno y de solidaridad con los pobres, cercanos y distantes. La Eucaristía que es el centro de la Iglesia nos envía a todas las periferias”.
La Eucaristía, por tanto, está perfectamente enraizada en la realidad de la vida, de ahí la invitación que les hizo a los jóvenes: “Queridos jóvenes, colaborad con vuestra presencia y vuestro ánimo a que la Eucaristía sea comunicación fraterna, alegría festiva y surtidor de alegría porque participamos del Pan de la vida eterna. En la Eucaristía se regenera la amistad con el Señor, se fortalece nuestra valentía y nos convierte en fermento de esperanza para el mundo. ¡Es un don de Dios que la Eucaristía sea celebrada en todos los rincones del mundo!”
Finalmente recordó a los asistentes un momento decisivo de la vida de la santa abulense: santa Teresa, “siendo adolescente, al morir su madre doña Beatriz, el año 1528, acude a la imagen de Nuestra Señora de la Caridad, conservada ahora en la Catedral”. Desde entonces, “la Virgen María es madre de Teresa huérfana”.
Por su parte, el Santo Padre también ha querido hacerse presente en el Encuentro. Por ello ha enviado un mensaje a través del Cardenal Parolín, su Secretario de Estado, en el que explica que “la expresión de Santa Teresa, ‘en tiempos recios, amigos fuertes de Dios’ –lema del Encuentro-, tiene una resonancia especial cuando se dirige a los jóvenes y a su anhelo de verdad, bondad y belleza”.
Por eso, el Santo Padre les anima a “no conformarse con una vida mediocre y sin aspiraciones y a esforzarse en cambio para crecer en una profunda vida de amistad con Cristo, a tomar cada día más conciencia del don inmenso recibido en el bautismo y la confirmación, que nos impulsa a llevar el amor de Cristo a nuestros semejantes”.