A sus 37 años, el sacerdote Pierre Doat de la comunidad de Saint-Martin ha vivido seis como misionero en la Cuba de finales de Castro y actualmente se desempeña como rector del Santuario de San Miguel en el icónico Mont Saint Michel en Francia.

Conoce bien la realidad del materialismo en Occidente, pero también de la trascendencia y espiritualidad católicas, lo que recientemente ha plasmado en Le roman des Anges. Se trata de una novela que de forma sencilla y amena pretende transmitir una enseñanza de importancia crítica para Doat: la fascinación por el mundo angélico, acaparado por el esoterismo y descuidado por la Iglesia, no solo muestra “el fracaso del materialismo”; sino también una “apertura de nuestros corazones a lo invisible” que puede ser la base de una urgente reevangelización.

Entrevistado por National Catholic Register, el rector del santuario del Mont Saint Michel remarcó la importancia de transmitir la realidad de los ángeles de una forma sencilla pero real.

“Debido a los excesos del racionalismo occidental moderno, que también llevaron a la Iglesia Católica Romana a descuidar toda una parte de la enseñanza de la fe, todo lo que tenga que ver con lo angelical puede parecer poco serio, más aún porque es difícil transmitir la fe católica de una manera simple y realista sobre este tema”, explica.

Pastoral, evangelización y doctrina se dan la mano en la responsabilidad del sacerdote en Mont Saint Michel, toda una referencia cuando se trata del mundo angélico. Allí, no es raro que empiece dirigiéndose a unos pocos peregrinos y turistas -acuden unos tres millones al año- y cuando concluye su explicación encuentre a cerca del centenar escuchando.

Otra visión de San Miguel: su fuerte vínculo con el perdón

“Los cristianos entran en la iglesia, me encuentran y vienen a confesarse. El otro día me vio un hombre, no estaba bautizado, pero quiso charlar conmigo y me confió sus sufrimientos. Pude guiarlo. Yo también estoy aquí para eso”, comentó en otra ocasión a France 3.

También recuerda a un joven de unos 30 años que no se confesaba desde su Primera Comunión hacía más de 20 años. Su iniciativa de acercarse al confesionario inspiró también a su joven esposa, a la que siguieron sus padres, abuelos y suegros, redescubriendo todos ellos la confesión por primera vez en décadas.

“Hay un vínculo muy fuerte entre San Miguel y la misericordia, que se refleja en todas las historias de las apariciones del arcángel”, mencionó.

Sus cursos y conferencias son solo un peldaño más en su camino por reforzar el aprendizaje de la doctrina cristiana entre cristianos, alejados o gente sin fe. Junto a ellos, el sacerdote también abastece la librería del santuario, hasta hace poco carente de obras accesibles para el gran público, siendo su novela una oportuna vía de entrada a muchos visitantes del santuario interesados en el mundo angélico.

“A menudo hay libros de teología muy intelectuales, o libros devocionales que sólo atraen a personas que ya están convencidas, así que tuve la idea de producir algo un poco diferente para difundir las enseñanzas sobre los ángeles de una manera ‘indolora’, sin que la gente se dé cuenta”, dijo el rector.

El complejo de Mont Saint Michel.

3 millones de visitantes anuales y menos de 30 habitantes

Mont Saint-Michel es un pequeño enclave situado en la bahía entre Bretaña y Normandía, donde las mareas más altas alcanzan los 16 metros, impidiendo el acceso o salida del mismo en no pocas ocasiones. Por ello, sus habitantes son siempre un número reducido: en 2019 fueron censados 29 habitantes y según Doat, los residentes perpetuos en La Merveille, la abadía situada en lo alto del monte, son actualmente 15.

Mandado erigir por el obispo Aubert de Avranches a principios del siglo VIII tras el encargo del mismo arcángel San Miguel, el enclave goza de unas condiciones muy características, ya sea por su diseño totalmente medieval, por su propia orografía o por las subidas y bajadas de marea, a lo que se añade el icónico santuario de San Miguel, corazón del monte. Todo ello hace que, pese a que sus habitantes perpetuos se pueden contar con los dedos de una mano, el Mont Saint-Michel sea la atracción turística más visitada de Francia después de París, con unos tres millones de peregrinos y visitantes anuales.

