El número creciente de ataques, incendios provocados, profanaciones y robos contra iglesias católicas en Francia preocupa ya de una manera muy grave a los obispos del país, que se sienten indefensos ante estos sucesos y que ven en ellos actos anticristianos, y no simple vandalismo como en ocasiones afirman las propias autoridades.
Así lo cree monseñor George Colomb, obispo de La Rochelle, tras la última profanación que se ha producido en el pequeño pueblo de Tonnay-Charante, perteneciente a su diócesis. Allí, el sacristán se encontró con varias imágenes religiosas destrozadas, una cruz invertida, el Sagrario completamente destrozado y las Sagradas Formas arrojadas por el suelo.
Este hecho está, sin embargo, dejando de ser noticia, puesto que se han multiplicado este tipo de sucesos y otros incluso más graves como la quema, o al menos el intento, de varios templos.
En una entrevista con Famille Chretienne, el obispo de La Rochelle, afirmaba que todo lo sucedido es “una verdadera tristeza, así como una preocupación: hace dos o tres meses ya se produjo otra profanación en el sur de mi diócesis. Hace unos días supe en los medios de comunicación que un cementerio había sido destrozado en Cognac, diócesis vecina”.
“No tengo ninguna estadística, pero de mi memoria como ciudadano francés no recuerdo que tales profanaciones fueran comunes hace veinte años. No es sólo vandalismo, ni anticlericalismo: es un acto anticristiano. Está claro que este fenómeno se está acelerando”.
El obispo cree que la Policía está sobrepasada en toda Francia y esto favorece que también se puedan producir estos ataques y robos contra las iglesias. Además, se lamentó que debido a la falta de sacerdotes hace que las iglesias estén más tiempo cerradas y solitarias. Y también, sobre la protección de Cristo Eucaristía, monseñor Colomb afirma que “nuestros sagrarios no fueron construidos para resistir asaltos. En el momento en el que se fabricaron, ¡no imaginamos que podrían ser forzados!”.
El obispo espera que esta serie de sucesos no lleve a sus compañeros a tomar la mala decisión de “cerrar nuestras parroquias”. Aunque reconoce que en muchos lugares ya no hay misa todos los días, su diócesis es rural, “los franceses siguen necesitando iglesias abiertas: tanto para los fieles como para los turistas. Ellos necesitan este testimonio: la belleza del arte románico, por ejemplo, todavía puede tocar profundamente los corazones. ¡Así que no cerremos nuestras iglesias!”.