Éxito total del acto celebrado este sábado en la Mutualité de París. Se llenó con más de mil personas, pero no se trataba de hacer número, sino de articular por fin, con objetivos, estrategias y nombres propios detrás, lo que ha sido el gran movimiento de resistencia civil en Francia durante los últimos meses contra el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción por parejas homosexuales.

Manif pour Tous ha noqueado la imagen pública del presidente François Hollande y de su ministra de Justicia Christiane Taubira (responsable de la ley más contestada en las calles galas en el último medio siglo) con dos características: la persistencia y la transversalidad. Y tras cientos de manifestaciones multitudinarias y, en las últimas semanas, de reuniones preparatorias en las que han participado más de cinco mil activistas por todo el país entre octubre y diciembre de 2013, la voz de la calle se ha transformado en una iniciativa, Grenelle de la Famille, con el fin de preparar una ley alternativa a la anunciada por el gobierno y en defensa, sobre todo, de la filiación de los niños, la principal amenazada.

Entre sus "principios no negociables", sobre los cuales interrogaran a políticos electos para definir la orientación del voto, está la definición del matrimonio como un compromiso "entre un hombre y una mujer durable en el tiempo para amarse, fundar una familia y educar a sus hijos".

Son diez principios de un Manifiesto por la familia y por el niño, entre los que destacan que, "en su interés superior, el niño tiene derecho a ser educado por su padre y su madre o, si se ve privado de su familia de origen, por un padre y una madre adotivos", y que "el Estado no puede en ningún caso privar deliberadamente a un niño de ese derecho". Diversas asociaciones homosexuales apoyaron en su momento a Manif pour Tous en la oposición a la adopción por parejas del mismo sexo, el punto que le ha dado al movimiento su fortaleza más allá de convicciones religiosas o ideologias políticas.

De hecho, en el acto de la Mutualité había asociaciones católicas y protestantes y personalidades tan diversas como Charles Beigbeder, empresario candidato a la alcaldía de París, o el filósofo Fabrice Hadjadj (autor de La fe de los demonios o Tenga usted éxito en su muerte), además de dirigentes de las movilizaciones como Tugdual Derville, Albéric Dumont y, sobre todo, Ludovine de la Rochére, la mujer de 43 años, profesora de Historia, jefa de comunicación de la Fundación Jerôme Lejeune y presidenta de Manif pour Tous, además de estrella emergente de la vida pública francesa.


Ludovine sintetizó muy bien el espíritu del movimiento en sus primeras palabras: "Somos un actor de la vida pública de una especie nueva", que ha cogido con el pie cambiado a los partidos tradicionales. Y que pueden presumir, además, de que el sistema que ha conducido al Grenelle pour la Famille, a base de consultas y propuestas ciudadanas, contrasta con la intolerancia del gobierno, "que ni consulta ni escucha".

"Ni la izquierda socialista, ni la derecha tradicional, defienden la familia como nosotros creemos que hay que defenderla, como uno de los fundamentos de nuestra sociedad", afirmó De la Rochère: "Un padre, una madre, unos hijos, un proyecto común, unos valores familiares comunes. En una sociedad compleja como la nuestra ese proyecto central en la vida de nuestras sociedades, desde hace siglos, está amenazado por muchas razones. Nosotros creemos que es importante defender esos valores".

"¡Hemos venido para quedarnos!", proclamó Ludovine ante el entusiasmo de los presentes, que saben que su presencia en el debate civil incomoda a la izquierda en el Elíseo, pero también a los partidos de derechas que quieren huir de cuestiones como el matrimonio gay, el derecho de los padres a la educación de sus hijos o el aborto.

"Se está intentando destruir la familia. Como cristianos, no podemos callarnos", explicaban a La Croix dos asistentes al acto.


Para empezar a trabajar, el Grenelle de la Famille ha publicado el citado Manifiesto por la Familia y por el Niño descargable en PDF: 48 páginas que incluyen 38 propuestas concretas sobre las que van a obligar a pronunciarse en los próximos meses a todos sus dirigentes políticos. Para muchos de ellos, y no sólo ni principalmente socialistas, la pesadilla del compromiso acaba de comenzar.