A finales de agosto la Iglesia Católica en Alemania ha publicado un nuevo folleto de 84 páginas presentando sus últimas estadísticas, incorporando algunos datos recientes ya anunciados en junio, como que unas 520.000 personas se dieron de baja "oficialmente" de sus censos (que regulan el pago del peculiar impuesto religioso obligatorio en el país). Es probable que bastantes de esas personas sigan creyendo en Cristo, la Trinidad y la Iglesia católica pero, simplemente, no ven necesidad de pagar su impuesto religioso. Otras muchas, probablemente, hace tiempo que dejaron de creer y sólo se mantenían por tradición.

Según el folleto, a finales de 2022 la Iglesia Católica contaba (administrativa o censalmente) con 20,9 millones de miembros en Alemania. En 2016 eran 23,7 millones.

¿Qué pasa en Alemania y por qué es tan distinta su iglesia de la de todos los demás países, excepto quizá las germanohablantes Austria y Suiza?

El informe da algunos apuntes que asombrarán al lector hispano:

- las organizaciones de Cáritas en Alemania cuentan con 25.000 locales o instalaciones y ¡700.000 empleados a tiempo completo! Compárese con España, donde hay muchos más católicos: en España cuenta con 72.500 voluntarios y sólo 5.500 trabajadores contratados;

- las diócesis y organizaciones católicas alemanas declaran tener ¡casi 1.400 músicos profesionales a tiempo completo en la Iglesia!, además de casi 13.600 músicos "voluntarios y a tiempo parcial"; en España, en cambio, excepto algunos clérigos que son organistas oficiales en catedrales, no hay prácticamente ningún músico asalariado a tiempo completo en la Iglesia, y como mucho, se paga algo a algunos en ciertos ministerios (no se contarían los profesores de música en colegios católicos).

Informe de la Iglesia Católica en Alemania publicado en 2023... 700.000 trabajadores en  las entidades incorporadas en Cáritas en ese país; en España son poco más de 5.000.

Muchos buscan concentrar lo "raro" de la Iglesia alemana en su impuesto religioso obligatorio, casi único en el mundo: a quien en el censo se declara católico o protestante, el Estado le cobra un poco más, y da el dinero a la Iglesia Católica o al consejo de iglesias protestantes (casi todas luteranas o reformadas). Eso hace que la Iglesia alemana sea la más rica del mundo, pese a ser poco dinámica y poco devota.

Pero hay más elementos en juego. En ReligionEnLibertad estuvimos hablando en un encuentro de evangelización con un matrimonio hispanoamericano de una ciudad de Alemania del Este, interesado en la evangelización, que nos dio más datos sobre la peculiaridad de la Iglesia alemana.

En Alemania del Este los católicos son minoría, y su situación y cultura es distinta a la de Baviera (la región más rica y poblada, al sur, de cultura católica). Pero lo que nos contaron puede ayudar a entender el contexto.

1- Una iglesia de ancianos: poca flexibilidad

Los alemanes tienen fama de ser poco flexibles y malos a la hora de improvisar. Nuestros informantes creen que tiene que ver, sobre todo, con la edad: Alemania está envejecida, y su Iglesia aún más. Parroquias, clérigos, parroquianos... son personas mayores. Necesitarían hacer muchos cambios, especialmente de mentalidad, pero a la gente mayor no les gusta hacer cambios, y la iglesia está llena de esa gente mayor. En zonas como Alemania Oriental, además, los jóvenes emigraron a zonas más ricas del país, dejando en las parroquias a los más mayores.

2- Familias diminutas, y parroquianos aferrados al cargo

Los alemanes, también los católicos, hace mucho que tienen familias pequeñas, de uno o dos hijos. Además, nos dicen, los hijos y nietos no visitan mucho a los abuelos, no se tratan mucho. Eso significa que para una señora de parroquia o un matrimonio de cierta edad, su parroquia (y su cargo en la parroquia) es casi todo lo que tiene. Si alguien le pidiera que dejara de atender tal o cual servicio parroquial, le dejaría "sin nada que hacer", no tiene muchos hijos o nietos que atender ni una amplia familia en la que evangelizar o ayudar. Se aferrarán a ese cargo y eso complica el renovar cargos y personas.

