Así lo afirmó José Luis Bazán, asesor jurídico de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), durante un seminario en el Instituto Cultura y Sociedad de la Universidad de Navarra, organizado por el proyecto ‘Religión y sociedad civil’.
Según Bazán, el panorama de la práctica religiosa en Europa “cada vez es más complejo”, en parte debido a la inmigración: “La llegada de un número nada desdeñable de inmigrantes de religión islámica a Europa en las últimas décadas ha incrementado el número de mahometanos hasta superar los 17 millones, con una creciente presencia en países como Bélgica, Francia, Austria, Suiza, Reino Unido, Holanda y Alemania”.
De este modo, añadió que existen lugares “donde la comunidad islámica está creciendo exponencialmente” y se están formando “verdaderos guetos”. Como ejemplo, mencionó Bruselas, donde más del 20% de la población practica esta religión. “En Holanda es muy visible, y en Francia, también. Existen problemas serios en Suecia, sobre todo en Malmö, donde se observa una creciente hostilidad de miembros de la comunidad islámica hacia la minoría judía”, indicó.
Con respecto a la percepción del islam en Europa, José Luis Bazán recalcó que la existencia de una fracción “muy radical”, dentro y fuera de Europa, “no ayuda a mejorar su imagen su conjunto”. “Muchos europeos se preguntan dónde está la voz condenatoria de los líderes del islam cuando se producen atrocidades por parte de fundamentalistas”.
Por otro lado, agregó que en Europa está difundida la idea de que “las normas sociales y culturales propias no siempre son respetadas por los inmigrantes, sobre todo de cultura musulmana, lo que origina cierto rechazo”.
Junto con el islam, Bazán aseguró que también están proliferando “ciertas creencias orientales que encajan bastante bien con las modas relativistas y el boom de la cultura de la autoayuda”.
Asimismo, señaló que también llegan numerosos inmigrantes cristianos –procedentes de Iberoamérica, África e incluso Asia-, que tienen una influencia creciente: “En ellos se observa un cristianismo firme, arraigado, practicante. Contribuyen en buena medida a la revitalización de algunas comunidades cristianas que habían perdido su fortaleza originaria”.
José Luis Bazán subrayó que este panorama de diversidad religiosa “está siendo utilizado por el laicismo para negar al cristianismo su valor primordial en la configuración de Europa”. De este modo, denunció que “la intolerancia contra los cristianos en el espacio público está creciendo, como lo demuestra el hecho de que aumentan los casos en que cristianos acuden a los tribunales para defender la expresión pública de sus convicciones”.