Stuart Rogerson está casado, tiene tres hijas, ocho nietos y se considera un "alma ordinaria haciendo un viaje ordinario". Sin embargo, algunos de los pasajes de su vida demuestran todo lo contrario. Ministro presbiteriano durante más de 20 años, converso al catolicismo en 2013, Rogerson abrió una cuenta de Twitter en 2019, cuando le diagnosticaron cáncer terminal.
Todo aquel que haya entrado alguna vez en esta red social, puede saber que las pequeñas biografías que figuran junto al nombre son, a menudo, muy reveladoras. La de Rogerson no iba a ser para menos. El resumen de vida de este "joven twittero" termina con cuatro palabras impactantes: "Muriendo de cáncer de esófago".
Newman y San Agustín
Lo que para muchos es un tema tabú, para este converso no es más que "una vuelta a casa". Su cuerpo se está muriendo, pero él, no, reconoce. Las reflexiones breves y conmovedoras de Stuart Rogerson sobre la fe y la mortalidad están llegando a miles de personas en todo el mundo. The Pillar le ha hecho una entrevista recientemente para hablar de ello.
"Allá por 1978 estudié Historia de la Iglesia en la Universidad de Glasgow. Aquello despertó en mí una clara disonancia, entre mi experiencia con el protestantismo presbiteriano y la idea que tenía de la Iglesia Católica. Abrí los ojos cuando pude leer al Movimiento de Oxford del cardenal Newman. Pero, también, los escritos y las experiencias de San Agustín jugaron un papel muy importante en este viaje", comenta Rogerson en la entrevista.
Algunas de las publicaciones de Stuart en Twitter.
A pesar de todas las influencias católicas que iba recibiendo, Stuart se seguía viendo como un devoto padre de familia presbiteriano. "Estaba feliz como maestro, felizmente casado y con un plan claro para mi vida. Pero, el llamado de Dios era poderoso y muy real. Por aquel entonces, había estado cerca de la muerte a causa de una enfermedad. Le dije, entonces, al Señor que si sobrevivía, haría lo que Él me pidiera. Unos meses más tarde, llegó ese llamado al ministerio. Un llamado irresistible, que hice todo lo posible por evitar. Solo cuando acepté, conocí una sensación de paz, que hasta el día de hoy nunca me ha abandonado", relata.
Conversión en secreto
Sin embargo, aquello que había conocido como estudiante le iba a perseguir de mayor. "Con el paso de los años seguía teniendo el deseo diario de ser católico. Fue un deseo del que hablé con el Señor y que dejé en sus manos. No había una forma sencilla de responder a las dos llamadas en mi vida, la del ministerio y la de ser católico", comenta. Rogerson fue ministro presbiteriano desde 1980 hasta 2001, cuando se jubiló por problemas de salud.
El momento más esperado para él iba a llegar. "En diciembre de 2013, casi por accidente, contacté con mi párroco. Le conté mi historia y le pregunté si era posible convertirme en católico, pero en secreto. No quería causarle problemas a nadie, ni aparecer en la prensa o armar un escándalo. Discutió esto con el obispo, quien estuvo de acuerdo, y en un mes fui recibido en la Iglesia en mi propia sala de estar", relató.
Unos años después le llegaría la enfermedad. "En febrero de este año contacté con el médico, y el Miércoles de Ceniza me diagnosticaron cáncer terminal. Ocho días después me entregaron mi kit de cuidados para el final de la vida. Las expectativas eran que me iba a morir en tres meses. He vivido confiando en el Señor, Él siempre me va llevando en este viaje", comentó.
Ayudando a morir
Entonces, surgió la idea de relatar sus últimos momentos en Internet. "Comparto este último viaje en Twitter. Parece haber tocado la fibra sensible de muchas personas. Sentía que era un papel que Dios me daba, estoy muy feliz de cumplirlo. Me dieron tres meses de vida, y, ahora, estoy en el octavo ya antes de morir", comenta Rogerson, que suele utilizar el hashtag "#DyingUpdate" en sus publicaciones.
Confinado en casa durante mucho tiempo, sus seguidores se han convertido en una auténtica "comunidad". Desde que comenzara a compartir las etapas del último viaje, sus seguidores han aumentado de forma exponencial. "Por los comentarios que recibo, parece que estoy ayudando a muchas personas a comprender mejor cómo es la naturaleza, y a tener una buena muerte cristiana", explica.
Rogerson asegura que se encuentra en paz y muy agradecido. "Nuestro Señor ha respondido a mi oración, de poder conocer cuál sería mi final. Estoy profundamente agradecido, en paz y con una confianza total en Su bondad. Mi cuerpo se está muriendo, pero yo no. Me voy a casa para estar con mi amado Señor", comenta.
Con Él, en cada paso
Rogerson anima a vivir intensamente sabiendo lo corta que es la vida. "Os aliento a recordar que esta vida es un viaje breve, una sombra pasajera. Haced todo por vivir cada minuto del día en la presencia de Dios. No importar lo ocupados que esteis. Manteneos en contacto con Nuestro Señor", relata
En este sentido, el converso asegura que no tiene miedo a morir. "No tengo ni remotamente miedo a morir. Morir, como decía San Pablo, es ganar. Mientras muero, lo ofrezco todo a Nuestro Señor, ya sea un buen día o uno lleno de enfermedad, debilidad y dolor. Si tuviera miedo a morir estaría haciendo de mi vida y de mi fe una mentira. Él está conmigo en cada paso del camino, incluso cuando parece que se ha perdido", confiesa.
Stuart Rogerson termina su testimonio confesando qué es lo que le sostiene, "Esta sombra pasajera de la vida terrenal no es nada comparada con lo que está por llegar. A lo largo de este camino final me sostienen los Sacramentos y las oraciones de la Iglesia. Saco fuerzas del Oficio Divino y de las oraciones que se ofrecen por mí a través de Twitter. Estoy bendecido y soy rico", comenta.
El ex ministro presbiteriano y padre de familia, concluye: "No hay nada de especial en mí. Solo soy un alma ordinaria en un viaje ordinario, que hace su mayor esfuerzo para servir siempre al Señor".