-En ese año era subsecretario para las Relaciones con los Estados, lo fui de 1988 al 1990, y secretario del 1990 hasta el 2013. Estaba de vacaciones en mi casa de Burdeos. Me acuerdo lo que decía el papa Juan Pablo II: que todos sabían que el sistema comunista no funcionaba y que iba a caer, pero nadie había pensado o previsto que sería así de rápido y sin derramamiento de sangre. Cuando el papa Juan Pablo II fue elegido yo dije: "el comunismo ha muerto"...
El rostro de Tauran llegó a millones de personas en este momento único, muy posterior a la caída del Muro: cuando anunció la elección del Papa Francisco
-Eso no se sabe, aunque el mensaje era claro: era un Papa que molestaba. Y esta rapidez en los hechos. Digo siempre que ha sido preparado por tres cosas juntas: el proceso de Helsinki que crea una nueva filosofía de relaciones con el Acto final de 1975; y Gorbachov y Juan Pablo II, dos hombres providenciales. Son las tres cosas juntas.
-Dio su contribución en la medida en la que ha hecho que la Iglesia del silencio pudiera hablar. Hasta que el Papa de Cracovia fue elegido, superando el silencio...
-Lo supo por los medios de comunicación, además en la época estaban nuncios itinerantes, como monseñor Luigi Poggi, con encargo especial para las relaciones con Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria.
- Rezó ciertamente. Recuerdo también que cuando se anunció la visita de Gorbachov al Vaticano, Juan Pablo II se preparó un mes antes leyendo cada día en ruso una página del evangelio. El encuentro entre ambos tuvo lugar sin traductores porque se entendían hablando él en polaco y Gorbachov ruso.
-Que nunca se puede separar a los pueblos, porque estamos hechos para vivir juntos, en el respeto y la cultura de cada uno.
-Sí, pero cada crisis tiene su particularidad específica. Es difícil comparar. En lo relacionado a Europa, todos estos países del este de Europa tienen un patrimonio común: el cristianismo. Es normal que un día u otros retomaran su origen común.
-No estuve en este viaje, pero en Alemania Oriental todo inició en las iglesias luteranas con procesiones con velas encendidas en signo de libertad, hacia el muro de Berlín. Todo tan rápido y sin derramamiento de sangre, el sistema se vació desde el interno.
»Y después también en 1987 o 1988, cuando yo estaba en Viena negociando en una conferencia por la cooperación, era un mes de mayo, salió una entrevista del patriarca Pimen con foto y página entera en el Pravda, sobre la fe, las raíces cristianas de Rusia, o sea que algo se estaba moviendo...
-Para ellos era una seguridad. Sabían que conocía a la Iglesia desde el interno, no era un diplomático, él era un jefe religioso. Sabían que hablaba a nombre de ellos, ya no había la Iglesia del silencio.
- La verdad al final triunfa siempre.
El cardenal Tauran recordó que el 13 de enero de 1990, dos meses después de la caída del muro de Berlín, el Papa se dirigió al cuerpo diplomático acreditado en el Vaticano, del cual reproducimos algunas estrofas.
“Hago notar con satisfacción la presencia entre vosotros del embajador de Polonia, país que, tras un largo paréntesis, ha reanudado sus relaciones diplomáticas con la Santa Sede” dijo, y añadió: “La Santa Sede ha acogido con satisfacción las grandes transformaciones que, en especial en Europa, han marcado recientemente la vida de diversos pueblos”.
“La irreprimible sed de libertad -indicó el papa Wojtyla- allí manifestada ha acelerado los cambios, haciendo caer los muros y abrirse las puertas a una velocidad de verdadero vértigo. Además, como sin duda ya lo habréis advertido, el punto de partida o el de encuentro con frecuencia ha sido una Iglesia. Poco a poco las velas se han encendido hasta formar un verdadero camino de luz, como diciendo a quienes durante esos años han pretendido limitar los horizontes del hombre a esta tierra, que éste no puede permanecer indefinidamente encadenado”.
“Varsovia, Moscú, Budapest, Berlín, Praga, Sofía y Bucarest, por no citar nada más que las capitales -prosiguió el papa Polaco- se han convertido en las etapas de una larga peregrinación hacia la libertad. Debemos rendir un homenaje a los pueblos que, al precio de inmensos sacrificios, han tenido la valentía de emprenderla y también a los responsables políticos que la han favorecido. Lo más admirable en los acontecimientos que hemos contemplado es que pueblos enteros han tomado la palabra; mujeres, jóvenes y hombres han vencido el miedo. La persona humana ha manifestado los inagotables recursos de dignidad, de valentía y de libertad que posee En países en los que durante tantos años un partido ha dicho cuál era la verdad que se debía creer y el sentido que debía darse a la historia, estos hermanos han mostrado que no es posible asfixiar las libertades fundamentales que dan sentido a la vida del hombre: la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión, de expresión y de pluralismo político y cultural”.
“La neutralidad ideológica, la dignidad de la persona humana como fuente de los derechos, la preferencia de la persona en relación a la sociedad, el respeto de las normas jurídicas democráticamente aceptadas y el pluralismo en la organización de la sociedad, representan los valores irreemplazables sin los que no se puede construir establemente una casa común en el Este y en el Oeste, accesible a todos y abierta al mundo. No puede existir una sociedad digna del hombre sin el respeto de los valores trascendentales y permanentes” añadió.
“Para los Europeos del Oeste que tienen la ventaja de haber vivido largos años de libertad y de prosperidad -ha señalado el Santo Padre- ha llegado la hora de ayudar a sus hermanos del Centro y del Este para que ocupen plenamente el lugar que les corresponde en la Europa de hoy y de mañana. En efecto, el momento es oportuno para recoger las piedras de los muros derrumbados y construir juntos la casa común”.
Y concluyó: “El nuevo clima que progresivamente se ha instalado en Europa ha favorecido sustanciales progresos en las negociaciones para el desarme nuclear, químico y convencional. El año 1989 bien podría representar el declive de lo que se ha venido llamando "la guerra fría", de la división de Europa y del mundo en dos campos ideológicamente opuestos, de la incontrolada carrera de armamentos y del aprisionamiento del mundo comunista en una sociedad cerrada. ¡Demos gracias a Dios, que ha querido inspirar a los hombres estos "pensamientos de paz" que Cristo, al venir a nosotros en la noche de Navidad, depositó en cada uno como una herencia y un fermento, capaces de cambiar el mundo!”
Discurso completo de Juan Pablo II al cuerpo diplomático el 13 de enero de 1990