La Iglesia Católica en Italia sufre junto a su pueblo y vive los mismos padecimientos en esta pandemia del coronavirus. Cada día mueren sacerdotes y otros tantos dan positivo y tienen que ser ingresados o en cuidados intensivos. Así lo recoge el diario Avvenire, propiedad de los obispos italianos, que ha hecho un recuento de los curas fallecidos con este virus que ha acabado con la vida en aquel país de más de 2.500 personas.
La peor parte se la está llevando el norte de Italia y son también las diócesis de estas regiones las que están perdiendo más sacerdotes. Son ya al menos 26 los fallecidos por el virus. Su misión ha estado entre su gente, y están muriendo con ellos y como ellos.
Sacerdotes de 55 años y también ancianos de más de 100
El caso más desgarrador es el de Bérgamo, una diócesis de Lombardia algo más pequeña en habitantes que la de Getafe en habitantes y que ha perdido ya a un total de diez sacerdotes. El más mayor de ellos tenía 84 años y el más joven 59. Precisamente, esta ciudad es junto a Brescia uno de los principales focos del virus en todo el país.
La diócesis de Parma, al sur de Milán, también ha perdido ya a cinco sacerdotes. El más mayor de ellos tiene 94 años y el más joven tenía 55 años, contagiado por su madre también enferma. Cada día es un goteo en el que algún sacerdote pierde la vida por esta pandemia.
Diócesis como la de Piacenza ven también como se les han muerto tres sacerdotes, dos de ellos hermanos gemelos. En Cremona, otro de los focos, falleció el sacerdote y periodista Vincenzo Rini, con 75 años y un muy anciano Mario Cavalleri, de 104 años, que dedicó su vida a los pobres y drogadictos.
Vincenzo Rini, conocido sacerdote y periodista, es una de las víctimas
En Milán, don Marco Barbetta, 82 años, capellán del Politécnico, una figura conocida en el movimiento de Comunión y Liberación, ha sido el primer sacerdote ambrosiano víctima del virus. De la diócesis de Lodi aparece en esta lista Don Carlo Patti, de 66 años, quien también murió este martes. En Brescia ha muerto Don Giovanni Girelli, de 72 años; y en el Piamonte han muerto otros dos sacerdotes.
Mientras tanto, decenas de sacerdotes han dado positivo, algunos de ellos se encuentran en estado grave por lo que la cifra seguramente se vaya ampliando en breve.
Una "punzada"
Los sacerdotes que murieron en estos días han sido enterrados sin ritos funerarios, como el resto de víctimas del virus. Al igual que el resto de obispos de las diócesis involucradas, el obispo de Parma, Enrico Solmi, también pospuso una misa de sufragio para los sacerdotes que pagaron con su vida su exposición al virus.
“Es doloroso ver que también los sacerdotes se enferman, a veces por celo pastoral, y van más allá de la puerta de triaje donde, comprensiblemente, nadie puede entrar. Luego, alternando esperanzas y recaídas, nos dejan. Cinco sacerdotes de la diócesis han muerto desde el comienzo de esta epidemia. Ellos también compartieron este via crucis y el Obispo sigue sintiendo una punzada por su muerte, como un golpe que hace doblar las rodillas, el dolor que me invade a mí y al presbiterio, a las comunidades”, cuenta el obispo de Parma.
Además, añade que “el sufragio tiene lugar en la oración, en la celebración eucarística y también se plantean preguntas pastorales sobre las secuelas. Yo como obispo y muy pocos más esperamos el cuerpo en el cementerio. La breve oración, como el penúltimo acto de un acompañamiento hecho de signos y sufragio, esperando poder celebrar adecuadamente la Santa Misa en sufragio, cuando sea posible, dando la ocasión a los fieles y a aquellos que han compartido años de compañía y cercanía”.