El cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y nuevo asesor del consejo de cardenales del Papa, ha concedido una extensa entrevista al semanario católico croata Glas Koncila, en la que pone en cuestión ciertos principios de la doctrina católica.
A la pregunta de si se están permitiendo declaraciones "escandalosas" en el camino sinodal alemán para evitar el cisma, el cardenal contesta: "No lo pienso. Si tú hablas de cisma, tú lo provocas. No debemos hablar de ello, sino preocuparnos, orar y reflexionar sobre cómo se puede lograr una mayor unidad con la Iglesia en Alemania", comenta.
"Necesitamos hacer también un diagnóstico de lo que salió mal. Algunas Iglesias en Europa son demasiado nacionales. Si las conferencias episcopales son simplemente nacionales, las Iglesias empiezan a girar sobre sí mismas. Creo que la gente en Luxemburgo, Suiza y Austria piensa lo mismo que los alemanes... pero están lejos de pensar en blanco y negro como hacen en Alemania", añadió.
Tradición cristiana de Europa... y su Luxemburgo natal
Sobre la pérdida de la fe en Europa, apunta: "La tradición es algo que se desarrolla todo el tiempo (...). Si consideramos la tradición como algo del pasado, perdemos el presente, y si perdemos el presente, no podemos prepararnos para el futuro. No podemos simplemente hacer política de restauración de la Europa católica", señala el cardenal.
Y, añade: "Cuando descubrimos a Dios fuera de la Iglesia, debemos alegrarnos: significa que nuestra tradición continúa". Momento en el que el periodista comenta que su Croacia natal es de tradición católica. "Croacia sigue siendo un país muy católico. Pero mi patria, Luxemburgo, solía ser similar a Irlanda: no solo era cristiana, sino profundamente católica. Yo conocí el protestantismo solo por los libros de historia. Estas cosas son impensables hoy en Luxemburgo y en el resto de Europa. Ha evolucionado todo muy rápidamente", apunta.
Una mayor responsabilidad pastoral para las mujeres
Sobre si está a favor de la ordenación de mujeres en la Iglesia, afirma: "El Papa no quiere la ordenación de mujeres, y soy completamente obediente a eso. Pero la gente lo sigue discutiendo. No soy promotor de la ordenación de mujeres; soy promotor de dar a las mujeres más responsabilidad pastoral. Y si logramos eso, tal vez podamos ver si hay un deseo entre las mujeres por la ordenación".
"Es el Santo Padre quien tiene que decidir", apunta el cardenal. "Y, ¿podría decidir en contra de lo que dijo Juan Pablo II en la "Ordinario Sacerdotalis"?, se pregunta el periodista. "Con el tiempo sí", contesta. "¿No es una enseñanza infalible?", incide el comunicador. "No estoy seguro de que puedas llamarlo así; probablemente no. Infalible sería, por ejemplo, el dogma de la Asunción de María por Pío XII", expresa Hollerich.
Moral acorde con lo que se pueda soportar
Cuando se le pregunta por sus palabras sobre que la enseñanza de la Iglesia referida a la homosexualidad es "falsa", el prelado contesta: "Cuando se hizo la enseñanza de la Iglesia, el término 'homosexualidad' ni siquiera existía. La 'homosexualidad' es una palabra nueva; incluso en la época de San Pablo la gente no tenía ni idea de que podría haber hombres y mujeres atraídos por el mismo sexo".
"Y, ¿las numerosas condenas de San Pablo de la sodomía?", pregunta el periodista. "La sodomía era vista como algo meramente orgiástico en ese momento, típico de las personas casadas que entretenían esclavos por lujuria personal. ¿Cómo se puede condenar a las personas que solo pueden amar al mismo sexo? Para algunos es posible ser castos... pero para otros, llamarles a la castidad, es como si le hablaran en egipcio", responde.
"Solo se puede juzgar a alguien sobre la moral que pueda soportar en su mundo. Si les preguntamos por cosas imposibles, las apartaremos. Si decimos que todo lo que hacen es intrínsecamente malo, sería como decir que su vida no tiene valor. Muchos jóvenes vinieron a mí como padre y me dijeron que eran homosexuales. ¿Y qué hace un padre? ¿Los echa fuera... o los abraza incondicionalmente?", se pregunta.
"Una persona con tendencia a robar puede arreglárselas sin robar. Una persona homosexual siempre amará a las personas del mismo sexo. No debemos reducir la homosexualidad a relaciones sexuales desordenadas. Esa es una forma muy cruda de entender a la persona. Cuando Jesús se encuentra con alguien como Zaqueo, no le dice: "Tienes que cambiar de vida, hijo mío, y luego, tal vez, si haces penitencia, podría pensar en visitarte". No; la mirada de Jesús a una persona así es tranquilizadora y hace que se sienta aceptada. Es, entonces, cuando Jesús va a su casa, y ellos cambian", explica.
"No excluyo el cambio, pero viene después del encuentro con Jesús. La enseñanza de la Iglesia que dice que la homosexualidad es 'intrínsecamente desordenada' es un poco dudosa. Tenemos que aceptar a todas las personas y hacerles sentir el amor de Dios. Si lo sienten, estoy seguro de que algo cambiará en su corazón", concluye.