3- Mentalidad de burocracia inflexible

Por una combinación del carácter nacional y del factor económico (tener asalariados y cargos a tiempo completo o parcial), las parroquias y diócesis tienen funcionarios, mentalidad funcionarial y una burocracia inflexible. Habrá ayudas para pobres y migrantes, pero deberán someterse a protocolos y papeleos, y quien se maneje mal con el papeleo tendrá muchos problemas. La idea de hacer "iniciativas evangelizadoras informales" les es ajena: no se hacen cosas "informales", todo requiere papeles y decisiones oficiales.

Una procesión en la diócesis alemana de Limburgo, con estandartes de San Nicolás y San Jorge.

4- Nadie tiene tiempo

Para el alemán, el tiempo es muy valioso, sirve para ganar dinero, ofrecer servicio o el escaso ocio. Si una parroquia pidiera voluntarios para cualquier cosa, aunque fuera una fiesta parroquial de fin de curso de niños y padres, vería que todos le responden con "no tengo tiempo". Eso hace que no haya voluntarios y mucho menos personas que se comprometan por un año o dos. Como mucho, se pueden conseguir personas que acudan a un acto de una sola jornada.

5- Mentalidad de consumidor: "pago por servicios"

En español se habla bastante de la mentalidad del "consumidor de sacramentos", quien va a la Iglesia a consumir su misa o su confesión, y esa es su vida cristiana. Pero en Alemania en la parroquia se consumen muchos más servicios parroquiales, y no son sacramentos: coros, guarderías infantiles, talleres de manualidades, clubes juveniles... la parroquia ofrece todo eso con personal pagado con el impuesto religioso. Y a esos servicios acuden familias que a lo mejor no van a misa o casi no tienen fe, sólo quieren disfrutar de ese servicio que pagan vía impuestos. Nadie piensa "qué puedo aportar a la Iglesia, a la evangelización..." Más bien la actitud es "qué hay de lo mío, que para eso pago".

6- Peor aún: mentalidad de consumidor abiertamente enfadado

Los alemanes no sólo se enfadan con frecuencia, sino que expresan su enfado en voz alta, protestan y reclaman. Eso, que puede ser sano en el trato con las administraciones, convierte a la Iglesia en otra administración llena de consumidores enfadados. Si con una reestructuración local (y hay muchas) una secretaria parroquial en vez de llevar 2 templos pasa a llevar 4 templos, su trabajo se resiente y los "usuarios" se quejan.

Querían servicios (guarderías, horas de atención, actividades juveniles o de jubilados), cada vez reciben menos y peores, se enfadan y lo dicen. Por su parte, los miles de funcionarios eclesiales asalariados tienen sus sindicatos, defienden sus condiciones y su mentalidad no es de apostolado y ministerio, sino de sueldo y condiciones. Hay conflictividad, quizá civilizada, pero en voz alta y constante.

7- El miedo a la agria crítica paraliza la creatividad

"Alemania es un país donde adultos desconocidos regañan con fuerza a niños que no conocen en los parques o las calles, donde se controlan unos a otros, donde se juntan para avergonzar en público al que haga algo diferente", nos dicen.

En una parroquia, eso significa que si alguien -por ejemplo, inmigrantes católicos de otro país- intenta crear algo nuevo (una devoción, grupo de oración, algo que ocupe locales u horarios), se va a encontrar no sólo con incomprensión, sino con críticas agrias. Quizá los que critiquen no sean muchos, pero lo harán en voz alta, con tenacidad y como si quejarse fuera su aportación a la iglesia. "Para que no te ataquen, lo mejor es no hacer nada, dejarlo todo como está", es lo que ven muchos hispanos y otros católicos.

8- Un sacerdote podría lograr cambios, pero necesita blindarse

En este contexto, ni movimientos eclesiales, ni grupos de fieles creativos, ni cofradías ni apostolados pueden impulsar cambios o renovaciones eficaces. Pueden hacer cambios sacerdotes valientes y con ideas claras, nos dicen, pero necesitarán estar protegidos de alguna manera (con un claro apoyo de la autoridad eclesial, un grupo eficaz de colaboradores convencidos, etc...). No bastará con levantarse y dar pasos hacia una renovación: todo conspirará para paralizar los cambios que no lleguen desde la lenta maquinaria burocrática diocesana o interdiocesana.

Cuando se habla de "ahogar al Espíritu Santo", la situación en Alemania, al menos en buena parte de ella, parece ilustrar ese triste concepto. El Espíritu necesitará encontrar vías insospechadas para cambiar la situación, quizá desde fuera de Alemania.

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