“Es fascinante pensar que tiene 1.000 años y que ha sobrevivido todos estos años. La abadía ha sido remodelada, reconstruida, pero siempre ha sido un punto de referencia para los peregrinos”, apunta Doat.

Un mensaje políticamente incorrecto en un mundo materialista

Doat asegura que, cristianos o no, muchos de los peregrinos que recibe cada día se sienten conmovidos al adentrarse en el gran pueblo montañoso de roca. Especialmente por el mensaje que se respira en el enclave medieval y que “impacta de inmediato” en el visitante: "Dios creó a los ángeles para ayudarnos y acompañarnos. Aunque no los veamos o no los sintamos, podemos abrirnos a su acción rezándoles y rezando en particular a San Miguel".  

El sacerdote, uno de los 15 residentes que viven en La Merveille durante todo el año, observa un creciente interés por parte de los jóvenes hacia las figuras angélicas. Aunque lamenta que esta “fascinación” se debe con más frecuencia al esoterismo que a la teología católica, puede celebrar que, de cualquier forma, es resultado de un “fracaso del materialismo que se ha hecho evidente en los últimos años y que ha tratado de hacer creer que el mundo invisible no importa o que para ser feliz solo hay que tener un coche y una casa bonita”.

“Ahora mucha gente se ha dado cuenta del impasse de esta visión del mundo y se está volviendo mucho más receptiva a la cuestión de los ángeles, que fácilmente abre la puerta a la trascendencia en sus vidas”, observa el sacerdote.

¿Por qué los cristianos no se interesan por los ángeles?

En otra entrevista concedida a la diócesis de Montauban, también apuntaba al rechazo a la creencia en el demonio como causa del olvido de los ángeles.

En realidad, dijo, citando al dominico Ángel Rodríguez, “los creyentes suelen ser los últimos en interesarse por su ángel de la guarda. Han ido perdiendo el interés por los ángeles probablemente porque han dejado de creer en la existencia del diablo. Si el diablo no existe, entonces los ángeles son inútiles. Si no hay ningún adversario espiritual, tampoco ningún compañero espiritual”.

Sin embargo, subraya que “la fe en los ángeles no es una opción que uno pueda optar por no creer. Si arrancas todas las páginas de tu Biblia donde aparece la palabra “ángel”, ¡solo te quedará un folleto de unos pocos cientos de páginas!”.

Para el sacerdote, el olvido de los ángeles en la devoción o piedad popular o su desaparición de la cultura secular es un reflejo del desencanto cada vez más profundo con el mundo. La cosmovisión del humanismo ateo ha cegado a los seres humanos ante el hecho de que, en el orden natural perfecto creado por Dios, seres buenos velan por ellos.

Lo que aporta la visión oriental: la batalla contra el materialismo

Por ello, su novela y mensaje también pretende recordar a sus lectores que la amistad con los ángeles también “abre nuestros corazones a lo invisible”, haciéndonos crecer en amistad con Dios y otorgándonos una visión más celestial del mundo.

“Al parecer, en Occidente, las únicas personas que todavía son capaces de ver ángeles son los niños, porque aún no están consumidos por el materialismo y el racionalismo, y aún tienen una visión encantada del mundo”, observa.

Un fenómeno que dista mucho a lo que ocurre entre los cristianos orientales, de quienes invita a aprender de su visión cosmológica de la salvación como antídoto “de la mentira del materialismo”, en referencia a su concepción más espiritual y comunitaria.

“Cuando la tradición está impregnada de himnos bizantinos que hablan de la creación visible e invisible no se pierde de vista el hecho de que el cielo no es de esta tierra”, explica.

Por ello, el sacerdote concluye abogando por potenciar la visión y devoción oriental de San Miguel, mucho más elaborada y “central” en su devoción popular: “San Miguel, el ‘psicopompo’ -el que guía al alma de los difuntos-, [su papel en] la ‘psicostasis’ -en el juicio, el pesado de las acciones del alma del difunto en una balanza con dos platillos donde se disponen las buenas y las malas-, San Miguel el consolador… Dejamos eso de lado y reducimos al arcángel a una especie de luchador, un cuerpo fornido con armadura. Sin embargo, todos estos aspectos estaban presentes en la tradición occidental del primer milenio. Tenemos aquí un auténtico tesoro común, que debemos cuidar”, concluyó, “y mi misión como custodio de una joya cristiana milenaria es precisamente enriquecerla allí donde sea posible”.